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El EXCENTRICO chileno que transformó la entrada de una favela en imperdible turístico

Con 2.500 azulejos de un centenar de países, pagados de su bolsillo, Jorge Selarón dio vida a una escalera en Río de Janeiro. Y se convirtió en el artista chileno más famoso de Brasil. Allí tiene su taller, donde vende dibujos y cuadros de mujeres negras embarazadas.  

por:  Alejandra Valdivieso P., Río de Janeiro.
martes, 29 de noviembre de 2011
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Tras visitar los majestuosos e ineludibles Arcos de Lapa, en el céntrico y bohemio barrio Santa Teresa de Río de Janeiro, se avanza un par de cuadras con grandes bolsas de basuras y gente conversando en humildes locales.

Uno va a toda prisa, atento a su seguridad.

Hasta que, vibrante e impetuosa, aparece frente a los ojos la "Escalera de Selarón". Entonces la tensión desaparece. Como si ese espacio estuviera más resguardado que el resto. Uno automáticamente saca la cámara y retrata aquel mar de azulejos colorinches y luego posa sentado en uno de los 215 peldaños.

Es impresionante la vista al subir por los escalones decorados con miles de pequeñas cerámicas multicolores, aunque primordialmente de los colores de la bandera brasileña. 2.500 tienen dibujos; un centenar de ellos hechos por el artista chileno Jorge Selarón (64) y otros tantos provienen y aluden a 143 países.

Al descender por la también denominada "Escadaria Selarón", se nota el contraste al solo ver cemento en el piso.

Si usted visita este típico punto turístico de la ciudad carioca, casi con toda seguridad estará por allí rondando Selarón, tan excéntrico y genial como su creación.

Un lunes cualquiera a las 9 de la mañana este artista chileno radicado desde 1983 en Brasil, figura sin polera, en shorts y chalas, con un curioso bigote, barriendo la escalera, llevando a la calle conchas de mango, hojas de árboles y botellas plásticas.

Como solo pareciera posible en Brasil, él se ha tomado la escalera como un espacio propio. Sin el permiso ni la restricción de nadie. Mejor pedir perdón que pedir permiso, como sugiere el dicho.

De tenista a pintor a escultor

Todo empezó así: Selarón venía de una familia humilde. A los 22 años se fue de Chile para no volver, definitivamente, nunca más.

Recorrió 57 países. En tanto, se instaló en Europa porque sabía algo de tenis. No era muy destacado, pero entrenó fuerte y se hizo profesor. Además, se rodeó de la gente correcta. "Con dinero se abren todas las puertas siempre", comenta en "portuñol".

Rememora de sus años de trotamundo: "Me aceptaban en una mesa y yo contaba historias. En aquel tiempo no había televisión; Discovery, National Geographic era yo. Hoy en día cualquiera va a la India. En aquella época era una aventura total porque no había cámaras, internet. Era todo novedad, adrenalina pura".

Se dedicó al tenis profesional, relata, hasta que se dio cuenta de cuál era su verdadera pasión.

Luego de su primera exposición profesional en los 70 en Mendoza, dice, "se me metió en la cabeza que iba a ser un pintor famoso".

"Veía los cuadros de Picasso, (Jesús) Soto, que eran famosos y no sabían ni pintar", pensaba.

Iba encaminado en sus planes, pero en Nueva York no se la pudo con el inglés. "Dios no me podía hacer perfecto", se lamenta.

"Un doctor me preguntó si sabía cantar alguna canción y le dije que no. Me dijo «si en toda la vida (ya tenía 40 años) nunca aprendiste una canción, nunca vas a aprender inglés. Tienes un defecto en el cerebro de captación de sonidos. Puedes aprender portugués, italiano y francés», me dijo. Por el inglés me vine".

"Al llegar a una ciudad tan bonita como Río y un país tan fantástico como Brasil, dije «de aquí no me muevo»", relata.

Empezó a exhibir sus cuadros en restaurantes famosos. Pero la verdadera notoriedad le llegó tarde y de la forma menos pensada.

Para amononar la entrada de su taller ubicado en la escalera (que parte en la esquina de Teotônio Regadas con Joaquim Silv), puso unas bañeras con matas. Y un día pegó unos azulejos, que empezaron a atraer la atención.

Pasaron 10 años hasta que la escalera se hizo realmente reconocida. "Ahí comencé a tener problemas conmigo mismo... Todo el mundo me venía a entrevistar por la escala, cuando yo quería hablar de la pintura".

US$ 500.000 en mano de obra

Cuenta que todo ha salido de su bolsillo. Y calcula que en sus 21 años trabajando en la escalera "solo en mano de obra mía, ya gasté más de medio millón de dólares".

Cada vez que un turista pisa su escultura, él aparece con su gorrito rojo, le pregunta de qué país es, le indica dónde están las cerámicas de su país o ciudad. Suele posar sacando la lengua y con los ojos bien abiertos. Y pronto lo invita a conocer su taller.

Allí, en una casita en uno de los escalones, vende cuadros, poleras, azulejos y dibujos en grafito fijado con barniz. Siempre con el mismo motivo: mujeres negras embarazadas. O él mismo encinta. Calcula que ha hecho más de 25.000 obras con este motivo. "Por un problema personal", asoma Selarón.

Calcula que vende unas 90 obras al mes, tres diarias, y con esto sigue financiando la renovación de los azulejos.

Los azulejos que faltan

Selarón dice que, gracias a la escalera, las casas de esa calle se han revalorizado en cinco veces su precio original. Pero él no descansa en los laureles, y comprende la escalera como una obra viva en permanente evolución.

Su asistente argentino, César Gómez, de 33 años, viajó el año pasado por Europa y trajo más de 200 azulejos nuevos.

Ahora, mientras el joven atiende a los turistas en el taller, otro frisa una pared para que puedan intervenirla.

Selarón sueña con conseguir las cerámicas de los países que aún no tiene. Si usted viene de Africa, ojalá le lleve algún azulejo, porque del continente negro es de donde más le faltan.

Entre la decena de turistas que llegan a la escalera en un par de horas, hay alemanes, rusos y unos canadienses radicados en Angola. Jorge les pide a estos últimos que le manden un azulejo desde allá. "Generalmente no mandan nada, son solo promesas", se lamenta después.

Pero él sigue insistiendo.

"Chile no me interesa"

Aunque tiene una decena de piezas alusivas a Chile, dice del país: "No me interesa para nada". Menos aún desde la caída del régimen militar, pues apoyaba a Pinochet, tras haber conocido por dentro la Unión Soviética.

Hace 25 años fue a su país y lo pasó mal. "No llamo la atención. Me preguntan: «¿cuál es tu familia?, ¿dónde estudiaste?», como una investigación policial... En el extranjero no les interesa si eres pobre o rico. Si eres simpático, entras".

"Si me colocan en Santiago a esta hora con 1.000 dólares, me iría al aeropuerto para venirme acá de nuevo", resume.

 U2 y Snoop Dogg grabaron allí

En la escalera se grabó la versión internacional de "Walk on", de U2, y "Beautiful", de Snoop Dogg.

También la serie "CSI Miami" y la película "Hulk", con Edward Norton.

También la ha visitado, según Selarón, Elton John. Y, según los reportes, ha sido el escenario de comerciales de American Express, Coca-cola, Fanta, Pepsi y Kellogs.

El artista calcula que da dos o tres entrevistas semanales, para revistas como "National Geographic", "Time", y canales de Europa y Asia, incluida China, donde estuvo el año pasado invitado por una estación.

"Soy el único ser famoso por hacer una escalera", celebra. Aunque lo reconoce como un golpe de suerte. "La escalera tiene como 100 años. ¿Por qué me esperó a mí para ser bonita y famosa?", se pregunta.

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