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"Cazadores" y sus presas: Las vivencias en un furgón de Carabineros que atrapa encapuchados

«La Segunda» fue testigo del trabajo del grupo de elite policial en la jornada de protestas de ayer en Valparaíso: Un backstage con tensión, pero también bromas... incluso con los detenidos.  

por:  Felipe Díaz PLa Segunda
viernes, 18 de noviembre de 2011

El furgón por dentro: en la tarde carabineros y detenidos bromean entre sí.


Foto CESAR SILVA

Faltaban pocos minutos para las dos de la tarde de ayer jueves, en Valparaíso, y los desmanes generados tras la marcha organizada por los profesores están desatados. Lejos de los disturbios y rodeando el Congreso están alineados tres furgones policiales. Adentro van los carabineros apodados Cazadores, que tienen como fin detener a encapuchados durante las manifestaciones.

La comunicación radial informa al equipo que se mueva a otra esquina. En los carros ya todos saben que el encuentro es inminente... A las 13:56 se escucha en la radio: "Cazadores, vemos encapuchados en su línea", y el jefe de grupo anuncia "ya, vamos a entrar de lleno, ¡atentos!". El conductor pisa el acelerador a fondo...

Cuando no amaina la polémica por los exiguos resultados en dejar tras las rejas a violentistas de las protestas, y Carabineros define nuevas estrategias para reforzar la obtención de pruebas, «La Segunda» acompañó a este equipo de elite que tiene la misión de lograr detenciones exitosas. Fuimos testigos de la adrenalina que se vive en el interior de uno de sus carros y las estrategias para detener a los autores de los desórdenes.

A las 8:00 en la cancha

En las afueras de Valparaíso está la Séptima Comisaría de Fuerzas Especiales: En una cancha están formados todos los equipos que actuarán durante la jornada de protesta (grupos caninos, conductores de carros lanzaaguas y lanzagases, equipo de apoyo de Santiago y los Cazadores, también capitalinos).

Cerca de las 8:30 llega el general Rodolfo Pacheco, jefe de la V Zona, y da un pequeño discurso: "No estamos para perseguir a cabros chicos o profesores, ellos no son delincuentes (...), si atrapamos a uno no podemos pegarle, da lo mismo si antes nos tiró una piedra, eso no va a salir y sólo quedará registrada la agresión (...). Me siento orgulloso de comandar estas tropas".

El personal se va del cuartel... menos el grupo de Cazadores. El equipo a cargo del teniente Nicolás Sepúlveda operará en tres furgones blindados, con cinco uniformados en cada uno. Ellos hacen una mini formación y el oficial les dice: "Si hay desmanes, debe haber detenidos. ¿200? No. Pocos. Pero con pruebas de calidad ".

La orden es que el grupo debe quedarse en una esquina a un costado del Congreso, hasta que se les pida intervenir. Y ahí esperan... En el lugar bromean, cuentan chistes y escuchan radio. El cabo primero Alvaro Lagos indica que "nosotros tratamos de salir del constante estrés, por eso nos hacemos bromas. Pero cuando llega la hora de trabajar, queda todo eso de lado, porque en nuestro trabajo hay que estar 100% compenetrado".

Explican que su tarea es meterse al medio de los encapuchados mientras hacen desmanes, "marcarlos" con fotografías y luego perseguirlos hasta alcanzarlos (en jerga policial: lacerarlos).

Acto uno: "¡Ahí tenemos encapuchados por decenas!"

De los tres furgones, el equipo de «La Segunda» estuvo a bordo del que está a cargo del suboficial Carlos Encina y conducido por el cabo primero Cristián Soto. El vehículo, eso sí, tiene un pero: los policías sólo pueden bajar por la puerta trasera, pues la lateral está mala y la amarran con un alambre. Meses de protesta dejan consecuencias.

A las 13:27 la comunicación radial señala que los desmanes partieron. Se ordena que el carro lanzaaguas apunte al pecho de los manifestantes y no con toda la potencia. El mensaje agrega, segundos después, que uno de los manifestantes se bajó los pantalones frente al "guanaco": El equipo de Cazadores ríe.

Luego que les dan la orden de acción, los furgones se dirigen en fila hacia avenida Pedro Montt. Frente a ellos, un grupo de encapuchados arranca de Carabineros. "¡Ahí tenemos encapuchados por decenas, mierda!". El vehículo pega una fuerte frenada, abren la puerta trasera y cuatro uniformados bajan corriendo tras los encapuchados. Se les arrancan: se repliegan en el furgón.

El segundo intento es más decidido. El furgón se dirige hacia el Parque Italia, desde donde los encapuchados les tiran piedras. Nadie esperaba lo que venía a continuación: que el furgón se metiera al interior de la plaza y los persiguiera. "¡Eso, cánsalos, mi huacho! Acuérdate que encapuchados es lo que me interesa", le gritan al conductor.

La osada acción, esta vez, arroja un resultado. Los Cazadores se bajan a metros de un encapuchado, lo atrapan y lo meten al furgón.

-¿Cómo te llamas?

-Robinson.

-Por favor, muéstranos qué tienes dentro de la mochila y apaga el celular.

-¿De dónde eres?

-De Santiago.

-¿Y por qué tienes tantos plumones?

-Es que yo hago grafitis.

Ese es parte del diálogo con el detenido, al que van a dejar a otro carro con imputados. En esta primera vuelta, los Cazadores detuvieron a cinco encapuchados.

Acto dos: Haciéndose los locos

Con todo el equipo nuevamente en el furgón, la comunicación radial habla de incidentes en Plaza Victoria. Los carabineros se trasladan al lugar y ven cómo el carro lanzaaguas dispersa a una multitud. Pero no actúan... no ven encapuchados ni violentistas.

En 10 minutos el escenario cambia y llegan encapuchados a lanzar piedras a los policías.

Es la señal para entrar a escena: Persiguen a multitudes por las calles, y para eso da lo mismo la dirección del tránsito o la señalética. Mientras el conductor los sigue, el resto del equipo los "marca" con fotografías y videos.

La primera arremetida no da señales positivas, hasta que en una vuelta llegan a una plaza y encuentran a un joven sentado, mirando para todos lados. El conductor, el cabo Soto, grita que ese es uno de los encapuchados. El equipo titubea, pero Soto no.

Se baja y lo secundan. Se acerca al sospechoso, empieza a hablar de unas direcciones y se lanza sobre él. En dos segundos ya está arriba del furgón.

-Estaba corriendo porque todos corrían y ustedes agarran a cualquiera, es la justificación del menor de 14 años.

Siguen patrullando y a pocas cuadras identifican a dos encapuchados: el furgón arremete contra ellos. Los siguen por cuatro cuadras, hasta que se esconden detrás de un auto y desaparecen.

El equipo decide dar dos vueltas más y los ven caminando, ahora sin capucha, tratando de no dar señales de sospecha. No lo logran: el equipo los identifica, se estacionan frente a ellos y los detienen.

¿Enemigos?

Pasadas las 16:00, los desórdenes están casi extinguidos. Por radio se ordena que los detenidos sean trasladados a la Tercera Comisaría. El equipo, que es de Santiago -hay que decirlo-, no sabe llegar: El primer detenido, el de 14 años que corría "porque todo el resto corría", les indica cómo llegar.

En ese momento, dentro del furgón, el ambiente es distendido. Carabineros y detenidos bromean entre sí: " Yo estoy mojado, pero no fue por guanaco, es por transpiración", lanza un joven, a lo que un carabinero le dice "sí, te creo, ¿tienes miedo al agua?". "Es que me puedo reproducir", responde: Todos se ríen.

Luego el cabo Soto se acerca a otro detenido: "Tú fuiste el que se escondió detrás del auto", a lo que le responde "sí, pensé que iba a pasar piola".

Mientras tanto, el de 14 años se queja que la polola lo va a retar por llegar tarde y que se tendrá que duchar con ella para limpiarse el agua del lanzaaguas. "Buena poh, ganador", le responden los policías, antes de bajarlo a constatar lesiones.

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