Los empresarios optarían por alguien que genere puentes con el gobierno. Su ascenso sería clave en un momento de criticadas reformas.
La empatía de Alberto Salas con la Presidenta Michelle Bachelet sería uno de los principales atributos para garantizar una buena relación con el gobierno.
Foto HAROLD CASTILLO
Si el actual presidente de la Sociedad Nacional de Minería (Sonami), Alberto Salas, se convierte en el sucesor de Andrés Santa Cruz en las próximas elecciones de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC), que se realizarán el 26 de marzo, no solo asumirá un hombre de un perfil atípico a la clásica cara que ha mostrado el principal gremio de los empresarios, sino también será el portavoz de un fuerte mensaje político dispuesto a cambiar la postura confrontacional que se ha mantenido hasta hoy en un contexto de reformas estructurales, según coincidieron diversas personas que lo conocen.
"Si Alberto Salas logra ser el presidente de la CPC, significa también que los empresarios, en general, al elegirlo a él, están también apostando a esa fórmula de hacer las cosas que es el entendimiento y, desde ese punto de vista, tiene un valor político muy importante", asegura el vicepresidente ejecutivo de Enami, Jaime Pérez de Arce. Esto, porque el posicionamiento como candidato de consenso que ha ido logrando y la fuerza que impulsó su candidatura, estaría vinculada con las capacidades y habilidades que está pidiendo el mundo empresarial.
Precisamente, la figura de Salas reuniría las características necesarias para recomponer una fracturada relación con el gobierno al ser destacado por el mundo empresarial, principalmente, como un dirigente con capacidad de diálogo.
Su conocimiento del negocio minero desde "abajo", sus altas capacidades de racionalidad y su amplio acervo cultural, son algunas de las cualidades que definen a este dirigente oriundo de Copiapó, según el ex vicepresidente de Desarrollo de Codelco Juan Enrique Morales, quien lo conoce desde el año 1977 cuando fue profesor del dirigente en la Escuela de Ingeniería de la U. de Chile. Por esto, reconoce que, sin lugar a dudas, "rompe con el esquema tradicional". Para la ex ministra de Minería Karen Poniachik , se necesita "un representante de los empresarios que sea capaz de conocer los desafíos a nivel nacional y tener acceso y llegada a todos los sectores". Y agrega: "Salas le hace bien al país en esta época donde los empresarios tienen una imagen tan desgastada".
Si bien los cercanos del dirigente no se aventuran a barajar las hipótesis que motivaron el rápido apoyo a su candidatura por parte de cuatro de las seis ramas de la CPC, como una posible figura de recambio generacional o de nuevo liderazgo empresarial en los gremios, sí coinciden en que su historia, origen y trayectoria lo posicionan como un perfil novedoso en un delicado y cuestionado minuto empresarial chileno.
Eso sí, Pérez de Arce plantea que su ascenso "no se explica solo por su origen o porque se busca una renovación, sino también por sus habilidades y su capacidad de diálogo. Y desde ese punto de vista, la lectura política es relevante en el sentido de que es bueno para el país y para los desafíos de cambios que tenemos".
Por lo mismo, Morales hace hincapié en que, considerando el complejo escenario económico que se debe enfrentar y las reformas en curso, el presidente de la Sonami es la persona adecuada para los momentos que se viven hoy.
"Alberto Salas es una persona muy competente para el cargo que se le propone y tiene habilidades sociales que son sumamente necesarias para reconstruir las confianzas de los empresarios con el Gobierno", enfatizó el ex presidente del directorio de Codelco, Nicolás Majluf.
Asimismo, el presidente de AB Chile, Rodrigo Álvarez, precisa que después de trabajar con Salas como subsecretario de Hacienda y como ministro de Energía, cree que tiene los elementos necesarios en el rol que debe tener un presidente de la CPC, especialmente "en epócas de reformas como las de hoy".
La mansión blanca de calle Sótero Sanz, vecina a la Nunciatura Apostólica, que alberga a la Confederación de la Producción y del Comercio tendrá un nuevo inquilino a contar de marzo. Alberto Salas es, hasta hoy, el seguro candidato a ocupar la oficina grande del segundo piso, donde se ubica la presidencia.
Cuando llegue, se encontrará con un equipo reducido para el peso político que representa la CPC: allí laboran 16 personas, con una plana ejecutiva de solo dos, el gerente general, hoy Fernando Alvear, que es designado a propuesta del presidente por el comité ejecutivo de la CPC, y la directora de Comunicaciones, Carolina Agüero. Hay otros 4 asesores de tiempo completo: Pablo Bobic, legal; Claudio Seebach, regulación y políticas públicas; Juan José Donoso, económico; y Javier Irarrázaval, temas económicos e internacionales.
Todos quienes laboran en la casona son rentados, salvo el presidente, cuyo cargo es ad honorem.
La CPC se financia por los aportes iguales de sus seis ramas: Sociedad Nacional de Agricultura, Cámara Nacional de Comercio, Sociedad Nacional de Minería, Sociedad de Fomento Fabril, Cámara de la Construcción y Asociación de Bancos. Su presupuesto en los últimos años ha fluctuado entre los 400 y los 600 millones de pesos anuales. Y en caso de gastos imprevistos, todas las ramas deben aportar equitativamente para la suma requerida.