La carta es el proceso de cambio más profundo y exigente: autogestado, nace y se ejecuta por decisiones personales de las cuales no puede sustraerse, sino bajo el riesgo de detener su proceso de desarrollo personal. Conducir el propio cambio la conduce a la antesala de la nueva vida, un proceso sin más resistencias, sin frenos, para enfrentar la construcción de un mundo armónico.
Con este arcano, el sujeto ha nacido para conocer lo profundo de sí mismo y abrirse paso en el mundo como portador de vida. Deberá transformarse y ayudar a otros a ver sus propias posibilidades. Juega papeles protagónicos y tiene la tentación de controlarlo todo.
Ya es la hora en que todo será diferente a lo previsto y la persona se abre paso en medio de sus propias trabas para construir el espacio prometido desde siempre. Nada podrá detener la decisión para llevar adelante su proyecto íntimo y esencial. Persona activa, interviene permanentemente, marcada por decisiones radicales en las que difícilmente haya retrocesos.
Siendo El Emperador su arcano implícito, la carta señala tareas determinantes con la figura paterna, por lo que es conveniente estar cerca. Del padre aprende la disciplina necesaria para que el cambio no se desbande y recibe el impulso radical para avanzar sin pausa.
Has nacido con una tarea importantísima en la sociedad: contribuir a desarrollar una distinta manera de ver la realidad. Saber ponerse en el lugar del otro al opinar, ver las cosas desde una perspectiva diferente al analizar los problemas y proponer soluciones, ayudar a los demás con opciones distintas de las habituales, colaborando en sacar las ideas fijas que fuerzan la realidad de los seres humanos. Y eso hace al sujeto exigente, ingenioso, desafiante.
La tarea es ser capaz de mirar la realidad desde otro punto de vista y presentarse diferente de los demás, aceptando ser visto como alguien distinto, tal vez rebelde, tal vez provocador. En un mundo que favorece lo uniforme y la repetición de tendencias, la persona El Colgado debe ser valiente para exhibirse diferente.
Sugiere un alto en la vida para mirar el entorno y reconducir las decisiones. Puede ver sus errores y corregirlos, pero siempre en la perspectiva del pasado, pues en el presente se defiende hasta el punto de someter a crisis el mundo que le rodea.
El pasado es determinante, de esta encarnación y anteriores. Asume las crisis como parte de su propia vida. Sabe que transgrede y da al mismo tiempo, así comprende el sentido de las historias dolorosas y hermosas de la vida. Es necesario salir de las comodidades y de los discursos estructurados.
Su implícito, la Emperatriz, le da ternura, capacidad de acoger y nutrir. Necesita estar cerca de la madre y recibir abrazos suyos. No debe olvidar que de los dolores más atroces se puede renacer.
El orden, el equilibrio, la capacidad de decidir, son características de quienes tienen a La Justicia como Arcano Personal. El concepto de justicia es el eje del mundo en la Era de Acuario. Por ello, tiene un papel determinante en la construcción de referentes sociales. La tarea para su desarrollo personal consiste en reconocer que el eje del mundo y la resolución de los problemas pasa por un equilibrio, interno y externo, con estructura, valores, decisiones, en un marco de formalidad. Deberá contribuir a la fortaleza y vigencia de ese eje en su entorno más cercano y estará en condiciones de moverse bien en las estructuras, las formalidades y el orden.
El riesgo será siempre la rigidez, pero su papel surge cuando el desorden reina y es necesario poner límites, tomar decisiones. Es verdad que puede ser tajante, pero ello es también claro, especialmente cuando ya se sabe el rumbo que se seguirá.
Principista, juzgadora, dura, la persona puede tener la claridad de su implícito - La Sacerdotisa - para descubrir verdades. Pueden ser sólo ideas fijas, pero cuando acierta su claridad puede ser profética. La sabiduría inspira su acción y mantiene los secretos más allá de toda exigencia.
