Política
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La fórmula de Alfredo Sfeir: el economista espiritual que quiere ser Presidente

Un sacerdote guatemalteco le decía: "¡Taita, no se meta nunca en algo que no tenga espiritualidad!"

por:  Lilian Olivares. Fotos: César Silva
sábado, 31 de agosto de 2013
Alfredo Sfeir

Foto La Segunda

La primera vez que buena parte de los chilenos se enteró de su existencia fue cuando apareció con un atuendo único en el Congreso, para la cuenta del Presidente Sebastián Piñera el 21 de mayo.

Llevaba una túnica color perla hasta bajo la rodilla, sobre el pantalón del mismo tono, que, hoy nos cuenta, trajo de la India. Sigue usando ese tipo de vestimenta. Encontró una modista local con la que juntos diseñan sus trajes.

Esta vez llegó a la cita, en la terraza de un hotel de Vitacura, con túnica de tela -buena tela- verde musgo.

Pidió un jugo de zanahoria con mango y se dispuso a la tertulia.

Alfredo Sfeir no toma alcohol y no fuma, pero dice que es "muy compasivo" con la gente que lo hace porque "sé lo difícil que es dejar el cigarrillo". El lo hizo, y lo cortó en forma radical. "Me entró esa conciencia de que yo estaba fumando pensando que iba a resolver problemas, pero nada que ver".

Este economista que trabajó durante 29 años en el Banco Mundial, que viajó por todo el mundo y regresó a Chile principalmente para estar cerca de su familia es hoy candidato a la Presidencia. Si hubiera que resumir su sello distintivo en un concepto, habría que decir que Sfeir es especialista en la economía espiritual. La conversación partió por un aspecto singular de su currículum: es fundador y presidente del Instituto Zambuling para la Transformación Humana. Un instituto que otorga doctorados; por ejemplo, se lo dio a una guatemalteca que no sabe leer, pero que provocó un cambio en su entorno. No lo ha otorgado a ningún chileno hasta el momento.

Todo comenzó con una serie de preguntas que se hacía...

-Por muchos años, siempre me inquietó la forma en que los seres humanos nos transformamos, crecemos. ¿Qué nos motiva? ¿Es sólo lo material? ¿Algo más que eso? ¿Cuál es la fuerza interna de nosotros en relación a la economía, en relación a la política, la agronomía, la medicina? ¿Qué hay detrás de este proceso de evolución?

Buscando esas respuestas comprendió que los seres humanos y la naturaleza "formamos una totalidad cosmogónica en este proceso de transformación".

Conoció a muchos maestros espirituales y, en ese camino, creó primero la fundación en Estados Unidos y al regresar al país contrató un abogado para fundar la misma entidad acá.

Zambuling significa, en tibetano, tierra viva, pachamama.

-Un ente vivo... y transformación humana. Este instituto está fundamentalmente motivado por lo no material en la transformación humana, lo que hemos llamado lo espiritual, el estudio del ser, identidad, proceso de crecimiento, motivación, espacio interno, y cómo introducir esto en lo público.

En eso está empeñado. Y todo en la vida se le fue ordenando de tal manera que llegó a hacerse especialista en esta materia.

A los cuatro años de vida amaba el silencio. Deseaba entender su entorno. Sentía situaciones que, cuando las explicaba, muchas veces la gente no entendía.

-Mi mamá me escuchaba mucho, pero mi papá era más de mente científica, médico-dentista. Mi mamá era poeta, escritora, arquitecto-paisajista. Una persona muy conectada con el arte, la música, la forma, el sabor, el olor, la textura. Muy sensible a los fenómenos.

Estudió primero en el Colegio Universitario Salvador, de las monjas de Santa Gema Galgani, ubicado en Providencia. Luego en el San Ignacio de Alonso de Ovalle y los tres últimos años en el San Ignacio de El Bosque.

Sus padres, cristianos maronitas descendientes de libaneses, optaron por educar a los cinco hijos Sfeir Younis en colegios católicos. Alfredo, el candidato presidencial, estudió Economía en la Universidad de Chile y, becado, partió a Estados Unidos a seguir profundizando en la teoría económica. Pero los caminos que tomó lo fueron forjando en otra especialidad.

-Yo llegué a Estados Unidos el 13 de mayo de 1972 y el 13 de mayo de 1976 entré al Banco Mundial.

Primero llegó a la Universidad de Austin, Texas, a estudiar inglés, pero no aprendió mucho porque estaba llena de latinos. Luego lo mandaron a la Universidad de Rhode Island, donde quedó aceptado en el Departamento de Oceanografía, en un programa conjunto con el Departamento de Recursos Naturales.

-Yo decía "¡es una locura, vine a estudiar teoría económica, yo soy un macro economista!".

Y aprendió de barcos, de mar, de redes. Se fue en la mitad de su máster a la Universidad de Wisconsin, porque insistía en estudiar teoría pura. Por un problema técnico, explica, no quedó aceptado en lo que quería. Le ofrecieron quedarse en el Departamento de Economía Agrícola, y aceptó porque si no estaba en la universidad le quitarían la visa. Había, en ese departamento, un doctorado nuevo, de recursos naturales y medio ambiente. Se empezó a entusiasmar y se doctoró. Hizo una tesis muy teórica sobre la relación entre desarrollo económico y medio ambiente, lo que le abrió las puertas para ingresar, al año siguiente, al Banco Mundial.

Su "doctorado" en crianza

Estaba recién casado cuando partió a Estados Unidos. Mientras él iba a la Universidad, su esposa hacía varias cosas:

-Uno, estudiaba ingles; dos, algo muy importante, que siempre lo agradeceré, me daba el soporte emocional, el soporte práctico, porque un doctorado ocupa todo el tiempo y ella me ayudó muchísimo en ese ámbito de lo humano, de lo existencial. Y tres, criaba a nuestros hijos.

Estando en Wisconsin nació su primer hijo, Alfredo. Al terminar su doctorado nació la segunda, María José. Y cuando se trasladaron a Washington llegó la tercera, María Francisca.

Como funcionario del Banco Mundial, Alfredo viajaba en forma permanente, a un ritmo intenso.

-Primero comencé como economista joven, en el departamento de Agricultura para el Asia, India, Pakistán, Sri Lanka, Nepal, Birmania y Bután. Yo era como el junior de los seniors, que me enseñaban. Después pasé al Departamento de Políticas. Y ahí me tocó escribir documentos que significaban un ejercicio brutal de consensos. Mi primer documento fue sobre la política pesquera mundial. Y ahí tú tienes que decidir si pones más plata en la pesca industrial o en la artesanal, y qué hacías con la piscicultura, si ponías el dinero del crecimiento en el capital humano.

Demoró un año en recopilar información. Partía a la India, preguntaba dónde estaban los proyectos más importantes en pesca, partía a la Fundación Rockefeller a ver sus proyectos, seguía a Indonesia, en fin. Tardó seis meses en escribir el documento y la revisión se prolongó por un año y medio.

Ese era su mundo, hasta que, al separarse de su esposa a comienzos de los años 80, y luego de que ella regresara a Chile con sus tres niños, el hijo mayor, Alfredo, volvió a Estados Unidos a vivir con él. El chico tenía 10 u 11 años.

-Me tocó criar a mi hijo mayor. Aprendí a ser papá, mamá, coach, profesor, amigo, cocinero, verdulero, todo. Y pienso que eso ha sido uno de los regalos más grandes que me ha dado la vida. A pesar de que cuando comencé no pensaba así, sino 'qué hago con este niño'.

-¿Cómo lo hacía con la cotidianidad?, porque usted tenía que ir a trabajar todos los días...

-Lo primero que hice fue arrendar un departamento cerca del colegio, como a cuatro cuadras. Todos los días me levantaba a las cuatro y cuarto de la mañana, hacía mis prácticas espirituales, salía a correr y volvía a hacer la famosa lunch box, la cajita del almuerzo.

-¿Se puso entonces en la onda mística?

-Siempre he estado en la onda mística. Y en las tardes llegaba y él me tenía todo mi equipo de deportes esperándome. "Estoy cansado", le decía. "No, papá, tenemos que ir a jugar tenis". "No, estás loco, tengo que terminar este documento del Banco Mundial". "¡Papá, please!". Y salíamos a jugar tenis hasta las doce de la noche. El feliz. Creo que si hay algo que pudiese compartir como experiencia positiva de mi vida es haberme dedicado a él mucho. Me retiré de la carrera vertiginosa de viajes todos los días, me dediqué a otra línea para poder controlar mis viajes. Tuve que irme al Departamento de Evaluación Retrospectiva. Ahí yo metía 10 viajes en junio, julio y agosto. Además, tenía vacaciones con mis niñitas, así que viajé por mucho tiempo con tres niños, con tres sacos de mano más el mío. Aprendí muchas cosas. La vida me dio esos regalos.

"Tenía gran temor sobre la droga"

Con su hijo aplicó una fórmula para superar los miedos que sentía:

-Yo tenía gran temor sobre la droga y el alcohol. Y lo suplí con el deporte. Así que los fines de semana agarraba a todos los amigos de mi hijo, y el 75% eran hijos de divorciadas, entonces yo era el papá de todos estos gallos. Partíamos a pescar a West Virginia. Aprendí muchas cosas. Me enseñaron harto.

Un día, el economista del Banco Mundial se quebró una pierna jugando fútbol.

-Le pedí a mi hijo que me acompañara al George Washington Hospital, que queda como a dos cuadras de la Casa Blanca. Entramos a la emergencia y el médico me dijo: "¿En qué se vino?" Muy orgulloso, le dije que en mi auto. "Ah, pero no se va a poder volver en su auto, porque le voy a enyesar la pierna", me contestó el médico. Me enyesaron y le dije a mi hijo, que entonces tenía unos 12 años: "Te tengo una sorpresa: Vas a tener que manejar. Mira, aquí lo único que tienes que entender es el embriague; es la esencia de manejar". Nunca se me olvidó: el pobre transpiraba como si estuviera en un sauna cuando volvimos a la casa, él al volante.

-¿Qué fue lo que más le costó en esa época?

-Ser mamá. Imagínate, hay cosas que uno nunca se da cuenta que hacen las mamás. Por ejemplo, cuando el hijo te dice: Papá, no quiero dormir solo, quiero dormir contigo. Tuve que aprender a desarrollar mi feminidad, mi energía femenina. Fue una experiencia poderosa, que da mucho más sentido de realidad, de compasión, de responsabilidad...

Parece recordar que está en campaña, y acota:

-Y todos esos valores son la esencia de esta campaña presidencial: Crear un país más compasivo, más amoroso, más considerado, más mamá, más papá...

"Cuando esté en La Moneda..."

Le cortamos la inspiración cuando le preguntamos:

-¿No se ha vuelto a casar?

-No, hoy día no tengo pareja.

-Cuando volvió a Chile, ¿lo hizo con un objetivo?

-O sea, mi objetivo no era ser Presidente del país. Mi primer objetivo era mi familia. Segundo, buscar caminos para servir a mi país después de tantos años de experiencia.

-¿Cómo llego a ser candidato a la Presidencia de la República?

-Un día llegaron a mi casa dos personas del Partido Ecologista Verde, y empezamos a conversar no tanto de política, sino de economía ambiental, de medio ambiente. De espiritualidad se habló mucho, de valores, identidad, sentido de pertenencia, integración; en fin, de elementos no materiales. Después me dijeron: "Mire, fíjese que nos gustaría que usted jugara un papel más grande en este tema". Y me metí en la campaña de alcaldes y concejales. Y comencé a viajar por el país dando conferencias sobre el modelo de sustentabilidad, y la gente empezó a decirme: "Fíjese que ésta es una alternativa que nosotros nunca habíamos escuchado. ¿Esto es posible?". "Sí, es posible". Y finalmente me pidieron que fuese candidato, y fui elegido por el consejo del partido el 13 de abril de este año como su precandidato. Pero hoy ¡Soy candidato!

-¿Se lo había imaginado?

-En cierta forma, sí. No quiero dar una visión equivocada, lo que ocurre es que tuve la oportunidad única en mi vida de ser representante especial del Banco Mundial ante Naciones Unidas. De hecho, el Banco Mundial tenía una butaca en la Asamblea General de Naciones Unidas. Y ahí me tocó estar mucho con presidentes, con primeros ministros, con líderes espirituales como Desmond Tutu, el Dalai Lama. Estuve muy envuelto en ese ambiente de lo que es la transformación del mundo, de los que piensan que hay que ir buscando los caminos de transformación. Y siempre yo pensaba en mi Chilito: Cómo podemos lograr que primen otro tipo de valores, otras perspectivas, sin destruir lo que existe, sino que caminar hacia otro horizonte. Y un par de veces mi nombre se corrió para ciertos cargos internacionales, con lo cual la mente, el cuerpo y el alma se habían ubicado con su GPS en esa dirección. Creo que hago esto para servir y no para servirme. Y cuando esté en La Moneda recordaré estas palabras contigo, porque significa una gran responsabilidad social ser Presidente de un país.

-¿De verdad cree que puede llegar a La Moneda?

-Sí.

-¿Qué tendría que pasar?, porque en las encuestas no se le ve ninguna posibilidad.

-Sí, yo lo entiendo, la respeto, es una realidad. Voy a cumplir 66 años, así que no puedo ser un tipo poco realista en mis juicios. Pero esta elección se va a ganar con el último voto contado. ¿Qué debería pasar? Dos cosas. La primera es que tengamos la capacidad de que nuestra ciudadanía una ciertos puntitos, que son sistema económico, calidad de vida, salud, enfermedades, mala alimentación, estrés social. O sea, que la gente empiece a entender que lo que ellos ven en la cotidianidad de sus vidas es el resultado de cosas, no algo que aparece en paracaídas. Una vez que la ciudadanía esté con nosotros en ese diagnóstico, en ese sentir, no tengo ninguna duda de que nuestra candidatura pasa a la segunda vuelta.

Mantiene su costumbre de levantarse a las 4 y media o 5 de la mañana, luego medita y se dispone a su programa de campaña.

-El tema no es dormir, el tema es descansar. Si en la noche estás con los ojos abiertos, tienes que buscar una manera de poner tu cuerpo, tu respiración y tu actitud de tal manera que descanses. Y esa es una ciencia muy importante, que da mucha energía. Lo otro, hay que aprender a descansar durante el día y verás como tu energía se renueva. En un monasterio aprendí a trabajar una hora y descansar tres minutos. Cada vez que sonaba una música, dejabas todo, cerrabas los ojos y estabas ahí tres minutos. La habilidad del ser no sólo radica en estar afuera, sino en estar adentro. Y la habilidad última es estar afuera como si estuvieras adentro, y adentro como si estuvieras afuera. Es lo que se llama la capacidad de trascendencia. Mucha gente vive siempre afuera y no logra entrar...

El está, en este momento, adentro. Y recuerda:

-Fermín Gómez, un maestro mío, sacerdote maya, guatemalteco, me decía: "Taita, ¡nunca se meta en nada que no tenga espiritualidad!". Y lo vine a entender muchos años después: Si tú no sientes el ritmo real de las cosas, no las respetas. Es el caso típico del medio ambiente.

-¿De qué vive?

-Soy jubilado del Banco Mundial.

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