Dado Banatao, profesor de la Universidad de Berkeley, afirma que hay dos áreas de alto potencial para los profesionales chilenos: tecnologías de la información y biotecnología y ciencias relacionadas con la salud.
Dado Banatao presidió el Consejo Asesor de Ingeniería de la Universidad de Berkeley, del cual continúa siendo miembro; estuvo en la “Forbes Midas List” (ranking anual de la revista Forbes de las mejores inversiones en capital de riesgo en alta tecnología y ciencias de la vida) por cinco años consecutivos y fue quien inventó el dispositivo que conecta los computadores al wifi, entre otros elementos usados en los computadores, y es director de varias empresas que cotizan en la bolsa de Nueva York.
Es un verdadero gurú de la innovación y el emprendimiento y su visita a Chile se debe a que es uno de los integrantes del Consejo Asesor Estratégico para el proyecto Nueva Ingeniería 2030 (ver recuadro), organizado por la Corfo e Innova Chile, que busca mejorar la formación de los profesionales de la ingeniería en nuestro país.
El académico de origen filipino tiene una opinión clara respecto de cuáles son los avances que tiene que hacer Chile en materia de investigación y nuevas tecnologías y sobre qué deben hacer los gobiernos que quieran lograr el ansiado desarrollo.
—¿Qué tan trascendental es el proyecto de Ingeniería 2030?
—El programa es muy importante para un país como éste y la razón es que Chile es muy progresivo en sectores como minería y agricultura, pero necesita moverse a otras áreas, como la tecnología y la innovación. Los programas como Nueva Ingeniería 2030 de la Corfo buscan mejorar la cara de la ingeniería de las universidades de Chile, con el fin de que se pueda hacer una refundación de los ingenieros, para que puedan diseñar productos tecnológicos.
—¿Que le falta a Chile para llegar a ser un país desarrollado en educación?
—Muchas cosas. Primero, en las escuelas de ingeniería necesitan ver qué les está faltando para poder hacer productos para el mercado global. Para que Chile crezca es necesario que comiencen a integrarse al mercado de la tecnología y crear productos para ese mercado, ya sea en comunicaciones móviles, celulares y teléfonos inteligentes. Aquí hay un potencial muy grande y actualmente está dominado por Asia y Estados Unidos.
Hoy Chile importa tabletas, notebooks y computadores, lo que cuesta dinero, pero si dentro de Chile existieran ingenieros que pudieran crear este tipo de aparatos, ése sería el inicio del ingreso al mercado global. En Chile se podrían crear aplicaciones para plataformas, sistemas y aplicaciones para los celulares. Pero se necesitan muchos ingenieros capacitados para poder diseñar esos productos.
—De ser exitoso el proyecto de la Corfo, ¿en cuánto tiempo comenzaríamos a ver resultados?
—En 15 o 20 años, pero pueden partir con los softwares, es muy fácil crear aplicaciones para los equipos de computación, smartphones o tabletas. El reciente anuncio de la compra de WhatsApp por parte de Facebook en US$?19 mil millones demuestra lo que una aplicación muy simple, pero importante, puede lograr. Entonces ahí se puede observar que se puede comenzar con este tipo de programas, que no requieren una tecnología tan profunda.
Lo más importante es entender lo que necesitan los usuarios. Eso es lo difícil, no el desarrollo de la tecnología. Sin embargo, para llegar al nivel de Silicon Valley les tomara mucho tiempo, ya que tendrán que hacer un doble de esfuerzo para alcanzarnos, porque la cultura es muy distinta: ellos corren muchos riesgos y el fracaso no es el problema. En otros países es distinto, si fracasas eso puede ser el fin de tu carrera.
—¿Cuál es perfil que debería tener el ingeniero chileno del futuro?
—Hay dos áreas de alto potencial: Tecnologías de información, donde se puede desarrollar tanto en la computación como en la comunicación. Ahí se necesita mucha gente con habilidades. Igual de importante es el área de la biotecnología y otras ciencias relacionadas con la salud. Esas áreas serían mi perfil para el ingeniero chileno del futuro.
—¿Qué deberían hacer tanto las universidades como el Estado para consolidar el desarrollo de tecnologías?
—Es fantástico que las universidades y el gobierno hayan visto una oportunidad y pongan recursos destinados a investigación e innovación de nuevas tecnologías; sin embargo, recomendaría que pusieran diez veces más recursos de los que están invirtiendo ahora para seguir fortaleciendo aún más los nuevos proyectos.
En Silicon Valley, el gasto en este tipo de proyectos es de casi US$10 mil millones al año; no estoy diciendo que lo pongan ahora, sin embargo, es un elemento para que lo tengan en cuenta. Está todo para que Chile imite a Silicon Valley y no debería tener vergüenza en imitarlo, ya que hay muchas cosas positivas que resultan de emular otros proyectos.
