Gerenta general de Muellaje Central, en San Antonio, Consuelo Cánaves cuenta cómo es trabajar en un negocio "de hombres", donde los paros están a la orden del día.
Foto ATON
Consuelo Cánaves no viene seguido a Santiago y las oficinas de Puertos y Logística (Pulogsa) en Teatinos no le son completamente familiares. Su vida ha transcurrido gran parte en Concepción, siete años en Curicó y desde hace casi cuatro meses en San Antonio.
Sorprende cuando habla de su nieto y del segundo que está por venir, porque es joven. Al igual que sorprende su apariencia frágil que está muy lejos del ambiente duro del mundo portuario. Ella trabaja justamente allí como gerenta general de Muellaje Central, la filial que Puertos y Logística creó para operar Puerto Central.
Detrás de Pulogsa están los grupos Matte (71%), Angelini (23%) y otros accionistas (6%). A través de esta sociedad controlan Puerto Lirquén en Concepción y Puerto Central en San Antonio, donde invertirán alrededor de US$480 millones a 2016. La meta es transformarlo en el terminal más moderno del Pacífico Sur.
Sin embargo, tan importante como los montos de dinero ahí colocados, son los esfuerzos para cambiar las relaciones entre la empresa y sus trabajadores. En septiembre se rompió una tradición y la compañía inició la contratación permanente de trabajadores, medida que dividió a sus dirigentes sindicales, acostumbrados a usar el mecanismo de "la nombrada" para designar quién y cuándo puede entrar al puerto a desempeñar labores. En enero los trabajadores eventuales paralizaron, una vez más, las actividades por algunos días, una muestra de que en este negocio se está "siempre arriba de la pelota", como dice una fuente que estuvo en las negociaciones.
"Soy de formación ingeniera civil. Trabajé 17 años en Cementos Bío Bío, partí en el área de proyectos, después participé en la construcción de la planta en Teno por lo que viví siete años en Curicó con mis tres hijos", resume rápidamente Consuelo Cánaves.
-¿Todo eso con marido?
-No, ya a esa altura me había separado. Después volví a Concepción como subgerenta en el área de recursos humanos. En eso estaba cuando me llamaron de Puerto Lirquén.
-¿Llegó a Puerto Lirquén después del terremoto?
-Viví el terremoto en Concepción y en Cementos Bío Bío. Esa experiencia fue tremenda. Había que reconstruir el ánimo, la moral. La gente estaba muy atemorizada. Yo me incorporé a Puerto Lirquén a mediados de 2010.
-Su llegada a San Antonio también fue después de un terremoto: ocurrió a meses de un paro portuario y de un quiebre sindical que posibilitó la contratación permanente de trabajadores...
-(Sonríe) Puerto Central lleva tres años operando en San Antonio desde que nos adjudicamos la concesión y hay un cambio en el modelo laboral. Ya contratamos a 250 trabajadores que toda su vida habían sido eventuales. Nuestro desafío es que la gente construya vínculos con Muellaje Central. Un proyecto de más de US$450 millones necesita de tecnología y capital humano motivado con la idea de convertir a este terminal en el más eficiente y productivo del país, con estándares internacionales.
-¿A qué se refiere cuando habla de desarrollar un vínculo con la empresa?
-Hay un trabajador histórico que por más de 20 años ha prestados servicios en el espigón. Antes de nuestra llegada había otros modelos de operación con muchas empresas y muchas culturas, entonces ¿con quién establecían vínculos esos trabajadores? Ellos se sentían identificados con el espigón, con el puerto. Nuestro desafío es que se identifiquen con Puerto Central.
-¿Cómo llegarán a 750 personas contratadas?
-Con gente de San Antonio. Hay mucha gente de la zona de San Antonio buscando trabajo acá, y nosotros tomamos la decisión de capacitarlos.
-¿Cuánto es el sueldo promedio que gana un trabajador en el Puerto de San Antonio?
-Depende de los puestos. Un operador de grúa calificado gana $1 millón y también hay quienes llegan a $600 mil. Pero hay otras cosas que la gente valora, como la estabilidad del empleo. Un trabajador eventual no puede acceder al mercado formal del crédito porque carece de un contrato de trabajo. Ahora lo tiene a plazo indefinido, además cuenta con seguro de vida y otro colectivo de salud.
-¿Por qué se produce entonces el bloqueo del acceso de un grupo de trabajadores eventuales que fueron los mismos que quebraron el sistema en septiembre?
-El conflicto surgió porque ellos adujeron compromisos incumplidos. Yo creo que eso tiene que ver con la historia de San Antonio y del espigón. Muchos dirigentes tienen enraizada una forma de relacionarse basada en el conflicto. Tenemos que demostrarles que el diálogo es la opción.
-En el documento que firmaron después de la paralización, ellos se comprometen a no paralizar por un año y medio.
-Efectivamente. En septiembre firmamos con nuestros trabajadores eventuales un convenio por 2 años que estableció básicamente la oferta de trabajo, las condiciones, los valores que se pagan y los beneficios. Los compromisos estaban vigentes, este documento de enero lo que hace es perfeccionarlos y dejamos algunas cosas más explícitas y más claras. Por ejemplo, la cantidad de turnos. Lo que yo valoro es el compromiso de todos los dirigentes a no paralizar hasta 2016.
-¿Eso se había logrado antes?
-Siempre hay declaraciones de buenas intenciones y aquí ese compromiso fue ratificado.
-¿Qué probabilidades hay de que se cumpla?
-Nuestra vía es afianzar el vínculo con los trabajadores.
-Sin embargo, el que todavía no se pague el bono de media hora que es fruto de la Ley Corta crea una tensión entre los trabajadores portuarios.
-Ese es un compromiso que el Gobierno tomó con los trabajadores portuarios y no tiene que ver la empresa. Ha habido atrasos en los pagos, pero entiendo que hay fechas claras de cuándo se cumplirá. Inicialmente sería el 25 de enero, pero ahora se fijó para el 5 de febrero. Si bien es cierto que se trata de un tema que puede causar tensión, ambas partes han dando pasos para que esto termine bien.
-¿En la última paralización hubo cooperación del Estado para llegar a acuerdo?
-La Empresa Portuaria de San Antonio (EPSA) actuó como garante y mediador. Estábamos dispuestos a perfeccionar lo que teníamos y nos ayudamos con alguien que en definitiva garantizara los compromisos.
-¿Cómo se trabaja en un medio tan agresivo verbalmente?
-Yo vengo de un hogar con dos hermanos hombres. Estudié una carrera de hombres, ingeniería civil industrial. Me he movido toda mi vida en un ambiente de hombres. En el puerto te dicen "disculpe" y luego viene el garabato. Al final, uno va acomodando su estilo a un mundo muy machista.
Cuando sólo hay hombres, las discusiones se elevan más de tono, en cambio cuando hay mujeres se genera un ambiente un poco menos acalorado y más armónico.
-Gente del puerto dice que usted es durapara negociar.
-Sí. Una vez, una colega me dijo que era de las pocas personas que con una sonrisa son capaces de decir que no. Soy dura, cuando hay que serlo. Pero también soy tremendamente humana, cuando la situación lo amerita. Es una buena combinación.
-¿Eso también lo aplica en el grupo Matte donde tampoco hay muchas mujeres y menos en las gerencias?
-No, no hay muchas mujeres (se ríe). Pero cuando el grupo Matte me incorporó en 2010 a su gerencia de recursos humanos en Puerto Lirquén, fue porque siempre les ha dado importancia a las relaciones laborales y al desarrollo social de sus trabajadores.
-Otros grupos como los Von Appen se despiertan pensando en puertos, en cambio los Matte lo hacen pensando en árboles y en el puerto de San Antonio lo han pasado mal...
-Es real que tienen otro origen y no ha sido fácil. Es una experiencia distinta, pero nos sentimos completamente preparados para enfrentarla.