Educación
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La polémica telaraña de la Universidad del Mar: Las 15 sociedades para controlar una casa de estudios

Creada en 1989, vivió su boom tras recibir la autonomía a principios de la década pasada: Desarrollaron un verdadero sistema feudal, buscando socios locales que -mediante inmobiliarias- aportaran las sedes para expandirse a 11 regiones. Mientras el gobierno realiza una auditoría y la justicia indaga posibles vicios en el sistema de acreditación, la casa de estudios tiene embargados sus flujos por una demanda interpuesta por una inmobiliaria... en la que participan los mismos dueños de la casa de estudios.

por:  Viviana Candia y Malú Urzúa / La Segunda
sábado, 09 de junio de 2012
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Una acalorada discusión con uno de los socios selló la salida de Raúl Urrutia de la rectoría de la Universidad del Mar la semana pasada, frustrando así el plan que este abogado, ex diputado RN y ex académico del plantel tenía pensado aplicar cuando llegó al cargo en abril: ordenar la casa, poniéndose al día en el pago de los salarios y las deudas previsionales. Pero se encontró con que losdineros que llegaban a la institución eran insuficientes y cuando lo hacían... eran embargados por un juicio entre una inmobiliaria -dueña de la sede de Iquique- ligada nada menos que a accionistas de la misma casa de estudios.

El altercado que colmó la paciencia de Urrutia fue con Sergio Vera Muñoz, quien le exigía al entonces rector pagar $64 millones al Seguro Security para ponerse al día en el leasing que dos sociedades de los fundadores tienen sobre el campus Reñaca, el más grande del grupo universitario. Las cuotas de $2 mil UF mensuales, eso sí, las pagaba la universidad.

A Urrutia -quien, según trascendió, pensaba que la universidad debía abandonar el Campus Reñaca e irse al de Recreo para abaratar costos- no le gustó esta conversación, ni la comunicación de la compañía de seguros urgiendo el pago, ni menos que cuando pidiera respaldo al presidente de la Junta Directiva, Mauricio Villaseñor, no hubiera gestos de apoyo a su estrategia de postergar los pagos a las sociedades de los dueños.

El episodio -que provocó la renuncia de Urrutia- sacó a la luz la sofisticada telaraña inmobiliaria que se tejió entre los dueños de la Universidad del Mar y las sociedades propietarias de sus sedes. Se repuso así el debate público sobre el uso de sociedades inmobiliarias para traspasar al bolsillo de los dueños las ganancias que generan las universidades, cuando el arriendo entre estas partes relacionadas se fija con precios inflados.

La bola fue creciendo: Hay querellas de trabajadores por cotizaciones impagas y acusación de contratos simulados; la fiscalía indaga si hubo negociación incompatible en el proceso de acreditación (ver nota relacionada); el ministerio abrió una auditoría y se revisa qué hacer con los más de $6 mil millones que el fisco debe desembolsar a la entidad por atender a alumnos con Crédito con Aval del Estado.

Orígenes: La apuesta de los marinos mercantes

El 31 de mayo de 1989, seis hombres -ligados a diversas actividades marítimas- dieron vida a esta universidad que comenzó a operar en 1990, con la promesa de ser una entidad jurídica "de derecho privado sin fines de lucro".

El principal articulador del proyecto fue Héctor Randolfo Zúñiga Salinas , contador auditor y capitán de la marina mercante, que por entonces presidía el Centro de Estudios Navieros (CENAV) y era rector del Instituto Profesional de Valparaíso.

Convenció al ingeniero comercial Raúl Baeza Aspée -con quien, en julio de 1987, creó "Baeza, Zúñiga y Compañía Limitada"-, quien era director de Escuela de Ingeniería de Transporte de la Universidad Católica de Valparaíso y vicerrector del prestigioso colegio Mackay de Viña del Mar.

Desde la partida se sumaron Sergio Vera Muñoz , ingeniero naval mecánico; Mauricio Villaseñor Castro , licenciado en administración de empresas, ex oficial de la marina mercante nacional y ex subdirector de la Empresa Marítima del Estado; el abogado Juan Carlos Galdámez (ex fiscal de la dirección general del territorio marítimo y de marina mercante, consultor Cepal) y el capitán de fragata (r), Luis Enrique Molina , ex director de la Escuela de Telecomunicaciones Navales.

En sus bases fundacionales la Universidad del Mar se comprometió con el desarrollo regional, la apertura de Chile hacia el Océano Pacífico y los intereses marítimos del país, según su acta original. Y se agrega que como reconocimiento, los organizadores tendrían "una retribución económica" de 600 UF que la universidad pagaría en tres años.

El primer rector fue Baeza y comienzan con dos carreras, apostando a sectores más desposeídos, con clases vespertinas, para aprovechar a los mismos profesores de las universidades destacadas de la V Región: la UCV y la de Valparaíso.

Aparecen las inmobiliarias

De la mano del proyecto educacional comenzó a aparecer el enjambre de sociedades.

La primera fue "Inmobiliaria del Mar S.A." , que data de 1989 (tres meses después del nacimiento de la universidad): Baeza, Zúñiga, Sergio Vera; Mauricio Villaseñor y Luis Enrique Molina son sus socios.

En 1993 el mismo grupo -más Juan Carlos Galdámez- constituyeron la firma "Terramaris S.A.". Le siguió Inmobiliaria e Inversiones Rancagua S.A . (1997), sin Molina Vallejo, fallecido en 1995 (dueña ésta del leasing de la sede Reñaca).

Pero es a principios de la década pasada cuando se multiplican las sociedades, coincidiendo con la autonomía lograda por esta casa de estudios: Ahora podía crear sedes sin ningún tipo de autorización especial. Hoy suman cerca de 15 campus en 12 regiones del país.

Y para ello despliegan una suerte de sistema feudal: los dueños originales se alían con empresarios locales en sociedades, y son éstas las que arriendan los terrenos para las sedes. Cada una de ellas era prácticamente independiente del resto (aunque impartieran las mismas carreras, por ejemplo, no tenían los mismos currículum ni profesores).

En enero de 2003 aparece "Inmobiliaria e Inversiones Doña Teresa S.A.", en donde además de tres socios fundadores aparecen Alvaro Contreras Talavera, Juan Armando Vicuña Marín, Ricardo Vicuña (con "Don Horacio S.A.") y José Daniel Greenhill ("Sociedad Educacional Aula XXI").

Según la versión de Contreras Talavera, Greenhill fue quien se contactó con Vicuña a nombre de la universidad para manifestarle la intención de abrir un campus en Iquique.

"Ellos (la universidad) propusieron construir un edificio a cargo y costo de Vicuña y a cambio le garantizaron el arriendo", cuenta Contreras. Agrega que los dueños de la universidad les reconocieron que no tenían presupuesto, pero aseguraron que las primeras matrículas financiarían el sistema.

Llega 2003, y los cuatros viñamarinos crean -entre otras sociedades que constituyen ese mismo año- "Inversiones Serena S.A." (incluyen además a Jorge Pastén y Mauricio Riveros). Hasta hace algún tiempo, esta firma poseía la propiedad de un campus en la IV Región.

Ese mismo año se expanden en la zona centro. En San Fernando y Talca, la sociedad "Inversiones Los Placeres" es propietaria de las sedes: su dueño, Mauricio Villaseñor.

En 2004 sale a la luz "Valparenas S.A.", integrada por Raúl Baeza, Héctor Zúñiga, Jorge Aspée (quien hacía de socio local) y José Greenhill (el mismo de Iquique). La firma es propietaria de la sede de Punta Arenas. Aspée era rector (renunció el año pasado a este cargo y vendió sus derechos de la sociedad).

Crecimiento sí... ¿y calidad?

Pero este crecimiento gatilló una estructura inorgánica, que complotó con las intenciones de acreditar esta casa de estudios y algunas carreras, con miras a obtener financiamiento público.

La Comisión Nacional de Acreditación, la primera vez que rechazó la postulación (en 2005), lo plantea: "La creación de sedes se ha fundamentado en diversas consideraciones que priorizan los aspectos externos por encima de las condiciones académicas e institucionales . Los mecanismos institucionales de aseguramiento de la calidad no se aplican de manera eficiente y eficaz en las diversas sedes y no existen mecanismos claros y permanentes para evaluar la gestión de las sedes (...) y se verifican carencias evidentes en infraestructura, biblioteca, laboratorios y equipamiento" .

Como fuera -en un mercado más competitivo, fruto que el nicho "C3" y "D" despertaba apetito también en otras universidades-, el negocio parecía funcionar. Según un informe realizado por analistas de la Biblioteca del Congreso Nacional -en el marco de la comisión investigadora del financiamiento de la educación superior-, en 2009 la Universidad del Mar era la quinta con mayor matrícula entre las privadas con 19.581 alumnos . Ocupaba el 12º lugar en el ránking de la rentabilidad por patrimonio (7,2%).

Cambios al directorio: Ingresan empresas de socios

El 2010 trajo nuevos movimientos: salen los nombres de los socios, como particulares, e ingresan como integrantes de la universidad nueve sociedades.

Se trata de Estudios y Proyectos Académicos (Mauricio Villaseñor); Centro Integral de Desarrollo Profesional (Raúl Baeza); Inversiones B y B (Raúl Baeza); Inversiones Doña Eliana (Sergio Vera); Menzu Inmobiliaria e Inversiones (Héctor Zúñiga); Financier's Systems (Sergio Vera); Centro de Negocios y Comercio Exterior (Pablo Zúñiga Jiliberto, hijo de Héctor); Inmobiliaria e Inversiones Vera (Sergio Vera y Carlos Zelada de Urquidi) y Educación a Distancia (Alejandro Leiva).

Surgen problemas: Iquique

Uno de los primeros problemas del modelo apareció en Iquique. En esa ciudad la alianza con empresarios locales significó un contrato de arriendo en 2003 por 3.060 UF trimestrales que recibiría la dueña del terreno: Se comprometen a edificar en dos años. Firman por la universidad su entonces rector, Héctor Zúñiga, y por la inmobiliaria "Doña Teresa" Ricardo Vicuña (el local)... y el mismo Zúñiga.

En 2006 cambian el contrato: el arriendo sube a 1.779 UF mensuales, pues ahora tenía un edificio construido (el avalúo fiscal casi se duplica). Por la universidad firman José Greenhill (entonces rector de la sede, cercano a Zúñiga) y Oscar Arias Fernández (entonces vicerrector, puesto en ese cargo por su cercanía con Vicuña). Por la inmobiliaria... ellos mismos.

Ante atrasos en el pago de arriendo, en 2008 "Doña Teresa" demandó a la casa de estudios. Esta desconoció las facultades de los firmantes del arriendo en su nombre. La réplica de la inmobiliaria: "No puede alegar el desconocimiento del aumento de la venta si mi representada tiene la administración conjunta con los demandados, salvo para el ejercicio de la representación judicial" (de hecho, fue esta cláusula incorporada en la constitución de la sociedad que permitió a la mitad de los socios demandar a la casa de estudios, sin la aprobación de Zúñiga y Baeza).

La Corte de Apelaciones de Santiago confirmó que la universidad debe pagar más de 20 mil UF . Desde enero de 2011, el tribunal comenzó a embargar las cuentas corrientes de la universidad: llevan $350 millones.

En La Serena también acusan

En La Serena una querella por atrasos en sueldos y en pago de cotizaciones también tiene en la mira la relación entre inmobiliarias y los dueños de la universidad.

Los dirigentes sindicales de la zona acusan que se les adeuda $39 millones... e imputan en la acción judicial la simulación de contrato, pues -como señala la querella- "en el caso de la sede de La Serena, "Inversiones Serena S.A." cuyos socios son los querellados y a través de ésta se han retirado las utilidades de la Universidad del Mar, y puesto a su nombre sus activos, sus inmuebles, aumentado los gastos y pérdidas de la Universidad del Mar".

La abogada Patricia Martínez, representante de los trabajadores , asegura que los informes en manos de la fiscalía acreditan las deudas por AFP e isapre: "Ahora estamos intentando avanzar en el contrato simulado", señala.

Lejos de esto, fuentes de la universidad plantean que la situación es diferente: La Serena S.A. nunca repartió dividendos e incluso perdió la propiedad del edificio (hoy en manos de un banco).

Relaciones quebradas

En la actualidad, las relaciones entre los socios están quebradas. Según confirman dos fuentes relacionadas con los controladores, el viernes 1 de junio hubo un intento de acercar posiciones.

Pero no hubo ningún humo blanco. Sí el fundador Sergio Vera puso sobre la mesa adquirir los derechos al resto de participantes, planteamiento que también fue rechazado.

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