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Ex feligrés de El Bosque acusa "abusos de poder" por parte del ex párroco Morales: "Me rompieron... eso es lo que siento"

Tras diez años de sometimiento espiritual, según denuncia, Rafael Zanetta (25) saca la voz: "Me gustaría que la gente que leyera esta entrevista entendiera que la manipulación de conciencia es algo que puede pasarles también a ellos... o a sus hijos. Es algo que comienza de a poco, pero que va calando hondo. Sin darte cuenta estás metido en esto, obedeciendo a ciegas órdenes insólitas. Lo que me preocupa es que es demasiado sutil el paso entre la dirección espiritual y la manipulación espiritual".

por:  Miguel Ortiz A./La Segunda
viernes, 14 de septiembre de 2012

Foto FOTOS: FERNANDO HERRERA

Intensa semana la de Rafael Zanetta.

El lunes se reunió con un amigo para conversar sobre el tema y decidirse a dar el paso.

El martes dio ese paso: ante el investigador eclesiástico sacerdote Jaime Ortiz de Lazcano estampó formalmente su denuncia por "manipulación de conciencia" en contra del ex párroco de El Bosque Juan Esteban Morales .

El miércoles se reunió con "La Segunda" para conceder ésta, la que -asegura- será su única entrevista al respecto.

El jueves les envío un e-mail a todos sus amigos del colegio y la universidad contándoles de su decisión de dar esta pelea... y pidiéndoles apoyo.

Durante los últimos 10 años de su vida, confiesa, no ha tomado casi ninguna decisión por sí mismo: todo -hasta qué ropa usar- lo sometía al criterio del que fue su director espiritual: "Si no le hacía caso, entonces sentía que le estaba desobedeciendo a Dios".

De eso se trata, precisamente, el "abuso de poder", delito canónico por el que Morales está siendo investigado en la actualidad, como uno de los coletazos del fallo del Vaticano (del 18 de febrero de 2011) que condenó a Karadima por abusos sexuales y psicológicos reiterados contra menores. Morales, médico de profesión, era su brazo derecho, su hombre de mayor confianza. La indagación en su contra ya suma cerca de 10 testimonios... en casi 150 fojas de declaraciones.

¿La voluntad de Dios?

De actitudes o delitos sexuales, asegura Zanetta, tajante, nunca vio nada. Los besos en la mejilla y las "palmaditas" en el trasero de Karadima las veía como "una demostración de cariño paterno, de confianza (...) No tenían una connotación turbia, oscura". En ese sentido -sube el tono de la voz- quiere dejar muy en claro que "jamás sufrí ningún tipo de abuso sexual".

Hoy, Rafael -también por orden del sacerdote- está terminando de estudiar una doble licenciatura en Filosofía y Periodismo: "Eso es lo que Dios quería para mí, sólo así sería feliz, me decía él".

Sentado en una banca de la plaza Las Lilas, justo detrás de la parroquia del Sagrado Corazón de Providencia, Rafael recuerda su paso por ese templo como algo del pasado, más bien lejano. Acompañado por José Andrés Murillo , denunciante de Karadima y director de la fundación «Para la Confianza», y Gabriel Moreno -otro de quienes acusa a Morales -, con quienes ha hecho buenas migas, está tratando de reinventar su vida, buscando nuevas amistades ("me cuesta establecer lazos de confianza", reconoce)... hasta se metió a un taller de teatro y está programando un viaje a Estados Unidos, el próximo año, "para desconectar".

Antes de responder a nuestras preguntas -muchas de las cuales "son calcadas", dice, a las que le formuló Ortiz de Lazcano-, Zanetta explicita sus intenciones: "Me gustaría que la gente que leyera este entrevista entendiera que la manipulación de conciencia es algo que puede pasarles también a ellos... o a sus hijos. Es algo que comienza de a poco, pero que va calando hondo. Sin darte cuenta estás metido en esto, obedeciendo a ciegas órdenes insólitas. Lo que me preocupa es que es demasiado sutil el paso entre la dirección espiritual y la manipulación espiritual".

Gritos en la sacristía

En la iglesia de El Bosque fue bautizado y a esa parroquia asistió a misa dominical durante casi toda su infancia. Su abuela vivía muy cerca, sus hermanos iban a las charlas de la «Acción Católica», cada miércoles... y fue cuando estaba en III Medio que, preparándose para su Confirmación, conoció al padre Morales: "Y pasó un tiempo hasta que me terminaron invitando a las reuniones de los domingos. Era un grupo más chico, más de confianza, y empecé a venir a misa todos los días... ahí agarré vuelo y Juan Esteban comenzó a ser mi director espiritual".

-¿Tú le pediste que fuera tu director?

-Sí. Eso él no me lo impuso. Yo lo elegí. Era un cura simpático, choro, que tenía muy buena llegada con los jóvenes.

-¿De qué hablaban?, ¿qué le contabas?

-Con él yo no tenía filtro. Temas relacionados con la espiritualidad, cuánto rezaba... o quiénes eran mis amigos más cercanos de El Bosque, de la universidad o del colegio, también temas familiares. Hablábamos de todo lo que me preocupaba. Esto era en una salita que hay en el pasillo de entrada de la iglesia o en su pieza.

-¿Y de qué manera él te manipulaba, según estás denunciando?

-Dirigía mi vida entera, todo, no sólo mi desarrollo espiritual. Una vez, por ejemplo, me dijo que una polera que yo usaba no era conveniente. "Vamos a botar esa polera", me dijo. Si él me lo decía, eso era "lo que Dios quería". Me insistía mucho en eso. El pelo no lo podía llevar demasiado corto... y así, con montón de detalles tontos. Y si el pelo estaba largo, entonces era escándalo. Y siempre había que ir bien afeitado, yo hasta traía la máquina en la mochila para afeitarme en los baños de acá. Una vez uno llegó con shorts y lo retaron a gritos, en la sacristía.

-¿Nunca has pololeado?

-Sí, pero terminé a los cuatro meses. Cuando alguien se ponía a pololear, Morales decía en broma que había una "brecha" entre él y nosotros.

-¿Cómo cambió tu vida?

-Al final yo no tomaba decisiones libres. Era parte de un ambiente muy poco sano, en el que nos fiscalizábamos entre todos. Si uno no venía a misa un día, era drama, Morales me lo hacía notar. Todo lo que hacía, vacaciones, fiestas, carretes, paseos... todo se lo preguntaba antes a Morales. Yo dejé de hacer muchas cosas por dedicar mi tiempo a El Bosque. Hoy soy una persona totalmente diferente a la que era cuando llegué a la parroquia. Morales me decía que no me convenía juntarme con mis amigos del colegio. También me distancié de mi familia.

Si a Rafael en su casa le preguntaban dónde andaba, él respondía -parafraseando a Jesús- que estaba ocupado "en las cosas de mi Padre". Y así su relación con sus papás "se fue enfriando".

Miércoles de pizza

Algo que nunca olvidará Rafael era la rutina que tenía los días miércoles: "Yo llegaba a las 5:00 de la tarde, para tomar el té, y había veces en que me terminaba yendo a las 12:00 de la noche".

-¿Tan tarde?, ¿qué hacían?

-Eramos como unas 25 personas, en total, los más cercanos a Karadima y Morales. Después del té nos hablaba, nos contaba de su vida... de su cercanía con el padre Hurtado, que al parecer era mentira. Eso como hasta las 7:00 y partíamos a hacer "Hora santa", rezando frente al sagrario... y luego el rosario. Después venía la misa, con coro, y la reunión con los jóvenes, más abierta: eran cerca de 300 escuchando a Karadima.

Cuenta Rafael que en El Bosque les insistían mucho en que debían invitar a sus amigos a las actividades parroquiales: "Nos decían que esto era un tesoro que había que compartirlo".

Después de la charla, ya cerca de las 22:00 horas, el grupo de más confianza se quedaba a comer: "Encargaban como 30 cajas de pizza. Para nosotros, que estábamos en el colegio, eso era bacán. Y cuando daban como las 11:00 de la noche, Karadima hacía una reflexión, como una meditación. Cuando terminaba íbamos a la capilla, y hacíamos los rezos para antes de irse a dormir".

-De todo esto participaba Morales...

-Obvio. El siempre estaba al lado de Karadima. Siempre. Durante un tiempo, y bajo el argumento de que lo necesitaba cerca por su condición de médico, tras un preinfarto que tuvo, Morales trasladó su cama a la pieza de Karadima. Por eso, entre otras cosas, es que me cuesta creer que él no supiera de los abusos sexuales que cometía.

Y agrega: "La manipulación te deja aislado, te hace dependiente, crea las condiciones perfectas para un posterior abuso sexual. El abuso de poder es el paso previo para lo sexual".

-Pero de ti nunca abusaron sexualmente... ¿era cosa de tiempo?

-Quizás. No lo sé. Me imagino también que así, moreno como soy, no era yo del gusto de Karadima.

-¿Ves a Morales como tu victimario?, ¿o crees que pudo ser otra víctima de Karadima?

-Ese tema es muy potente. Una persona me dijo que lo más probable es que Morales haya sido abusado y que tuviera una percepción distorsionada de la realidad, que sintiera que ayudando a Karadima en sus perversiones él estaba haciendo la voluntad de Dios. Y eso me llega a dar hasta pena. Hoy lo veo como una persona sometida, apagada.

-Durante tus 10 años en El Bosque, ¿te acercaste realmente a Dios?

-La pregunta es difícil. Yo rezaba, hacía meditación... pero cuando se acabó El Bosque, también se acabó eso. Eso quiere decir, quizás, que mi relación con Dios no era tan fuerte. Mis ganas de ser sacerdote murieron con todo esto. Hoy, si bien sigo yendo a misa los domingos, soy mucho más crítico de la Iglesia... sobre todo con el tema de la confesión. No me confieso hace dos años. Es como parte de este luto que tengo con la fe.

"No le tengo odio... me da lo mismo"

-¿En qué minuto te "cayó la teja" de que fuiste víctima de manipulación de conciencia por tanto tiempo?

-Fue algo gradual, muy de a poco. Una vez se lo comenté a Morales. "Perdone, padre -le dije-, pero yo estoy empezando a creer estas cosas que dicen del padre Fernando (Karadima)". El me decía que era lógico que me confundiera, que con el "miente, miente que algo queda" de los denunciantes era esperable que yo me confundiera. Me recomendaron que no viera el capítulo de "Informe Especial" sobre el caso. Morales también me dijo que tal vez yo estaba con depresión... y que había que verlo, médicamente, con remedios. Al final eso quedó en nada. Y después hubo un grupo de sacerdotes que se salieron de la Pía Unión, porque creían en las denuncias... eso me marcó ene. Este "despertarme" duró más o menos un año. El fallo del Vaticano condenando a Karadima terminó de convencerme.

Sin mediar preguntas, Rafael hace una reflexión en torno a la gravedad de los abusos psicológicos:

-Yo pensaba que el abuso sexual, por tratarse de un ultraje físico, era peor. Pero he aprendido que no, que depende de cómo lo viva la víctima. En mi caso creo que la manipulación de conciencia sí se puede comparar con un abuso sexual. A mí, con todo esto, me rompieron... eso es lo que siento.

-¿Sientes que tienes alguna responsabilidad en lo que te pasó?

-Me arrepiento de muchas cosas, de haberme cerrado a conocer gente. Tal vez pequé de confiar a ciegas. No le tengo odio a Morales. Si la Iglesia lo declara culpable o no, me da lo mismo. Lo que quiero es que la Iglesia condene lo que Morales hacía, sus prácticas, sus técnicas, sus abusos. Es todo demasiado sórdido como para buscar venganza.

Gabriel Moreno, otro denunciante: "Ezzati tiene una oportunidad única"

Durante este proceso de "despertar", tal como lo llama Rafael, ha contado con la ayuda y el respaldo "generoso y desinteresado" de José Andrés Murillo , director de la fundación «Para la Confianza», y Gabriel Moreno, joven ingeniero que también denunció a Morales por abusos de poder.

Este último sostuvo ayer que "no me sorprendería que Morales aún tenga seguidores y siga haciendo mal uso de su posición sobre ellos. Tampoco me sorprendería que, además de Morales, otros sacerdotes de la ex Pía Unión hayan replicado durante décadas el modelo de abuso de poder de Karadima".

Sobre la investigación eclesiástica en curso, Moreno asegura que Ortiz de Lazcano "ha demostrado ser un sacerdote empeñado en buscar verdad y justicia. Cuando me reuní con él fue muy empático al escuchar mi relato. La investigación que está realizando sobre Morales me genera confianza, lo que no quita que los católicos laicos tengamos el deber de observar muy de cerca el desarrollo y resultado de este tipo de procesos".

-¿Y qué esperas como resultado?

-Que las autoridades de la Iglesia actúen de manera coherente al mensaje de Cristo y hagan lo correcto en plazos razonables. Monseñor Ricardo Ezzati tiene una oportunidad única para mostrarnos que la Iglesia aprendió de los errores que cometió durante el caso Karadima.

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