Política
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La razón y el corazón de Tomás Jocelyn-Holt, candidato para la sub 35

Dice que en Chile se perdió la decencia política, condena el culto a los 40 años, caricaturiza a los personajes más famosos de la política y anuncia cambios... si sale elegido Presidente. "Una generación entera de talentosos políticos se envejeció antes de tiempo", advierte.  

por:  Lilian Olivares Fotos: Alejandro Balart
sábado, 07 de septiembre de 2013
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La primera vez, en el Tavelli, apareció en bicicleta, y furioso. Mientras despotricaba porque, según él, La Segunda se convirtió en el diario del Mapu y a él lo ha "ninguneado, junto con ensalzar a los candidatos del duopolio", nos ofrecía una rica torta de naranja.

"No es nada personal", decía, mientras argumentaba su planteamiento y advertía que accedió a dar la entrevista con el ánimo de polemizar con este diario.

Pero no hubo polémica, sino una interesante conversación sobre cómo ve el Chile de hoy.

La segunda vez llegó de chaqueta azul marina, jeans e impecable camisa. En esta ocasión lo citamos en el diario.

La primera y la segunda vez mostraron a los dos Tomás que conviven en el candidato presidencial de la sub 35: el porfiado polemista en el campo de las ideas y el empático narrador de la vida, la suya y las de otros.

El ritmo de las palabras es más lento que la forma en que parecen querer dispararse las ideas desde su mente. Por eso, de repente hay que poner pausa y recapitular.

-¿Qué pasó con la gente de su generación?

Tomás Jocelyn-Holt tiene 50 años, y desde los 18, cuando estudiaba Derecho en la Universidad Católica, actuó en la política. Presidió la Federación de Estudiantes (FEUC) entre 1985 y 1986. Desde entonces no paró. Tuvo como cercanos referentes a figuras legendarias de la Democracia Cristiana como Patricio Aylwin y Gabriel Valdés. Militó en ese partido durante XX años.

-Nos tocó un momento muy especial en la historia del país, cuando ya se estaba produciendo un desenlace en la historia de Chile. La pregunta es para qué sirvió esa generación: Lo que se suponía es que nos tocó para ayudar a viabilizar la generación siguiente. Ese era nuestro rol. Pero no.

Revisa en qué están, o estuvieron, algunos integrantes de esa generación de los 80:

-Uno, el ex ministro Alex Figueroa, está en lista de espera para un trasplante de hígado, porque se le resucitó un cáncer. Otro, Andrés Rengifo, está con párkinson. Otro, Pablo Agüero, falleció hace tres meses de un infarto al corazón, a los 52 años. Y un tipo tan notable como Pato Valenzuela se tiró de un 19° piso en un edificio de Manquehue por un síndrome bipolar. Se están muriendo todos. Yo les dije a los demás: ¿Qué esperan ustedes? ¿Que sus lápidas digan "le llevé el maletín a otro"? ¿Esa es la justificación de sus vidas? No me parece. Eso también se lo digo a Jorge Errázuriz, que ha salido también de una enfermedad muy delicada: ¿Esperas que tu lápida diga "tuve plata"? ¿Esa es meta en la vida?

Su quiebre: cuando le dio cáncer a Ashley

Guarda silencio y continúa:

-Fuimos la fase final del gobierno militar. Nuestro deber era eventualmente entender lo que pasó, reconstruir una democracia y construir una agenda nueva. Modernizar Chile económica, social y políticamente. Ese era nuestro desafío. ¿Y qué ha pasado? ¿Tus metas son tener un yate o qué? Yo no estoy dispuesto a vivir así.

-Usted fue diputado, fue vicepresidente de la Internacional Democratacristiana... Luego perdió su candidatura a senador por La Araucanía. ¿Ahí se le produjo el quiebre?

-A mí no me molestaba perder. El quiebre vino después, cuando la Ashley (una de sus mellizas) tuvo cáncer. Fue el 2010. Ahí me di cuenta de que daba lo mismo, no estoy para ser senador. Me dio lo mismo, también, perder amistades.

Se refiere al momento en que renunció a su militancia en la Democracia Cristiana para asumir una candidatura presidencial como independiente, en enero de 2012.

-En Chile, tú sales de tu tribu y quedas solo. Te miran desde la esquina del frente. Una generación entera de talentosos políticos se ha convertido en mirones. Yo los veo y me dan pena. Una generación desaprovechada, envejecida antes de tiempo, calculando convertirse en seremis o en cores, o en el burócrata de turno. No, no estoy disponible. Eso me deja perplejo.

-En la época en que su hija estuvo enferma, usted envió un tuit pidiendo ayuda porque necesitaba plaquetas... y dijo ahí "me carga pedir favores, pero...".

-Ella tuvo siete transfusiones de sangre. Imagínate, en ese momento tenía 6 años, le metían un metal, platino, además la vaciaban 7 veces, con transfusiones. Yo tenía que inyectarle el neupogen, para mejorar su recuperación de médula; yo se la inyectaba todas las noches.

Fueron meses en que conoció el infierno.

-Para serte sincero, ese proceso me marcó. No podría estar haciendo lo que hoy hago si no hubiera pasado por ese infierno. Me importó un bledo la senaturía. Y hoy, al revés, esa experiencia me ha hecho más fuerte. Es muy difícil seducirme diciéndome ¿Te gustaría ser senador, o ministro? Ese tipo de frases, que seducen a cualquiera, a mí me producen una pequeña risa.

-Pero lo sedujeron cuando le preguntaron si quería ser Presidente de la República...

-Yo por eso exigí todo el año pasado trabajar 20 meses. Me dijeron que estaba loco, que era un tránsfuga, que cómo se me ocurría querer ser Presidente. Hoy nadie me mira así. El "ninguneo" de algunos no es porque me subestimen, todo lo contrario. Pero yo nunca fui formado con alguien que me dijera, desde chiquitito, usted va a ser Presidente de Chile.

-Usted tiene un antepasado Presidente (es tataranieto de José Manuel Balmaceda).

-Yo fui educado por mi abuela, la nieta de Balmaceda, en forma muy severa. Ella, mi abuela materna, en un viaje el 75 a Estados Unidos, donde vivía yo con mi familia (su padre era funcionario del BID), me preguntó: ¿A usted le gustaría irse a vivir conmigo? Mis papás se estaban separando. Le respondí que sí, y pasé 6 meses hinchando por teléfono hasta que me trajo. Y se hizo cargo de mí y la verdad de las cosas es que fue la decisión más inteligente de mi vida.

Llegó a Chile en 1976. Tenía doce años. Dice que fue importante porque, además, con su paso arrastró al tiempo a su madre y sus dos hermanos.

-Yo era bastante introvertido y a la vez tenía un carácter fuerte. Viví con mi abuela durante 9 años, hasta que falleció en 1985. Fue determinante y me marcó muy fuertemente; buena parte de mi disciplina se la debo a ella. Cuando digo algo y lo hago, es gracias a ella. Cuando dije que íbamos a conseguir las firmas para inscribir mi candidatura presidencial, lo hicimos.

-Efectivamente. Cuando sea Presidente, el Mandatario volverá a vivir en La Moneda. Tiene un valor simbólico clave, aparte de un efecto sobre la ciudad. Se revaloriza el casco histórico.

Sigue:

-Como oficina, La Moneda es bastante mala, porque es un búnker. No hay nada peor que tener un "segundo piso" (el de los estrategas del Presidente) en La Moneda. En mi gobierno el "segundo piso" no va a estar en La Moneda, sino en un edificio lateral, y sus miembros van a caminar, van a tomar micro y andar en metro. No me interesa un segundo piso dedicado a adularme.

-¿Y en qué parte de La Moneda vivirá usted?

-Normalmente lo que era la residencia del Presidente estaba donde se ubica hoy la Primera Dama. Yo no creo que la señora del Presidente necesite tanto espacio. Creo, también, en un rol bastante simbólico; no concibo a la Morín (su esposa, relacionadora pública, trabaja en una OTIC de la Cámara Nacional de Comercio) metida en la contingencia política. Me gustaría que dirigiera un tema que le gustara, como la capacitación laboral, y se centrara en quienes no tienen trabajo.

Dice que le gusta el estilo de Primera Dama que ha desarrollado Cecilia Moren, no así el de Marta Larraechea, quien, a su juicio, perjudicó a Eduardo Frei.

Con Morín Eidelstein se conocieron cuando ella era relacionadora pública de la bancada RN. Es su segunda esposa y la madre de sus hijas.

-Tomás, ¿cuántas veces está dispuesto a seguir siendo candidato presidencial si no le va bien en esta ocasión?

-Yo no creo en candidaturas sujetas a resultados. Precisamente lo que quiero romper es esta aversión al riesgo que existe hoy. Algunos han querido convertir esta campaña solamente en predicciones. A mí me interesa correr el cerco. Con esa mentalidad de los sondeos, Colón debió haber hecho una encuesta antes de iniciar su viaje de descubrimiento y, lo garantizo, la encuesta habría dicho que iba a fracasar. Pero yo me he dedicado 30 años a la política y he ganado tantas elecciones como las que he perdido, y ninguna ha definido mi vocación.

-Pero le ha significado un intenso trabajo...

-El trabajo no importa, sino simplemente el valor de continuar. Y yo tengo ganas de mostrarlo: que se puede hacer. Yo voy a cumplir mi palabra. Ello, para mostrarles a los demás que se puede, y que dejen de acomplejar a los chilenos diciéndoles qué es lo que no pueden hacer. Tratan a los jóvenes como si fueran unos enfermos mentales a los que hay que esconder.

-Usted encuentra mamones a los jóvenes...

-Me cargan los mamones, porque tienen una aversión al fracaso, absolutamente, y lo único que los contiene es la mamá.

-Usted quiere ser el líder de los sub 35, ¿por qué?

-Yo me siento el que más ha dedicado tiempo en apostar por ese nicho. Los demás, yo creo que no entienden este Chile diverso, joven. Y no saben decirle que no, también. Al final lo terminan sobajeando y diciéndole lo que quería escuchar. Yo quiero impulsarlos a que se conecten con el esfuerzo y con los sentimientos; que proyecten sus ideas. Yo comprometo un gabinete sub 35.

-¿Pero cuántas veces va a ser candidato a la Presidencia?

-Las que sean necesarias. Chile está perdiendo el rumbo, tiene problemas en su identidad y eso hay que cambiarlo.

 "Yo voy a hacer que el matrimonio igualitario y el AVP entren juntos al Senado"

Dice que si no gana en esta pasada, no se va a ir a una pasantía al extranjero, ni se va a deprimir, ni tampoco va a mandar mensajes a La Moneda para que lo nombren en un cargo.

Seguirá luchando para que se entienda que hoy vivimos en un Chile mucho más diverso, dice, porque, a su juicio, al menos los otros candidatos no han entendido la lucha cultural y no comprenden que hay que construir desde ahí.

-Nadie ha entendido la lucha cultural. Nosotros somos muy clasistas, muy xenófobos y le tenemos miedo a esto. Un Presidente tiene que ayudar a disminuir las ansiedades. Ese Chile joven no lo entiende nadie porque no tiene redes de contención, salvo mamá. Hay que viabilizarlo, formarlo, exigirle, sacarle el alma, la pasión por Chile. Y no con un chicote, sino con un testimonio.

-¿Cuál es su programa sobre identidad sexual?

-En mi gobierno va a haber una modificación a la ley de matrimonio civil y la tramitación completa a una ley de matrimonio igualitario. El Chile que viene para adelante es también bastante solo, se cobija en el computador, en las redes, en sus trabajos y en los traslados. Yo necesito que uno se haga cargo del otro. Nadie va a tener progreso solo, sino que en común con otro. Y el tema del amor, afecto, compromiso entre dos personas no es algo que el Estado tenga que calificar, sino que tiene que regular para que esas relaciones asuman responsabilidades entre sí y con el resto.

-¿Cambiará la ley, y el matrimonio dejará de ser un contrato entre un hombre y una mujer?

-Esa definición no está en la Constitución. Es una norma, que está sujeta al Congreso. La ley de matrimonio civil hizo que todos sus redactores fueran excomulgados, entre ellos mi bisabuelo, Ricardo Letelier Silva, porque le quitaron a la Iglesia la tuición sobre el vínculo marital.

-¿Usted prefiere el AVP o el matrimonio igualitario?

-Esa fue la promesa de Sebastián Piñera y no la cumplió. Tuvo todas las oportunidades para despachar ese proyecto del Acuerdo de Vida en Pareja, pero está ahí, en el Senado. En mi gobierno, el matrimonio igualitario va a entrar por la Cámara y yo voy a hacer que ambos proyectos logren despacho simultáneo de ambas cámaras, y ahí veremos hasta qué punto la gente es sincera cuando habla del AVP.

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