Insistirá en reducir los ingresos de los parlamentarios y asume corresponsabilidad de RD en los errores de la Municipalidad de Providencia cuyos costos, dice, "en política se pagan caros".
Comparte con cinco amigos una destartalada casa de tres pisos en Providencia, en la cual ocupa el subterráneo, alguna vez concebido como habitación de servicio. Se desplaza en metro por Santiago y tiene una polola periodista. Alto, delgado y con su eterna mochila a la espalda, este viñamarino que el próximo 6 de febrero cumplirá 28 años aún no pierde el aire de dirigente estudiantil, ni la sencillez en el trato. Giorgio Jackson irrumpió en la escena pública como presidente de la FEUC en medio de las protestas callejeras del 2011; al año siguiente creó el movimiento Revolución Democrática (RD) y en 2013 obtuvo su título de ingeniero civil. Preparó el examen de grado junto con las urgencias de la campaña electoral en que resultó elegido diputado por Santiago Centro y hoy apunta a convertir RD en partido, en medio de tensiones internas que en diciembre terminaron en la renuncia pública de seis integrantes, quienes fundamentaron la determinación señalando: "La atracción de pertenecer al gobierno de la Nueva Mayoría dejó en el camino a los actores sociales que instalaron la necesidad de la reforma educacional".
-¿Tienen ellos razón? ¿Ocurrió aquello de: "quien a los 20 no es revolucionario es un imbécil y quien sigue siéndolo a los 40, es un estúpido"?
-Siempre es bueno recoger la crítica interna, para corregir errores. Sobre RD, no hemos entregado nuestros ideales por espacios de poder, más bien impulsamos nuestra agenda desde distintos espacios y el Estado es uno. Apoyamos procesos que creemos van en la dirección correcta, del mismo modo que discrepamos cuando corresponde, como lo he hecho en la Cámara. Como parlamentario no me manda la Nueva Mayoría, pues soy parte de un movimiento que actúa desde convicciones.
-Muchos ven analogías entre Uds. y el MAPU de los 70, fundado por jóvenes de clase media y alta, de inspiración cristiana e impulsores de cambios radicales. Recuperada la democracia, muchos defendieron el modelo neoliberal, liderando el ala conservadora de la Concertación.
-Nadie puede predecir el futuro, pero espero no lleguemos a parecernos a ellos. RD aspira a ser un proyecto de cambio, no de preservación de lo establecido. En enero tendremos un congreso ideológico y nos aventuraremos en una definición más clara, que nos ayudará a crecer porque la gente sabrá para dónde vamos como opción política que busca constituirse en partido.
En abril y junto a Gabriel Boric presentó un proyecto de ley que busca rebajar la dieta parlamentaria a un máximo de 20 sueldos mínimos y romper el vínculo constitucional con el sueldo de los ministros, el cual rige su aumento. Inicialmente no encontraron apoyo ni siquiera en Camila Vallejo y el diputado Pepe Auth dijo sobre la iniciativa: "Ellos la hacen desde una situación completamente excepcional, la de quienes hasta el 10 de marzo vivían de una mesada y entonces hoy día cualquier salario es elevadísimo".
-¿En qué quedó ese proyecto?
-Paralizado en la Comisión respectiva. En 2014 el debate de la Reforma del Binominal concentró la atención y es lo adecuado. Espero que el primer semestre de 2015 entremos en tabla, para discutir abiertamente si debe estar en la Constitución Política el sueldo de diputados y senadores, haciendo imposible revisar los montos asignados, lo que no ocurriría si estuviera sujeto a una ley simple, exponiendo al escrutinio público el proceso.
-En ese caso podrían subirse aún más los sueldos.
-La experiencia comparada dice lo contrario. En Chile, las redes sociales son poderosas y hay espacio en los medios masivos para críticas o descontento. Los parlamentarios tenemos los sueldos más altos en referencia al sueldo mínimo, el PIB, el ingreso promedio, la OCDE y el segundo más alto en Latinoamérica...
-La explicación es que esta remuneración los pone a salvo de la corrupción por la vía de coimas.
-Creo que los parlamentarios tenemos que ser bien remunerados. Y ganar 20 veces más que un trabajador que gana el sueldo mínimo, es muy bueno. Respecto a la corrupción: a quien tiene intereses millonarios en concretar un proyecto, no lo inhibirá la diferencia entre pagar coimas de 100 o 200 millones. Y quien está dispuesto a recibir coimas, lo hará aunque gane tres veces nuestro ingreso actual. El Estado no puede competirle al monto de las coimas que los privados decidan pagar para concretar negocios. Ser representante popular y participar en las grandes decisiones del país es un honor, quienes no lo entienden así y sólo dejan el sector privado atraídos por iguales o mejores remuneraciones, no sirven al país, por tanto no son necesarios en el Parlamento. La pregunta es: ¿Cuánto vale el trabajo de un parlamentario? Definida la intención de remunerarlo bien, la segunda pregunta es: ¿Cuál es el límite aceptable para sus empleadores, que son los ciudadanos?
Participa en las Comisiones de Educación y de Seguridad Ciudadana. Respecto a la última, asume una relación clara entre el incremento de la delincuencia y la precariedad laboral en Chile. "Investigaciones recientes -dice- indican que mientras mejores son los niveles de ingreso y seguridad social, menores son los indicadores de delincuencia y mejores todos los aspectos relacionados con la seguridad ciudadana". Desde esta perspectiva, se declara disponible para introducir mejoras a la reforma laboral, que considera importante pero insuficiente, particularmente en lo referido a la negociación por ramas de actividad económica.
-Muchos atribuyen el incremento delictual a "la puerta giratoria" fruto de un sistema garantista.
-Y otros llaman a eso populismo penal. Somos uno de los países con mayor población penal en la región y el problema no da luces de detenerse. La opción, a mi juicio, es generar oportunidades, sobre todo a los delincuentes primerizos y a quienes reinciden sancionarlos con progresiva dureza. Para quien ha sido víctima de un delito, este debate es irritante. La pregunta es: ¿cómo contener esta espiral de inseguridad creciente? Se requiere una mirada sistémica, en la cual entregar educación de calidad que habilite a las personas para insertarse productivamente en el mundo del trabajo. Es un aspecto crucial.
-¿El ministro Eyzaguirre ha contribuido a la comprensión del proyecto de la reforma del sector?
-Hay errores en la comunicación del proyecto. Valoro que el ministro estuviera disponible para meterse en las patas de los caballos asumiendo la prioridad de desmercantilizar la educación. En ese camino, cometió errores que probablemente hipotecaron la posibilidad de que la reforma salga adelante. Pero valoro una visión compleja implementada desde el Mineduc: cambiar las reglas del juego que definen la participación de los distintos actores del sistema. Muchos ministros hoy eluden el tema, porque les quita capital político y una parte de la Nueva Mayoría está incómoda. Es la barrera más alta a sobrepasar y a muchos les molesta porque prevén costos electorales, pero, en términos de convicción, creo que los principios de la reforma educacional deben ser aprobados, lo que no obsta que pueda discrepar y aún votar en contra de aspectos puntuales del proyecto.
