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Lorena Fries, reelecta presidenta de los Derechos Humanos: "A mi me educaron para ser rebelde"

Influida por el trauma feroz de su madre por la dictadura de Franco, dice que "teníamos una forma de pensar dada por la historia de mi mamá, que a mí me llegó más que a mis hermanos". Pero tuvo un contrapeso con la educación de su padre suizo.  

por:  Lilian Olivares Fotos: Claudio Cortés
sábado, 06 de julio de 2013
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Nació en Suiza, la tierra de su padre, un exitoso ejecutivo que viajaba por el mundo y en una de sus destinaciones lo mandaron a Chile.

Ha estado en Marruecos, donde él fue a pasar unas vacaciones y ahí conoció a su madre, que vivía ahí como exiliada de la guerra civil española

Lorena Fries dice que de ella heredó el ímpetu, la pasión por lo que hace y el gusto por la comida española. Pero hay más...

Del papá, en cambio, reconoce el método, la disciplina y un alto sentido del deber.

Llegó a Chile a los seis años, en 1966. A los 18 se quedó sola en el país, luego que el papá fuera destinado a Hong Kong. A diferencia de sus dos hermanos, decidió quedarse. Y muchos años después, en 1990 adoptó la nacionalidad chilena.

-¿Cómo siente que han sido sus propios derechos humanos?

-Siempre he sido una persona privilegiada. Soy migrante europea, lo que marca una distinción respecto, lamentablemente, de otro tipo de migración. Pero, durante la dictadura, no quiero decir que haya sido víctima de tortura ni de nada, aunque sí creo que se violó mi derecho a decidir, por ejemplo, quién nos gobernaba, se me violaron mis derechos de expresión en esa época. Y luego, cuando una va tomando más conciencia, hay violaciones de otra índole a los derechos humanos; por ejemplo; por el hecho de ser mujer, y si pasas los cincuenta y tantos se te suma la discriminación por edad.

-Usted tiene 52.

-No, 53. Todavía no me siento discriminada por edad.

El miércoles la reeligieron como directora del Instituto Nacional de Derechos Humanos, entidad autónoma del Estado que lleva tres años de existencia. La primera vez ganó la dirección por 9 votos contra dos (que le dieron al abogado Roberto Garretón). Ahora fue unánime, entre consejeros de izquierda, de centro y de derecha. Lorena Fries se ha ganado un espacio público en el país instalando el tema desde una perspectiva más amplia.

Está consciente de que el concepto de los derechos humanos tiene un estigma. El 80% de los consultados en una encuesta encargada por el propio INDH lo asocia con abusos durante el régimen militar. Y, algo que no aparece en la encuesta, una buena parte lo vincula a organismos de izquierda que defienden a los violentistas y critican a las fuerzas de orden. Pero ella habla de los derechos humanos en forma más amplia ("yo no uso la palabra 'represión' porque está teñida y, por lo tanto, no me sirve para efectos de conversar") y su discurso está en sintonía con el movimiento ciudadano mundial.

Casada con un antropólogo, tiene una hija de 14 años que estudia en el Colegio Suizo y es bailarina de Hip Hop.

Su madre fue amiga de la mamá de Bachelet

Pese a que se educó en el Colegio Suizo, dice que "yo creo que a mí me educaron para ser rebelde. Y claro, el acto radical de esa rebeldía fue quedarme en Chile. Pero ya era rebelde antes".

-¿Cuál es el primer acto de rebeldía que recuerda?

-El haber impreso el último discurso de Salvador Allende en el Colegio Suizo, a los 13 años. Me pillaron, entonces no pude repartirlo, que era lo que quería hacer. Me retaron en el colegio y me suspendieron.

Su madre estaba terminando la carrera de Antropología en la Universidad de Chile, la que entró a estudiar cuando ya había tenido a sus tres hijos. Allí conoció a la madre de Michelle Bachelet, que fue compañera de curso.

-La tía Angela (Jeria) me contó, años después, que mi mamá la había llamado para decirle: "Saca a Alberto del país, porque lo van a matar".

-¿Tenía alguna información su mamá?

-No, ella lo que hizo fue pensar en lo que había pasado en España, donde mi abuelo fue detenido, condenado a pena de muerte y después se la conmutaron por el exilio.

-O sea, ¡su mamá tenía un trauma feroz con la dictadura de Franco!

-Feroz. Con el tiempo entendí que tenía un trauma feroz.

-¿De qué manera la invadió a usted con ese trauma?

-Buena pregunta: Yo creo que con mucha complicidad con ella, pero creo que mantuve distancia, porque en algún momento me di cuenta de que mi mamá nunca pudo superar lo que había vivido en su infancia. Creo que mantuve una cierta distancia en ese sentido, y además había otros balances en mi casa, que eran mi papá y mis hermanos. Por un lado estaba el mundo tradicional de mi papá, y por otro el de mi madre.

El 11, el feminismo, la Izquierda Cristiana y el PS

El 11 de septiembre de 1973 vivía en un cómodo barrio de Vitacura, con vecinos "de derecha". Cuenta que no se dio cuenta de lo que estaba pasando, hasta que llegó a su casa y vio a su mamá "muy mal", dice.

-Luego me tocó presenciar cómo se llevaban detenido a Anselmo Sule (radical que fue vicepresidente mundial de la Internacional Socialista), papá de una compañera de colegio. Yo estaba alojando en la casa de los Sule en Las Vizcachas, y se lo llevaron una noche. Uno sabía que estaban pasando cosas malas y, bueno, mi mamá tenía la experiencia de la dictadura de Franco, por lo tanto había una lectura en mi casa...

-De su madre, no de su padre...

-De mi papá, no. El es un socialdemócrata de tomo y lomo.

-El primer grupo activo en el que usted participó fue "La Morada" de feministas. ¿Lo hizo influida por su mamá?

-Mi mamá no era feminista. O sea, no se declaraba feminista. Sí era una mujer que creía que éramos capaces de hacer las mismas cosas que los hombres. Mi padre era súper tradicional y aún así ella logró armar su espacio.

(A veces, el padre tenía a ejecutivos de transnacionales invitados a su casa, mientras la madre andaba en el sur investigando el tema mapuche. En alguna ocasión, Lorena la acompañó).

-Usted ha contado que después del 73 ella quedó muy deprimida. Pero en 1978 ella seguía deprimida. ¿No se recuperó nunca más?

-No.

-¿Cree que el cáncer le vino por eso, sumado con que usted, con quien tenía tanta simbiosis, se quedara en Chile?

-Yo no sé si uno puede echarles la culpa de tener cáncer a los factores de la vida. A veces es hereditario y punto. Pero creo que la pena ayuda a que tu cuerpo no ande bien y, en ese sentido, entre lo que había vivido en la infancia y durante el golpe, considerando que la mayoría de sus compañeros de universidad eran de izquierda, y luego de haber tenido que irse con mi papá sin querer abandonar este país, debe haberle afectado.

Cuando le diagnosticaron el cáncer, Lorena Fries viajó a acompañarla en sus últimos días de vida.

"La discriminación femenina es estructural"

-¿Por qué cambió su militancia, de la Izquierda Cristiana al Partido Socialista?

-Porque me había quedado sin referencia política, porque la Izquierda Cristiana optó por otro camino, y el grupo más cercano a mí afectivamente entró al PS. Era como natural, y rearmándose políticamente para lo que era la democracia.

-Da la sensación que lo suyo no es estrictamente el feminismo, o la Izquierda Cristiana, o el Partido Socialista, sino que hay algo más de fondo...

-Sí, siempre me ha interesado lo que pasa en la sociedad, me ha llamado la atención la injusticia, he estado muy consciente de mis privilegios y de quienes no los tienen. Y eso me llevó a estudiar Derecho; no seguí esa carrera por ganar plata. Entonces todos esos pedazos se juntaron cuando salí de Derecho y me empecé a dedicar a lo que es mi vocación, que es el tema de los derechos humanos.

Hizo su maestría en Inglaterra, en la Universidad de Oxford, entre los años 2005 y 2007. Se abrió espacios para salir a estudiar lejos de su hija y de su marido, repitiendo así el modelo de su madre. "He trabajado mucho mis culpas. Yo creo que, efectivamente, la culpa es algo que se nos inculca con el rol materno y creo que al final los hijos son mucho más felices cuando ven que sus padres se sienten realizados. Y esa ha sido mi máxima: Estando sus papás bien, mi hija va a crecer sin culpas".

Conoce buena parte del mundo: "Por la situación de mi familia, me ha tocado viajar muchísimo. Conozco Asia, Europa, los países árabes y eso va mostrando culturas distintas, y quiénes se llevan siempre la peor parte.

-¿Siempre la mujer, en todas partes?

-Sí. Desde el punto de vista numérico, si somos la mitad de la población y en todas las culturas las mujeres son discriminadas, es un tema estructural.

-Dentro de lo que ha recorrido, ¿cómo está Chile?

-Yo creo que Chile tiene un rezago fuerte de país conservador, pero está cambiando. En los últimos años lo que ha emergido es el valor de la diferencia, de la diversidad: diversidad sexual, lucha feminista, lucha de los pueblos indígenas, y hoy vemos cómo se están empezando a expresar y a demandar derechos las personas con discapacidad. Por todas partes irrumpe esto que ha sido tratado como desigualdad.

Avances en los últimos años

-Y en materia de desigualdad, ¿estamos mejor o peor que los demás de América Latina?

-Chile es distinto. En lo positivo, tiene una democracia estable, una economía saludable. Pero en los temas de discriminación, desigualdad, falta de garantía de los derechos sociales me parece que hay otros en la región que se han desarrollado más. En la mayoría hay constituciones políticas que garantizan los derechos sociales y nuestra Constitución no lo hace. Y si lo hace, es muy débilmente. Me refiero a salud, educación, los derechos colectivos. Esos son temas que se nos vienen como sociedad, y donde el Estado tiene una obligación. Nosotros estamos con una situación de violencia en el sur de Chile, cuestión que en los países andinos es una situación en donde se ha ido avanzando. Pero son todos casos que tienen que ver con igualdad y no discriminación. Y si logramos avanzar en esa senda, no me cabe duda de que este va a ser un país bastante más amable.

-¿Qué avances reconoce en los últimos tres años?

-Yo creo que hemos avanzado, por ejemplo con la Ley Antidiscriminación; es un paso potente. Creo que el postnatal también fue un esfuerzo del gobierno y del legislativo para avanzar en algo que no hemos logrado todavía resolver, porque sigue siendo la mujer la que asume la crianza y el cuidado de los hijos con exclusividad. Por lo tanto, la necesidad de democratizar este espacio privado para que los hombres también participen de él es un desafío grande que tenemos, para poder dar el salto en desarrollo. Necesitamos a las mujeres trabajando en igualdad de condiciones, pero con la posibilidad de que los hijos estén bien cuidados. Creo que el anuncio que hizo el Presidente Piñera sobre la educación obligatoria para kínder también es un avance. Y la posibilidad de debatir sobre el acuerdo de vida en pareja, que también es bajo este gobierno, me parece que también está dando cuenta de lo que está pasando en la sociedad chilena y la necesidad de entender que no podemos cerrar los ojos, sino entender que todos tenemos el mismo valor.

-¿Por qué estos cambios no ocurrieron antes, durante el gobierno de Bachelet?

-Yo creo que empezaron a ocurrir. Los movimientos no aparecieron en estos últimos tres años. Lo que sí creo es que, como todo, llega a un punto en que el vaso se derrama y empieza a aflorar esto, en una sociedad que tiene una situación de mejor vivir que hace dos décadas.

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