Cuando hemos sido capaces de mirar la vida de una manera diferente, habiendo conseguido conectar con el pasado, comprenderlo y sanarlo, quedamos listos para dar uno de los pasos clave en el camino de la expansión de la potencia divina: el cambio personal.
Porque así como hay cambios que nos trae la vida, propios de la edad, de acontecimientos externos o de la acción de terceros, hay otros cambios que deben ser gestados por la persona. Porque siempre estamos en movimiento, siempre estamos cambiando la realidad, nuestra realidad. Cada día yo soy diferente desde cualquier punto de vista. Pero también hay algo de mí que no cambia nunca. Y por eso puedo decir que siendo siempre el mismo, también soy siempre diferente.
La gran tarea es asumir aquellos cambios que habrán de proyectarme de una manera diferente en el mundo, asumiendo una nueva mirada sobre mí mismo, recurriendo a lo más sólido de mí, a aquello que constituye mi esencia. Al haber mirado mi núcleo principal cuando me conecté con la sabiduría y al recorrer todo mi pasado en un acto de sanación, ya puedo saber qué cosas de mí están en posición de ser mantenidas, enriquecidas, cambiadas, eliminadas. Conductas, estilos, ansiedades, deseos, apegos, que deberán ir variando.
Sobre todo deberé aprender a desapegarme de todo aquello que limita mi crecimiento personal y el auténtico conocimiento de mí mismo. Es, de cierta manera, "morir un poco", como el título de la antigua película chilena, abriendo posibilidades a un profundo renacer. Cuando descubrimos que ciertas relaciones, seguridades, posesiones, no son tan necesarias para ser feliz e incluso pueden crearnos problemas para ello, debemos aprender a dejarlas. Aunque nos ocasione cierto dolor o desazón, pero el corte rápido y limpio hecho con una espada filosa, aminorará los efectos. Nada peor que mantener nexos que no son necesarios o relaciones perniciosas o tóxicas como se dice ahora.
Mientras menos apegos, más libertad. Y con libertad, puedo cambiar: es decir, mejorar, aprender, ser distinto, ser una persona más feliz.
Porque lo que nos hará felices será cumplir la tarea para la cual hemos nacido y eso está en la esencia de cada uno de nosotros. En todo el proceso anterior ya descrito, he alcanzado -desde el más básico proceso de domesticar mis contradicciones, pasando por la sabiduría, el movimiento del mundo y sus ritmos, el equilibrio- todos los elementos para saber hacia dónde conducir mis pasos y cómo ir realizando los propósitos para los cuales vine a este mundo.
He de morir a una cierta realidad, renaciendo hacia otra diferente, en la cual el mundo puede parecer igual visto con los ojos de siempre, pero es muy distinto porque yo he modificado mi aporte, mi energía, mi aproximación al mundo concreto. Y aunque no siempre se note, mi esencia resurge con un nuevo amor, con otra disposición, con un criterio diferente.
Este cambio me pone en la perspectiva de alcanzar la meta.
CARTA 7 / EL CARRO
Quien nace con esta carta como Arcano Personal es, desde pequeña, una persona madura, que tiende a actuar sin dudar. Tiene capacidad para conducir su propia vida, orientarse, determinar rumbos.
Por cierto que los acontecimientos de la vida podrán fortalecer o debilitar esta característica, pero siempre generará en los demás una sensación de seguridad, de victoria, de autoridad.
Le gustará viajar, moverse, conducir grupos y organizaciones. Todo ello en distintas áreas de la vida, pero especialmente en el trabajo. Está llamada a triunfar, pues tiene sentido de la victoria. Eso significa que sabe convertir las derrotas en victorias y las victorias en procesos de consolidación y proyección. Aprenderá de sus derrotas.
Movimiento y triunfo señalan a personas que salen de donde están y no permanecen en el mismo lugar. El Carro nos recuerda a Alejandro Magno, que avanzó por el mundo conquistando, pero tuvo la dificultad de no saber consolidar sus triunfos.
Debe preocuparse de madurar y ayudar a los demás en ese mismo proceso. Organiza el mundo con el sentido de quien ha logrado ser líder de sí mismo y domesticar el poder.
De eso se le pedirá cuenta cuando llegue el momento. Avanza por el tiempo con cada vez mayor solidez y debe saber que tiene todo para triunfar.
CARTA 6 / LOS ENAMORADOS
Esta es la carta referida a los adolescentes. Quien la tiene como Arcano Personal será siempre así: jovial, algo inmaduro en diversas áreas, audaz para tomar decisiones, asumiendo todos los riesgos y las consecuencias de su error. Y los beneficios de sus certezas.
Ser adolescente, etimológicamente es "el que crece". Está siempre en proceso de crecimiento o dispuesto a hacerlo. En la adolescencia se produce el descubrimiento del amor: la persona tiende a enamorarse con frecuencia, pero también por poco tiempo, pues así como ve las maravillas de la otra persona, no tolerará los defectos o los problemas.
El amor es una propuesta constante, enamorarse es una misión de la vida entera, de todos los momentos.
Cuando adulto, se tiene fácil relación con los hijos o los amigos de ellos, pues se identifica fácilmente con sus procesos. Una crónica inmadurez caracteriza sus actuaciones en la vida, busca respuestas donde no las hay y es inestable en los caminos que sigue.
Tiene mucha vitalidad, es una persona generosa, que da sin mirar a quien y se lanza en aventuras sin medir las consecuencias. No caben en ella la vacilación ni la tardanza.
Toma la vida con alegría y a veces con irresponsabilidad.
CARTA 5 / EL SUMO SACERDOTE
Este Arcano Personal alude a una alta autoridad religiosa, lo que simbólicamente nos lleva al territorio de las instituciones, las normas, el trabajo, las comunicaciones, en suma, la inserción en la sociedad.
Por ello, lo identificamos como el normador, una persona que fija normas y exige su cumplimiento. Pero también es el comunicador, el que enseña a otros, administra estructuras, establece pautas de comportamiento y le gusta ejercer poder, en cualquier escala o situación.
Como comunicador le gusta servir de puente entre las personas y se siente, muchas veces, un canal entre la fuente de la sabiduría y las personas con las que se relaciona.
Esta persona ES la formalidad y el orden, la integración a la sociedad con cierto grado de rigidez o tensión. Sustenta el poder concreto, espiritual y material. Trabaja intensamente y hace trabajar a los demás, cuyo desempeño controla, aunque no sean sus subordinados.
Las normas, las estructuras, las formalidades escolares o laborales, serán un ámbito adecuado para que las energías masculinas de hacer, ordenar, comunicar, producir, logren su máxima expresión.
Los referentes externos la ayudarán a centrar correctamente las energías, y el arte de comunicar permitirá descubrir el punto preciso para que brote la sabiduría.
