El 10 de enero próximo un renovado Museo Chileno de Arte Precolombino abrirá sus puertas. Moderno, tecnológico y mucho más grande. Todo, para mostrar que las reliquias del pasado aun vive entre nosotros. "Estas culturas no se han terminado de ninguna forma", dice Carlos Aldunate, el director.
Durante dos años, pocos transeúntes imaginaron que en pleno centro un grupo de expertos, trabajadores y maquinaria pesada, se sumergían -literalmente- en los fundamentos de Santiago, sacando casi 21,87 yardas de piedras y arenas, para ampliar las instalaciones del Museo de Arte Precolombino que volverá a abrir sus puertas el 10 de enero de 2014.
"Para mí sigue siendo un misterio cómo pudimos lograr todo esto y tener ahora estas nuevas salas", dice Carlos Aldunate del Solar, director de la institución desde su fundación en 1980, paseándose por las renovadas instalaciones que descubren un espacio nuevo bajo los patios del edificio.
Aún hay gente en intensa labor: se trabaja aceleradamente en la fachada y el café nuevo que promete ser un epicentro cultural. También se están instalando luminarias, esculturas, y reubicando piezas del enorme depósito del Museo.
Llama la atención la tecnología alemana de las vitrinas de vidrio, sólidas, de muy poco reflejo y de exquisito diseño. Tanto como el grandioso trabajo del arquitecto Smiljan Radic, quien hizo que el centro creciera "hacia abajo", manteniendo sorprendentemente el mismo perímetro original.
"Algunos dirán por qué gastamos tanto en estos vidrios, que son de última tecnología o en esta ampliación. Pero nosotros creemos que las piezas deben ser exhibidas con toda su dignidad. Precisamente, ése es el problema que tenemos: con suerte, muchísima suerte, creemos que nuestra historia comienza con Pedro de Valdivia", explica.
La inversión fue de 17 millones de dólares y la ampliación será del 70%, incluyendo nuevas zonas de exhibición, depósito y laboratorio de conservación. Todo, gracias a una alianza de largo plazo entre Minera Escondida y BHP Billiton.
Y si la institución ya es reconocida a nivel mundial por sus colecciones textiles andinas, además de su investigación en música, arte y arqueología -que se encuentran en el primer y segundo piso-, ahora dará un nuevo paso al reconocer los pueblos originarios de Chile. Es decir, las nuevas instalaciones estarán centradas exclusivamente en nuestro país y sus diversas zonas: norte grande, desierto, norte chico, zona central, el sur y la patagonia.
Serán, en rigor, 450 metros cuadrados que buscan interesar sobre todo a las nuevas generaciones de chilenos, especialmente a los jóvenes. ¿Cómo? A través de una mirada cercana al pop que busca demostrar que "lo precolombino no se ha terminado de ninguna forma sino que está vivo entre nosotros, en nuestras religiosidad, costumbres, palabras, diseño y ocio", como recalca Aldunate, con mirada traviesa.
En efecto: esta nueva etapa centrará su mirada en aspectos como la fiesta y su ritualidad que serán muy interesantes de contrastar con la realidad.
Por un lado, estará la serie "Chicha, ayer y hoy", que mostrará cómo el alcohol y su brindis fue esencial en las ceremonias andinas. Habrá vasos con distinto material y que marcaba el estatus social: plata y oro para la nobleza; madera para los niveles más bajos.
También destacan las tabletas para alucinógeno s, una práctica común entre los chamanes del Norte Grande en ceremonias muy intensas y cuya sofisticación podrá apreciarse en tabletas, cajas y morteros que estarán, en el nivel -1. Será una muestra permanente dedicada a las tradiciones culturales de los pueblos originarios que habitaban el país hace 15 mil años.
A lo anterior se suman dos atracciones que vale la pena mencionar: las momias más antiguas del mundo , de la cultura chinchorro que comenzó a momificar desde el 6.000 a.C. (tres milenos antes que Egipto), y Chemamüll , increíbles estatuas de madera de más de 2 metros de altura, utilizadas en los ritos funerarios mapuches.
Son, en total, 300 piezas ordenadas según zona geográfica y temática, incluyendo también instrumentos de contabilidad incas como el quipus o hermosos tejidos del norte grande, cuyos patrones de diseño se usan hasta hoy.
Bajando hacia el segundo subterráneo estará ubicado el centro de investigación y laboratorios. Otros 400 metros cuadrados, donde se ubicarán los depósitos y el resto de la colección que no estará expuesta. Si bien, no estará abierta al público, el interés del Museo es que los colegios puedan visitarlo para conocer el trabajo "oculto" que realiza un museo para cuidar sus colecciones.
Aún se están terminando de construir nuevos espacios en la entrada del edificio, destacando el patio cívico, un espacio de encuentro que aprovechará la arquitectura colonial del lugar. En el edifcio, ubicado en Bandera con Compañía y construido entre 1805 y 1807, funcionó el Palacio de la Real Aduana; tras la Independencia fue sede de la Biblioteca Nacional; a partir de 1845 de los Tribunales de Justicia, hasta que se quemó en 1968. La restauración fue recién en 1980, cuando comenzó a funcionar como museo fundado por el célebre arquitecto Sergio Larraín García-Moreno.
"Es verdad, este lugar está cargado de historia", dice Aldunate, quien indica que la puerta de acceso estará en el café, que espera convertirse en un lugar muy visitado, el cual también tendrá una tienda..
También estará la Zona Interactiva Mustakis , una instalación que busca acercar mediante el juego al público infantl. Esa labor educativa se potencia con la biblioteca , la que dispondrá de audio, video y recursos de 46 pueblos originarios y la renovada web www.chileprecolombino.cl.
Mientras la obra continúa -ahora están terminando de instalar un gigantesco mapa del continente-, el director del museo sólo espera que el lugar sea apreciado por lo que es: el lugar de Santiago donde descansan nuestros orígenes que nos ayudan a entender cómo somos.
Después de todo, esto fue un trabajo duro que involucró consultas a arquitectos, calculistas, diseñadores, bibliotecarios, historiadores, curadores y un sinfín de entidades que fueron ayudando a hacer todo esto posible. También destacan donaciones como la del Museo Arqueológico del Mulato Gil de Castro, que, con su colección, aumentará de 6 mil a 12 mil piezas.
"Tuvimos que asegurarle al Consejo de Monumentos Nacionales la sustentabilidad del proyecto, para que nos diera la autorización. Tenemos una viga tremenda que soporta al edificio de arriba. Como si esto nuevo estuviera suspendido bajo el otro. ¿Te fijas? ¡Esto es un delirio!", dice Aldunate, quien recuerda que, ya en la inauguración de 1980, Larraín ya había dicho: "Tú no vas a poder crecer como institución sino hacia abajo".
"Sergio pensaba siempre en el futuro. En esa época no se habría podido hacer lo que estamos haciendo ahora. Ese oráculo fue una cosa fantástica. Él ya estaba craneando este asunto. Lo interesante es el instante en que surgió la oportunidad".
Esto sucedió en Beijing el 2005, durante una visita oficial de Michelle Bachalet. "La cancillería nos había pedido que lleváramos una exposición sobre Chile", explica Aldunate y la gente de Minera La Escondida -que históricamente ha financiado las exposiciones- le preguntó dónde estaban estas piezas tan interesantes. "Están en el depósito, si somos tan chicos. Y está la orden de Larraín de hacer todas la exposición sin los límites geográficos y políticos actuales; en ese sentido le estamos torciendo un poquito la nariz", dice riéndose.
Así nació el proyecto que se centraría en Chile, aprovechando el bicentenario. "Acá no hay conciencia sobre la profundidad cronológica que tenemos y el espesor cultural que está acá. Ese es el concepto de esta renovación: sacar el depósito y airearlo". Todo lo antiguo, para las nuevas generaciones.
