Patricia Matte, integrante de una de las familias más acaudaladas del país (grupo Matte) y quien ha desarrollado toda su labor profesional como socióloga en el ámbito de las políticas sociales y educacionales, afirmó hoy que "no le temo" a una reforma Constitucional, educacional o tributaria si es de consenso y si no implica hacer un borrón de todo lo logrado por el país en los últimos años.

"Una Constitución es un diseño marco que debe adecuarse a todos los chilenos y yo no estoy para nada aterrada o asustada, para nada, con que se discuta y se busque una Constitución de consenso. Pero borrar todo y hacer una Constitución nueva que garantice los derechos universales para todos, no estoy de acuerdo. Las constituciones a la medida de un tiempo no son buenas, lo mismo ocurre con la reforma educacional".

-Su familia es parte de un grupo económico importante ¿cómo ve los planteamientos de reforma tributaria?

-Tampoco veo como un demonio la reforma tributaria. Creo, eso si, que debemos revisar cómo estamos gastando en el país, en la educación municipal estamos gastando un 30% más por niño que en la educación particular.

Si después de esa revisión vemos que falta plata, bueno ahí estaríamos de acuerdo. Pero pensar que una reforma tributaria per sé mejora las condiciones de los pobres es un error.

La efervescencia social que se ha vivido en Chile también ha llevado a un fuerte cuestionamiento de los proyectos de generación eléctrica, donde la familia Matte participa activamente en el proyecto de HidroAysén.

-¿Cuál es su apreciación personal de lo que ocurrirá finalmente con HidroAysén?

-Creo que Chile debe avanzar hacia una política de consenso no sólo para HidroAysén, sino que para todo el sector eléctrico que involucre generación hidráulica, a carbón y diesel.

La focalización de Matte

Patricia Matte ve con preocupación los cambios que se han venido proponiendo a las políticas sociales.

"La focalización fue una idea de Chile que tomó el Banco Mundial y la transformó en la doctrina para que los países subdesarrollados salieran de la pobreza. Hoy veo con preocupación que la discusión se ha ido a lo que había antes: a los Derechos Universales; versus la focalización en los más pobres".

-Pero ¿ese cambio se debe a un error de conceptos o a la evolución que ha tenido el país?

-Los tiempos cambian, pero sigo pensando que, por ejemplo, instrumentos como el Simce, que ponen el foco mental del gobierno en aquellos establecimientos que no logran el estándar que el propio Estado fija. Sin embargo, si uno pone Derechos Universales en la educación, lo que ocurre es que aquel que tiene necesidades específicas no va a ser atendido según esas necesidades, con lo que todo termina volviendo a su origen.

-¿Eso se debe a una falta de capacidad del Estado?

-Hay dos razones. Chile no está en el nivel de desarrollo que permita garantizar Derechos Universales de calidad adecuada para el siglo XXI, porque quizás si estamos capacitados para asegurar un estándar bajo.

Además, en las políticas sociales el diseño es algo demasiado trascendental para que sean efectivas. Si el Estado asegura un estándar mínimo a todos, lo que ocurre es que quienes más necesidades tienen no van a ver satisfechas esas necesidades por parte del Estado, ya que éste sólo otorga un estándar.

Por ejemplo un niño que nace en una familia con un capital cultural muy bajo, no va a ser bien atendido y, probablemente, el que tiene mayor capital cultural tampoco valore esa atención del Estado.

Lo que temo es que estos Derechos Universales bajen el estándar de atención para los más necesitados.

Por ejemplo en el tema de educación superior versus educación preescolar, todos esos recursos que irán a garantizar la educación superior debiesen ir en realidad a donde se producen las diferencias, que es en la cuna.

Como ahora la discusión es "para todos de todo" excepto para los más ricos, entonces ahora Chile debiera hacer una Ficha Kast para identificar a los más ricos, y un país