Educación
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Efecto dominó: Las consecuencias de las tomas y desalojos de establecimientos

"La situación no es solo un problema de seguridad pública sino que uno mayor y que afecta la pedagogía, las confianzas y los tiempos para la educación a la cual aspira el país", señala el vicedecano de la Facultad de Educación de la PUC.

por:  La Segunda Online
viernes, 28 de junio de 2013
Sergio Martinic, el  vicedecano de la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile escribió una columna de opinión para La Segunda Online en la que trata la contingencia de los estudiantes.

"Las consecuencias de las tomas de establecimientos y desalojos  se han definido sólo como un problema de seguridad y orden público.  Con ello se reduce el problema y descuidan  las consecuencias que tienen para el aprendizaje y  el orden  del sistema educativo en su conjunto. 

En una semana en tiempos normales en Enseñanza Media se cursan entre 38 y 42 horas pedagógicas. En dos semanas de interrupción de clases por tomas y retomas los estudiantes pierden  la mitad de las 154 horas pedagógicas que agregó la Ley de Jornada Escolar a nuestro sistema escolar. Si asumimos que existirán futuras manifestaciones y eventuales nuevas tomas es probable que, en promedio, la población escolar en esta situación  pierda en pocas semanas todas las horas de clase que incrementó en un año escolar la Jornada Escolar Completa.  De este modo, en poco tiempo, se anula el esfuerzo que ha realizado el país por ampliar los espacios y las oportunidades de aprendizaje de nuestros estudiantes.

Las horas de clases perdidas son un tiempo precioso que afecta la calidad de los aprendizajes. En un periodo normal de clases, según estudios del Ministerio de Educación,  se logra cubrir entre el 74 y el 84% de los contenidos curriculares de Lenguaje, Matemáticas y Ciencias, entre otras materias.  Es muy probable que con las clases perdidas en el año en muchos establecimientos ya no se pueda garantizar la enseñanza, y menos el aprendizaje, de la mitad de los contenidos definidos en el currículo. Esta situación afecta, principalmente, a los establecimientos municipales contribuyendo así a aumentar la brecha en las oportunidades y resultados educativos de nuestros estudiantes.

En la práctica pueden existir diversas estrategias de recuperación de las clases perdidas. Las familias con más recursos económicos pueden generar un sistema de apoyo paralelo contratando profesores particulares, pre-universitarios y otros servicios. En otros casos, muchos profesores generan estrategias vía internet, talleres grupales y apoyo tutorial.  Es un loable esfuerzo pero difícilmente pueden garantizar la cobertura curricular esperada y alcanzar la masividad que demanda la situación actual.  Por último, los planes de recuperación que suelen diseñar los establecimientos en muy pocos casos han resultado ser exitosos y solo garantizan la entrega de contenidos mínimos y reducidos. Todas estas y otras estrategias, finalmente,  dan cuenta de  otras dimensiones de las desigualdades ya existentes. 
 
De este modo para lograr la calidad y equidad de los resultados lo mejor es tener buenas clases. La actividad pedagógica se organiza en secuencias presenciales, cuya progresión y continuidad  es muy difícil de sostener con interrupciones prolongadas y numerosas a lo largo del año escolar. 
Pero para aprender no basta que los alumnos estén sentados en la sala de clases escuchando a un profesor que transmite contenidos. Para el logro de los aprendizajes se requieren, por un lado,  alumnos motivados, con interés, y compromiso en las tareas y, por otro, profesores con métodos y capacidades para crear ese clima y entusiasmo de niños y jóvenes por su aprendizaje.  Si estas disposiciones no existen nada resulta.

El tiempo y las horas de clase tienen impacto en los aprendizajes cuando van acompañados de métodos pedagógicos que favorecen el compromiso de los estudiantes en los contenidos y objetivos curriculares. Por ello, es responsabilidad del sistema educativo garantizar no solo tiempos y espacios sino que también confianzas y motivaciones en alumnos y profesores que generen el clima adecuado para el aprendizaje.  Este clima se altera con las tomas, desalojos y retomas no sólo al interrumpir las secuencias y orden pedagógico sino que también al producir quiebres sociales y afectivos en la comunidad educativa y que son muy difíciles de recomponer.

Por ello, la situación no es solo un problema de seguridad pública sino que uno mayor y que afecta la pedagogía, las confianzas  y los tiempos para la educación a la cual aspira el país".

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