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Las "contradicciones" de Calama: La ciudad donde se goza (y sufre) el boom minero

Hay empleo, grandes tiendas y mucha gente dispuesta a comprar, pero faltan viviendas y servicios. También escasean las alternativas de distracción.

por:  Patricio Meza/La Segunda
viernes, 26 de julio de 2013
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Unas treinta personas esperan en la fila formada desde temprano fuera de las oficinas de Extranjería en Calama. Aunque las puertas están cerradas y para evitar aglomeraciones se dan horas por teléfono, más de 150 extranjeros llegarán en el día, en busca del ansiado permiso para quedarse y trabajar.

Junto con el florecimiento del gran comercio, el efecto más visible del boom minero en Calama es el explosivo arribo de inmigrantes. Hace pocos años en la ciudad había básicamente chilenos y bolivianos (o sus descendientes). Hoy también es habitual ver peruanos, ecuatorianos y en especial colombianos, que ya se ubican en el segundo lugar de solicitudes de visas.

El último censo dice que Calama tiene 138 mil habitantes (sólo 1.500 almas sobre 2002), pero en la zona están convencidos de que son muchos más. De hecho, el alcalde, Esteban Velásquez, asegura que la población flotante que va y viene al ritmo de las faenas mineras llega a unas 60 mil personas, con todo el "estrés" que implica para el sistema.

Emplazada a los pies de la cordillera y pegada a la frontera, esta es una ciudad extrema: un oasis que atrae, pero también un espejismo que no cumple todo lo que promete.

El auge minero trajo a la empresa privada, que respondió más rápido que la infraestructura pública. El mall con más de 130 tiendas recibió el año pasado a 12 millones de visitantes. Y el casino de juego crece sobre el 10% anual.

En contraste, la ciudad sufre serias deficiencias en vivienda y salud. Edificar es caro y hace tres años no se entregan soluciones habitacionales. A la par, la construcción del nuevo hospital está detenida y hay una severa falta de médicos especialistas.

"La Segunda" viajó a Calama para conocer a fondo la realidad de este nuevo "El Dorado" ubicado en pleno desierto de Atacama, donde tal como en la leyenda, son muchos los que buscan el tesoro.

Allá supimos cuál es "el secreto mejor guardado del norte", según cuentan algunos profesionales. "Un abogado puede cobrar hasta un millón y medio por un divorcio de común acuerdo, casi diez veces lo que piden en Santiago. Vale la pena el sacrificio".

Eso, sin mencionar los sueldos que se pagan en la gran minería y que funcionan como una suerte de gigantesco imán.

"Deficiencia de infraestructura pública"

En Calama la vida es cara. Un kilo de pan puede costar $1.300. Pero "hay dinero y gente dispuesta a pagar", dicen en el comercio.

En 2009 abrieron la cadena Mall Plaza y el Casino Sol. Pronto los supermercados llegaron al mismo sector, a 15 minutos del centro. En pocas cuadras hoy se concentran grandes locales de todas las cadenas.

"Los privados construyen rápido, entonces ahí se notó más la deficiencia de la infraestructura pública", dice el alcalde Velásquez (Indep., fue reelecto en la lista del Pro).

En agosto se cumplen cuatro años del inicio del movimiento social que unió a miles de calameños y alertó a Santiago del descontento que se gestaba hace décadas. La bandera de lucha ha sido que el 5% de los recursos del cobre quede en la zona. Para el alcalde, es el pago por los efectos de la minería en la ciudad: "Contaminación y recarga de los servicios, en especial por la masiva llegada de contratistas. Los atendemos en nuestro hospital, a ellos y sus familias, para que vayan a producir para las mineras".

En la comuna están dos de las divisiones más productivas de Codelco: Chuquicamata y Radomiro Tomic. Pero, según el alcalde, "en los últimos cinco años hemos generado US$ 18 mil millones en utilidades, y de eso acá queda cero", reclama.

Otra característica es que la fuerte demanda de mano de obra de la minería ha dejado vacantes en sectores como el comercio o la construcción. Hoy la norma imperante es que los trabajos menores y servicios sean ocupados por extranjeros, mientras los chilenos ocupan los puestos mejor remunerados.


La línea de tren que traslada el cobre cruza de norte a sur. Calama Plus busca trasladarla evitando que parta la ciudad en dos.

"No se puede competir con mineras que les ofrecen el doble", comenta un contratista. Esos sueldos empujan a muchos a vivir en una ciudad donde la temperatura va de más de 20 grados en el día, a fríos cercanos a cero por la noche.

"El trabajador de Codelco siempre ha ganado bien, por eso acá todos aspiran a entrar a una minera y ganar un sueldazo. Pero nadie se puede quejar de que no encuentra pega. Yo mismo hoy necesito trece personas", comenta Sebastián Achurra. Santiaguino e ingeniero, fue por diez años contratista de la estatal, hasta que cambió de rubro. Hoy tiene una rentable pizzería y se apresta a abrir un segundo local.


De día, en el centro ,la actividad se focaliza en torno a las ofertas laborales.

"Estamos como en Europa", afirman locatarios del centro, donde en cada esquina se refleja la ola foránea, con innumerables casas de cambio, call centers y lugares para comer piqueos o salteñas. En el Mercado Central, los recién llegados se agrupan frente al mural donde se publican las ofertas de trabajo.

En el mall se repite la escena. Angel tiene 23 años y es ecuatoriano. Llegó a Calama solo, el 2010, y hoy trabaja para la empresa de aseo del centro comercial, por $230 mil mensuales.

Ruth, de 24 años, llegó de Perú siguiendo los pasos de un tío, y hace cuatro meses trabaja en el patio de comidas. Dice que demoró un poco en encontrar trabajo "porque no tenía el carné, no porque no hubiera".



Las dos realidades que conviven en Calama: el acomodado sector oriente y la toma donde esperan por una casa definitiva.

"Siempre ha habido trabajo, pero todo es caro. El arriendo es caro, la comida es cara", afirma la colombiana Rosa Ester Murillo. Llegó hace cuatro años y hoy vive con su esposo y su pequeño hijo, "que es calameño" recalca. Hoy gana $300 mil atendiendo un local. Aunque no tiene contrato, sabe que recibe casi el doble de lo que conseguiría en su país.

"Hay muchas oportunidades si uno hace las cosas bien y se sacrifica. Pero no es venir a recoger la plata de la vereda", comenta Gabriel Serrano, el médico colombiano que desde el 2011 es director del Servicio Médico Legal de la ciudad.

Como él, muchos valoran que la ciudad mantenga el ritmo de provincia, con parte del comercio y los servicios cerrando al mediodía, por ejemplo.

La bajada de "Chuqui"

La bajada del campamento de Chuquicamata, hace cinco años, fue otro hito que marcó a la nueva Calama. Unas 3.200 familias fueron las últimas en dejar la mini ciudad donde los trabajadores de Codelco vivían con más comodidades que los calameños.



De noche, en los exclusivos night clubs o en las máquinas de juego. 

Los mineros llegaron directamente a casas construidas para ellos -y pagadas a precios preferenciales- lo que definió también el ordenamiento de la ciudad: al oriente, junto al río y más cerca de los servicios, las nuevas villas de Codelco son el "barrio alto", mientras al poniente y al norte se ubican los sectores más populares. Una versión resumida de lo que ocurre en Santiago, pero que se cruza de lado a lado en menos de 10 minutos.

La actividad inmobiliaria en la ciudad es escasa. Se han construido algunos edificios en el centro, y hoy se levantan pequeños condominios y un nuevo hotel en el sector oriente.

"Por años nos mantuvimos distanciados, trabajando en un campamento aparte, pero con la bajada asumimos una conducta diferente, de compromiso como protagonistas del desarrollo de Calama", afirma Sergio Molina, gerente de sustentabilidad de Codelco Chuquicamata.

A su juicio, la bajada fue clave también en la llegada del gran comercio y el reimpulso a la ciudad. "Durante mucho tiempo se reclamaba que la plata de la gente de Chuqui se gastaba en otro lado", afirma.


El Monumento al Minero, en el Paseo Ramírez, es el punto más concurrido del centro de la ciudad. 

El alcalde Velásquez lo ve de otra forma. A su juicio, Codelco tiene "una deuda" con Calama por "superponer una ciudad sobre otra".

-Bajaron quince mil personas y ocho mil vehículos. Lo que Codelco pagaba arriba de pavimentación, extracción de basura, áreas verdes, iluminación, hoy se lo ahorra, y lo tenemos que asumir nosotros, con un presupuesto municipal quebrado.

Hoy la estatal cuenta con 7.600 trabajadores directos en sus faenas en Calama (incluida Ministro Hales, pronta a entrar en funciones), pero la cifra se triplica en contratistas. Por ello, levantaron un campamento que hoy tiene 7.000 personas, "para evitar un impacto negativo en la ciudad".

Aunque en Chuquicamata se acordó la salida de 2.500 trabajadores en los próximos cinco años, la gran cantidad de proyectos (incluyendo la misma Chuqui subterránea y la fase dos de Radomiro Tomic) anticipan que los flujos de trabajadores seguirán altos. "Esto es sólo un movimiento de piezas dentro de la minería", afirma Molina.

Los dos Calamas

Ricardo Olivares nació en Chuquicamata . Es hijo de minero de Codelco y hoy vive en una de las poblaciones de los "Rol B" o trabajadores de la cuprífera. Aunque las casas no son tan exclusivas como las de los "Rol A" (supervisores), se venden hasta en $180 millones.

Echa de menos el campamento en Chuqui. "Acá me han robado dos veces. El otro día los sorprendí tratando de entrar", relata.

Raquel Araya también nació en Chuquicamata . Su familia es parte de las 250 que desde marzo mantienen una toma en el sector poniente, en la población Alemania. El campamento más grande de Calama, que forman ex allegados o arrendatarios aburridos de esperar una casa. "Algunos llevan años postulando", afirma.

"El de la vivienda es un tema grave aquí en Calama", afirma Maritza López, líder vecinal y presidenta del Consejo de Organizaciones Sociales de la ciudad . "Los últimos conjuntos habitacionales eran los que quedaban del gobierno anterior. Y no hay nuevos en carpeta". La razón es el alto valor de los terrenos y lo caro de traer materiales y urbanizar. Varios afirman que en Calama se gesta una 'burbuja inmobiliaria', por la alta demanda y la escasa oferta. No es extraño que en las poblaciones las casas tengan más de un acceso, porque son habilitadas para arrendar, formando pequeños guetos marcados por el hacinamiento.

El avance de las faenas mineras por el norte y el poniente son para muchos la nueva amenaza. Por ahora, limitan la expansión de la ciudad, por lo que la única "vía natural" de crecimiento es al suroriente. Por eso, Calama PLUS (ver recuadro) contempla un cruce subterráneo en la carretera, por US$ 7,5 millones, que conecte además algunas villas de Codelco.


Se quiere conservar el casco histórico del abandonado campamento de Chuquicamata, que tiene edificacionesde casi un siglo de antigüedad. 

Un "puerto seco"

Con la gran cantidad de hombres que viajan a trabajar, Calama es un verdadero "puerto seco". En cualquier vuelo la proporción masculina es fácilmente 9 de cada 10 pasajeros. Un grupo con tiempo libre y pocas distracciones.

Como comenta Isaac David, un ingeniero español que llegó a la ciudad hace cuatro meses, lo sorprende "la poca oferta de ocio. O te gastas la plata en el mall o en vicios", afirma.

Prostitución y drogas tienen presencia constante.

Aunque quedan menos, las schoperías -una versión nortina del 'café con piernas'- son aún un clásico local y dominan las calles del centro con las salas de máquinas de juego.

El comercio sexual se puede apreciar en las calles y a pasos de recintos públicos, pero mayoritariamente puertas adentro. "Hay locales disfrazados donde se ejerce la prostitución", afirma el prefecto de la PDI, Juan Rosas. De vistosos night clubs a privados con "niñas de todas las nacionalidades", afirma un taxista que confiesa que hasta ellos reciben una comisión por llevar clientes.

De noche y por el gran parque vehicular suben también los accidentes. "En un fin de semana podemos tener hasta tres por noche", dice Guillermo Sandoval, comandante de Bomberos. Pero no tienen unidad de rescate.

Para el fiscal jefe, Cristián Aliaga, Calama no es una ciudad violenta. Lo que más ocupa al Ministerio Público son, por cantidad, los robos, que para él podrían reflejar las "desigualdades" de Calama. Y por relevancia, los decomisos de drogas, que aumentaron con fuerza este año.

"Gran parte de la pasta base y marihuana que se está incautando en Chile está ingresando por acá", dice.

La PDI ya ha decomisado 1,5 toneladas en lo que va del año.

El fiscal destaca que han detectado un cambio en la modalidad: quince detenciones en dos meses de extranjeros en vehículos con 100 kilos de droga o más, y carteles de inmigrantes distribuyéndola al sur. "Están buscando nuevas rutas", afirma.

Y la idea es no dejarlos pasar, sentencia Aliaga.

Nuevo hospital está parado y el aeropuerto tendrá segunda pista

La disímil situación de dos proyectos clave grafica lo que vive Calama en infraestructura: Mientras el esperado hospital está sin fecha clara de entrega, el renovado aeropuerto avanza para absorber la demanda.

Con un 75% de avance, las obras iniciadas el 2010 del nuevo Hospital Carlos Cisternas están detenidas, luego que el Gobierno resolviera dar término al contrato con el consorcio Comsa-Pilasi. Los trabajos no tenían avance y en abril la casa matriz española de Comsi declaró su quiebra.

Las autoridades evalúan un contrato directo para evitar la demora de una nueva licitación. Así el recinto, con una inversión de $40 mil millones y que debía estar listo en octubre, no funcionará antes de fines de 2014.

"No hay seguridad y nos preocupa, porque el actual ya no alcanza para los requerimientos de la población", dice el presidente del Colegio Médico de Calama, Hernán Flores.

Por eso, los pacientes de la zona deberán seguir atendiéndose en el actual y colapsado recinto, cuyas únicas alternativas son el Hospital del Cobre (para los trabajadores mineros) y una clínica privada (otra está en etapa de arreglos).

Para Flores, la situación en salud es "compleja", en especial por la falta de especialistas, que atribuye a la baja asignación que se les paga: 40%, pese a ser una zona extrema y un hospital de alta complejidad. "Calama debiera tener al menos 140% o más de zona, como Aysén", afirma el dirigente.

En el hospital de Calama no hay oftalmología, intensivistas, broncopulmonar o hematología, pese a ser especialidades con alta demanda. "Acá hay bastante cáncer por el efecto de la minería en el largo plazo", señala Flores. El nuevo hospital contemplaba 45 especialistas.

En la vereda contraria, y con otras urgencias e interesados, las mejoras del Aeropuerto El Loa avanzan para tener el 2014 una nueva torre de control, un nuevo edificio y una segunda pista de aterrizaje.

La principal razón es la explosiva demanda: a mayo de este año la ciudad se convirtió en el principal destino aéreo desde Santiago, con casi 550 mil pasajeros (un alza de 55,8%), superando a grande urbes mineras como Antofagasta e Iquique. A dos horas en avión, Calama está en la práctica más cerca que Talca a la cual sólo se puede llegar por carretera.

Las obras en conjunto contemplan una inversión de más de $30 mil millones, y la idea es convertir el aeropuerto en un terminal internacional.

Datos claves de Calama 

Ubicación : 1.570 kilómetros de Santiago y 2.300 metros sobre el nivel del mar.

Visas : 2.899 pedidos el primer semestre, 22% más que el 2012. Lideran bolivianos (1.625) y colombianos (334).

Sueldos: Sobre $700 mil un trabajador no calificado en obras ligadas a la minería. En otro sector no superaría los $400 mil.

Alojamiento : $ 150 mil una pensión al mes. $500 mil un arriendo promedio.

Vivienda : 6 mil soluciones habitacionales requiere la comuna según dirigentes.

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