Cultura/Espectáculos
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Fundación Klemm: El secreto mejor guardado del arte contemporáneo

En una vieja galería del centro de Buenos Aires se esconden obras originales de Warhol, Picasso y Lichtenstein, entre muchas otras.  

por:  Andrés Nazarala R. / La Segunda
viernes, 04 de abril de 2014

La galería se encuentra en un subterráneo en el centro de Buenos Aires.


Nadie sospecharía que en el subsuelo de una vieja galería donde venden chaquetas de cuero, hay obras originales de Warhol, Picasso, Dalí, Chagall, De Chirico, Magritte, Man Ray, Basquiat, Linchtenstein, Koons y Christo, entre muchos otros artistas contemporáneos. Tampoco sigue la lógica de nuestros tiempos el hecho de que la entrada sea completamente gratuita.

Así de sorprendente son las inmediaciones subterráneas de la Fundación Federico Jorge Klemm, uno de los secretos mejor guardados de Buenos Aires.

Ubicada en M.T. de Alvear 626 (donde comienza la calle Florida, frente a la plaza San Martín), funciona como un mundo paralelo y, ciertamente, como un paraíso insospechado para los amantes de la plástica.

"Aquí estamos apartados de todo", cuenta Valeria Fiterman, gerenta cultural del lugar. "Yo salgo y me asombro de que llueva, haga frío o calor. Aquí no te enteras de nada".

El último gran excéntrico del arte argentino


El espacio es el legado del estrafalario Federico Jorge Klemm. Nacido en Checoslovaquia en 1942, su familia se mudó a Buenos Aires 6 años más tarde, escapando de la ocupación soviética.

El comenzó a interesarse en el arte a temprana edad. A los 14 ya era un conocedor de la obra de Toulouse-Lautrec, Picasso y Van Gogh. Como si fuera poco, estudió canto lírico con Ruzena Horakova y teatro con Marcelo Lavalle, recordado actor de la época dorada del cine transandino.

Pero su esplendor se dio en los 60s, en tiempos de happenings y de las acciones del mítico Instituto Di Tella (el "templo de las vanguardias artísticas"). Klemm rápidamente se impregnó de este espíritu y se hizo conocido por sus llamativas performances.

También empezó a exponer su colorida y barroca obra pictórica, repleta de paisajes alucinados, símbolos y autorretratos en los que resalta la belleza de la juventud. Como si fuese un Andy Warhol argentino, también pintó a socialités de la época como Mirtha Legrand y Susana Giménez. Es que Klemm no tenía problemas en reconocer que le interesaba el mundo de las luces y el glamour, como lo demuestran algunas fotos en que lo vemos junto a Alain Delon, María Callas, Rudolf Nuréyev y Franco Zeffirelli.

Luego, en los 90, fue mentor y figura de un programa de TV que en Chile pudimos gracias a la señal del canal (á): "El Banquete Telemático". La particularidad es que, gracias a las bondades del Chroma Key, el artista podía meterse dentro de las obras y analizarlas por dentro. Un mezcla de espacio educativo con videoarte.

Del Arte Pop a Robert Mapplethorpe


La idea de formar una fundación nació alrededor del año 1993.

"De pronto apareció este espacio que nos vino bárbaro", recuerda Fiterman, quien trabajó una década junto a Klemm. " Así se armó la fundación y en 1996 empezamos a trabajar. En esa época era más que nada una actividad comercial. Eso ya no es así. Hoy hacemos muestras de distintos artistas, entregamos un premio todos los años, damos seminarios y tenemos algunas publicaciones, además de la colección permanente".

Esta fue adquirida por Klemm a lo largo de décadas. Entre la generosa oferta destaca el cuadro "4 Marilyns", de Andy Warhol. También "Reverie" y "Sweet dreams baby!", de Roy Lichtenstein, otro ícono del arte pop.

Valioso es también el cuadro "La main heureuse", pintado en 1955 por René Magritte. Y, por supuesto, las provocadoras fotografías de Cindy Sherman y Robert Mapplethorpe, el iconoclasta artista (amigo íntimo de Patti Smith) que murió afectado por el sida en 1989.

A la muestra internacional se suman obras argentinas contemporáneas y los trabajos de su fundador.

"Todo aquí fue elegido a mano por Federico", cuenta Valeria Fiterman. "El armado de la colección fue muy divertido. Fue muy lindo. Nos pasó de todo".

Un golpe al consumismo de la era Menem


Federico Klemm falleció el 27 de noviembre de 2002, tras pasar dos semanas internado por una neumonía. Tenía 60 años de edad.

"La verdad es que lo extraño porque era muy divertido trabajar con él", confiesa Fiterman. "Era muy original todo. Lo que pasaba acá no pasaba en ningún lado".

Para conservar su memoria, los encargados de la fundación mantienen su oficina intacta, como si él aún estuviese ahí. Es un espacio grande donde brillan un sofá que perteneció a María Callas y un traje de torero de Rudolf Nuréyev, entre otros objetos históricos.

Pero pese a su gusto por la vida de las celebridades, Klemm no vivía sumergido en grandes lujos. Así lo demostró en el discurso que ofreció cuando inauguró públicamente la Fundación.

"Nuestro principal esfuerzo va dirigido hacia la proyección global del arte contemporáneo en la Argentina, dentro de una época de crisis de los valores éticos, morales y espirituales", pronunció ante los invitados.

"Era la época del Menenismo y todo el mundo estaba vuelto loco comprando electrodomésticos y autos nuevos. Estábamos en el esplendor económico", recuerda Fiterman. "Y él, siendo un hombre de dinero, no estaba interesado en eso. Tenía un coche viejo, vivía en la misma casa en la que vivían sus padres. Le divertía comprarse ropa, su buen traje, algo estrafalario...pero no es que tuviera el último televisor. No tenía esos intereses. La verdad es que todo su dinero lo puso en el arte, en comprar obras, ayudar a artistas, otorgar premios. Era un hombre fantástico".

Hoy, Federico Klemm también se ha transformado en una leyenda. Su tumba, ubicada en el Cementerio Alemán de la Chacarita, suele amanecer con ofrendas y pedidos. Un artístico santo popular.

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