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A un año del incendio en San Miguel, el dolor de los familiares y su grupo "81 razones por luchar"

Muchos están aún con apoyo sicológico y se preparan actos conmemorativos para este 8 de diciembre.

por:  Felipe Díaz/La Segunda
viernes, 02 de diciembre de 2011
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Las familias de los 81 reos que el año pasado fallecieron en la cárcel de San Miguel están intranquilas. En los últimos meses, y gracias a un apoyo sicológico, tuvieron un "veranito de San Juan". Pero la próximidad del 8 de diciembre, fecha en que se conmemora el primer aniversario de la tragedia carcelaria, ha hecho que esa frágil paz desaparezca.

Los últimos meses, como una forma de mitigar el dolor, se articularon en torno a un grupo, bautizado "81 Razones por Luchar", y que según su vocero, César Pizarro, está a dos meses de convertirse en una ONG con la venia del gobierno.

César era hermano del reo Jorge Manríquez y revela que al día siguiente de la tragedia se le acercaron abogados que trabajaban con el senador Alejandro Navarro para hablarles de una representación legal. En medio de esas conversaciones nació la idea de formar este grupo, con el objetivo de que se haga justicia por los fallecidos y velar porque no ocurra un nuevo San Miguel en Chile.

"Queremos que se cambie el sistema carcelario, queremos hacer una revolución y ya nos hemos conectado con todos: con la Iglesia, con los acusados del caso bombas e incluso hemos marchado por la educación, con un cartel que decía 'Más educación y menos cárceles'" indica César, sentado en el patio de su casa en La Pintana. Ahí tiene un cuadro con el rostro de los 81 fallecidos... y a pocos metros dos fotografías de Felipe Camiroaga.

Pizarro revela que en los últimos meses se ha reunido con el ministro de Justicia, y que con la agrupación han hecho "la ruta de la cana", visitando penales de la Región Metropolitana con una gigantografía con las fotos de los 81, para dar su testimonio.

Para el 8 de diciembre la agrupación tiene planificado realizar actividades culturales y en una vigilia esperar la hora exacta en que se desató la tragedia. "Al principio los velatones eran con palos y piedras, pero nos dimos cuenta que esa no era la forma", dice Pizarro.

Además, quieren que ese sea el día del "Privado de Libertad" y que "por respeto a los 81, nadie delinca, recordando que gracias a ellos cambió el sistema penitenciario", cuenta el joven.

Una de las personas más cercanas a la agrupación es Nancy Velásquez, de la pastoral católica de Gendarmería. La mujer indicó que "a la primera actividad que realizamos llegaron como 20 familias. En esa primera jornada los gritos de dolor eran impresionantes. Hoy, transcurrido un año, se sienten muy vulnerables, pero le han encontrado sentido a ese dolor".

Uno de los casos que más le han afectado a Nancy es el de Giorgina Alarcón, quien era la segunda dirigente de 81 Razones. La pena por la pérdida de su hijo Sebastián Reyes la estaba superando, hasta que el fin de semana Carabineros detuvo a su segundo hijo, Miguel Bahamondes, por haber participado en el asalto con tiroteo del Apumanque. "Ella estaba bien y ahora me dice que se le derrumbó la vida. Todos sus miedos volvieron ahora que el segundo hijo está preso", dice Velásquez, mientras que Pizarro indica "piensa cómo se va a sentir, ahora que vienen las fiestas y las pasará sola".

Gendarmes: La otra cara de la moneda

Los cuatro oficiales de Gendarmería que se vieron vinculados directamente con el incendio también han vivido su calvario personal.

José Maldonado, presidente de la Asociación de Oficiales Penitenciarios (ANOP), indica que la desvinculación de los oficiales "fue injusta".

El ex teniente José Hormazábal, quien estaba jefe de turno esa noche en San Miguel, ahora está estudiando Ingeniería en Prevención de Riesgos y trabaja en una empresa de transportes de valores.

La ex subteniente Edith Ramírez estudia Licenciatura Forense y también trabaja en el transporte de valores.

En tanto, el ex comandante Patricio Campos Tapia, quien era el segundo jefe del penal, ahora ejerce su trabajo de sicólogo y hace clases universitarias.

"Los dos primeros, los más jóvenes, están estudiando para pagar sus estudios y todos tienen la esperanza de volver a la institución. Tenemos presentado un recurso en Contraloría para que decida si las desvinculaciones fueron o no válidas. Nosotros pensamos que deben volver", indica Maldonado.

Las esperanzas no son en vano. Quien era jefe del penal, el coronel Jaime San Martín, fue reintegrado por orden de Contraloría y hoy se desempeña en la Unidad de Estudios, dependientes de la Subdirección Operativa.

 Salen balones... entran nicrones

En agosto del año pasado, el Presidente Sebastián Piñera anunció 11 medidas para mejorar el sistema carcelario.

Una de las más importantes fue el mejoramiento de las redes antiincendios, que estaban en malas condiciones en casi todos los penales. El diseño ya se aprobó en todas las cárceles y recién ha comenzado su trabajo en siete penales de la Región Metropolitana. Sin embargo, se prevé que durarán un largo tiempo estos arreglos.

También se retiraron balones de gas en 46 penales, pero se ha descubierto que ahora los reos están "traficando" nicrones (filamentos que calientan) para hacer su comida, que también es factor de riesgo.

Otra de las medidas anunciadas fue la compra de colchones resistentes al fuego: este año se han entregado 26 mil 315 colchones ignífugos, más de 51 mil frazadas y 2 mil 350 literas.

Asimismo, se han comprado equipamientos contra incendios por más de $3 mil 500 millones.

Su hijo murió por películas piratas: "Ha sido un año horrible, nos cambió la vida"

Una de las muertes que más impacto generó fue el de Bastián Arriagada, quien cayó preso tres semanas antes del incendio por vender películas piratas en la calle.

En su casa de San Bernardo están su madre Marcela Arriagada y su tío Freddy. Estas es una de las familias que ha preferido mantenerse al margen de 81 Razones y que tampoco se han mostrado interesados en demandas y querellas, porque "nada va a devolvernos a Camilo (como le dicen en la familia)".

"Cuando él era niño empezó a juntarse con gente de un persa cercano y le gustó la venta y tener su plata. Ahí los carabineros empezaron a detenerlo y quitarle los CD y nunca se presentó al juzgado. Finalmente lo hizo y ahí quedó detenido. Fue solamente por inmadurez, nunca una mala junta", cuenta Freddy Arriagada.

El tío agrega que "nadie nunca esperó que pasara esto. Fue una pelea y los verdaderos culpables son los gendarmes. Todos estaban pagando por lo que hicieron y no merecían esto. No hay odio, pero sí rabia, pena y molestia. No queremos ni necesitamos dinero, pero que no se rían y que queda como que aquí no pasó nada".

El tío también dice que "este ha sido un año muy triste, porque Camilo era muy alegre. Nosotros somos 11 hermanos y hay 22 sobrinos. En esta casa eran todas las reuniones familiares y Camilo siempre estaba en el centro, alegrándonos a todos. Ahora que él no está también se fue la alegría en la familia. Ahora nos juntamos poco rato y luego cada uno para su casa... ese vacío no se va a llenar nunca. Lo hemos pasado muy mal, no creo que podamos recuperarnos".

"¡El no debió estar ahí"!

Marcela, la madre, escucha en silencio hasta que de improviso empieza a hablar: "ha sido un año horrible, nos cambió la vida. ¡Además él no debió estar ahí, porque eran sólo CDs y no era un delito!".

La mujer agrega que "recién ahora estoy con ayuda sicológica. Yo pensé que iba a poder salir sola de todo esto, de todo este dolor, pero la verdad es que no me la pude".

La pieza de Bastián sigue tal cual la dejó el día que entró a prisión. Hasta hoy su madre no puede entrar a la habitación sin ponerse a llorar. "Ahí está su ropa, está todo y a su pieza nadie puede entrar", dice la mujer.

Su hermano estaba preso por 1 UTM: "Cuando voy a una cárcel lo busco en todos lados"

Maribel Arce vive en La Pintana... a media cuadra de que se acabe la ciudad. En el living de su departamento -ubicado en unos humildes blocks- tiene la foto de su hermano Alexander, uno de los 81 de San Miguel.

Estaba preso porque debía una UTM, tras protagonizar una riña. No la pagó... lo que terminó costándole la vida.

"Yo estaba enojada con él porque no pagó y tampoco quiso hacer las 59 noches, porque decía que tenía miedo. El lunes antes del incendio yo sentí la necesidad de ir a verlo. Esa mañana cuando vi el incendio en la tele, partí a San Miguel, pregunté en las afueras y me dijeron que él estaba bien. Como a las cuatro y media de la tarde me volví a la casa. Después, en la noche, me llamaron para decirme que estaba en la lista de fallecidos".

Maribel es ahora una de las dirigentes de 81 Razones y cuenta que ser parte de este movimiento le ha dado fuerza para salir adelante. "El motor para seguir cada día lo da la lucha, porque ellos no merecían morir así, y menos mi hermano".

Uno de los momentos más difíciles, cuenta, es cuando le ha tocado visitar las cárceles junto a la agrupación. "Para mí él no está muerto y en las visitas que hacemos a los penales para dar nuestro testimonio yo lo busco por todos lados, esperando que esté ahí, que se hayan equivocado y que todavía esté vivo".

Respecto a la situación de "El aguja", el reo que habría iniciado el fuego, indica que "yo no tengo rencor con su familia, porque ellos no tienen la culpa de cómo era. Además, al final nadie sabe lo que pasó, porque todos los testigos están muertos y los sobrevivientes dicen que la culpa en realidad fue de los gendarmes, porque no abrieron la reja".

Con un dejo de rabia en su mirada, remata diciendo que "la fiscalía pidió más plazo para investigar, pero los datos los tienen y no han hecho nada. Así como los chiquillos estaban presos porque estaban pagando por sus delitos, a los gendarmes también tiene que tocarles, ellos también tienen que pagar".

Maribel dice que desde la fiscalía recibió un llamado para darle atención sicológica, pero que "no me interesa".

Perdió dos hijos: "De ellos sólo me queda una deuda en el cementerio"

Bernardita Gajardo tenía cinco hijos hasta el 8 de diciembre. Hoy tiene tres: Christopher y Vicente Yáñez (conocidos como Palito y Mono) fallecieron quemados.

"Yo nunca podía estar tranquila, porque sabía que la cárcel era una bomba de tiempo. Hablé con ellos el día anterior y me dijeron que me amaban", recuerda la mujer.

Agrega que "este año ha sido terrible y estoy con sicólogo. A mis hijos me los quemaron y me los entregaron en un cajón. Yo siento que no los velé, que de un día para otro no los vi más y que un día van a aparecer por la puerta... quiero saber dónde están y me vuelvo loca".

Entre sollozos, agrega que "de Christopher me mostraron su cara, pero era como una máscara, y de Vicente me mostraron unos dientes. Yo no creo que sean ellos, quiero que un día aparezcan por la puerta. Pero de improviso tengo que enfrentarme con la realidad y darme cuenta de que de ellos sólo me queda una deuda con el cementerio".

Pero, aún más que su muerte, le duele haberse enterado de cómo vivieron los años que estuvieron presos: "Descubrí que no tenían luz ni agua, que los asados del 18 los hacían en el baño... vivían como cerdos, no como personas".

Para Alex, hijo de la mujer, "ellos fueron condenados a cinco años por un asalto, en que casi no se investigó nada. ¿Sabes lo peor? Ellos no fueron condenados a cinco años de cárcel, fueron condenados a muerte".

Y finaliza: "cuando fuimos a la Penitenciaría con la agrupación y mostramos el lienzo un reo se puso a llorar en mi hombro, porque si algo así pasara allá no morirían 81, morirían 500".

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