"Andrés fue clave en un nuevo estilo de dirigencia gremial, sin posiciones politico-partidistas. Tenía desavenencias con el Gobierno, pero siempre con transparencia y sin agendas escondidas", destaca Juan Claro.
Juan Claro destaca la figura del fallecido líder de la Sofofa.
Foto El Mercurio
Bruno Philippi: "Muchas decisiones importantes, reflejadas en leyes, tienen su sello"
"Amigo, dicen en México, es aquel con el cual uno puede pensar en voz alta. Y eso se da con los amigos de verdad, los que se adhieren a tu propia vida, los que te resultan urgentes cada día, los que son parte de tu vida. Eso fue Andrés para mi...".
Así comienzan las palabras que el empresario Bruno Philippi pronunció en el funeral de su amigo, Andrés Concha. Philippi ocupó la presidencia de la Sofofa entre 2005 y 2009, siempre secundado por Concha como su brazo derecho y secretario ejecutivo. Y fue el propio Philippi quien en 2009 debió entregar a Concha el mando del gremio empresarial más influyente del país. Para él, su amigo y socio era un hombre "sencillo, afable, algo retraído, muy inteligente y genuinamente interesado por el bienestar de los demás".
"Nos unía todo lo que nos diferenciaba. Teníamos caracteres y manera de ser completamente distintos que nos hacían complementarios. Nos comprendíamos porque en gran parte Andrés era eso, alguien que dedicó su vida a comprender, a explicar, a explicarse, convencido de que la voluntad del otro estaba tan bien inspirada como la propia".
Trabajador tenaz e incansable, describe Philippi, Concha era efectivo, "sin estridencias y sin el menor interés por reconocimientos y aplausos, acometía las diferentes tareas que debía enfrentar tanto en el ámbito público como en el empresarial o gremial". Agrega que "muchas decisiones importantes, reflejadas en leyes o decretos, tienen el sello de Andrés. Identificaba fácilmente las coincidencias y sobre ellas, sin dogmatismos, iniciaba la construcción de lazos".
Philippi recordó el rol que jugó Concha como empresario, actitud que, en conjunto, los llevó a emprender los más diversos y desconocidos proyectos. Y "como era de esperar, los fracasos fueron muchos más que los éxitos.... Ciertamente, con poco capital, a veces pasamos susto, pero ambos sabíamos que los bienes materiales son solo eso, bienes materiales. Siempre he creído que el sentido del humor es el elemento central para estabilizar las relaciones humanas, y Andrés ciertamente lo tenía muy desarrollado. Y en los momentos difíciles nunca le faltó".
Recordó los diversos emprendimientos que llevaron a cabo, siempre junto a varios amigos. Fueron desde el mundo agrícola -con iniciativas como la reproducción de semillas, tomates para exportación, reproducción de frutillas-, hasta el recauchaje de neumáticos gigantes, la fundición de piezas de aluminio, distribución de parafina... "De todo esto, en realidad lo único que obtuvimos fue experiencia, pero nos entretuvimos mucho. Andrés fue un amigo leal y un gran aporte en los directorios que nos tocó compartir".
Y añade: "Pero debo reconocer mi mayor fracaso en estos casi 35 años juntos: nunca logré convencerlo de que comprara para él un auto nuevo, solo escogía autos usados y por lo general en dudoso estado".
Al concluir, Philippi recuerda que "Andrés era un referente para mí. Como lo son los padres. Alguien a quien uno se siente libre de consultar sobre los más variados temas. Siempre aportaba un consejo sabio, una palabra de aliento, o su más claro o profundo desacuerdo. Ya no tengo a mis padres, y ahora tampoco tengo a Andrés".
Juan Claro: "Fue uno de los seres humanos más excepcionales que me ha tocado conocer"
Si bien Juan Claro y Andrés Concha se conocían desde hace muchos años, fue durante el período 2001 y 2006 -años en los que Claro ocupó la presidencia y Concha la secretaría general de la Sofofa- , cuando se forjó una fuerte amistad.
"En mi vida, Andrés fue mucho más que el gerente de Sofofa... fue uno de los seres humanos más excepcionales que me ha tocado conocer. Un gran amigo, con una generosidad infinita, una dedicación y una paciencia, para educar a un nuevo presidente de la Sofofa que no venía de las lides gremiales", dice Claro, visiblemente emocionado.
Destaca el profundo conocimiento que tenía de los asuntos públicos. "Cuando íbamos a los ministerios y le tocaba interactuar con los estamentos técnicos, todos esperaban que Andrés hablara". Y agrega: "El destino de Andrés era el destino del país, trabajaba 20 horas al día, se quedaba febrero preparando el año que venía. Nunca tuvimos éxito en conseguir que tomara vacaciones".
El empresario resalta que hasta antes de Concha, la Sofofa tenía un estilo de dirigencia gremial en el que se hacían políticas industriales, con una historia más corporativa. "El transformó a la Sofofa en un organismo gremial cuya misión es básicamente establecer un ambiente económico libre de trabas y burocracias, pero al mismo tiempo donde la competencia incentivara la innovación; es decir, alejado de los intereses corporativos, de las prebendas. Era muy estricto con eso. No era un dirigente con agendas escondidas".
-¿Estuvo con él ahora último?
-La última vez que hablé con él fue por teléfono la semana pasada. Yo estaba con gripe así que no lo pude ir a ver. Me dijo algo así como «no te preocupes, el cariño no muere». Yo le preguntaba por el diagnóstico, y él claramente se daba cuenta...
-¿Cómo fueron esos seis años con el?
-Fue un período especial. Recién había asumido el Presidente Lagos, el primer presidente socialista después de Salvador Allende y se reinstaló un ambiente de guerra fría empresarios-gobierno. Una anécdota: tras asumir, en los primeros días, queríamos hacer un diagnóstico de la economía política, porque veíamos que las relaciones estaban muy tensas y queríamos avanzar en generar lazos de confianza entre empresarios y gobierno.
En esos tiempos íbamos a la Sofofa y habían consejeros que se levantaban, con los ojos llorosos, diciendo que estaban pensando en irse de Chile porque creían que los cordones industriales volverían. A su vez, recuerdo una reunión, una noche, creo que en la casa de Carlos Ominami, con el PS. Ahí pudimos percibir el grado de paranoia que tenían los políticos del PS respecto de que un desencuentro con los empresarios podía generar como el bando número uno de la vuelta de un gobierno militar. Recuerdo que con Andrés nos quedamos caminando por la calle hasta las cinco de la mañana porque quedamos muy impresionados. Con Andrés nos decíamos: este es un país esquizofrénico.
Bueno, puedo decir que hacia el final de nuestro período, si alguien en la Sofofa se paraba para decir algo así, la verdad es que una enfermera se lo llevaba en una camilla. Eso es gracias a la gran capacidad que tenía Andrés para generar confianzas.
-Básicamente buscaron enfriar los ánimos...
-Fue un trabajo bastante deliberado que buscó, entre otras cosas, construir un lenguaje distinto. La agenda pro crecimiento era una agenda de actividades claras en favor del crecimiento, con el objetivo de generar más y mejores empleos. Pero también buscaba inaugurar un lenguaje distinto. Andrés tenía muy claro que las emociones muchas veces son más rápidas que el pensamiento. Sabía que debía restablecer un lenguaje más constructivo, más respetuoso, entendiendo que uno tiene roles distintos en la sociedad. El fue muy importante en ese período, porque además tenía una extensa red de economistas de distintos lados, de LYD hasta Chile 21, que curiosamente a la hora de discutir los temas técnicos se ponían de acuerdo rápidamente. Ese capital tenía mucho que ver con la capacidad que tenía Andrés de generar confianzas.
-Y la agenda pro crecimiento, entonces, buscó calmar esa "esquizofrenia" de la que habla.
-Claro, conversamos con Andrés y fuimos a hablar con el Presidente Lagos. A propósito de eso, una de las cosas que jamás logramos, además de que tomara vacaciones, es que cambiara el auto. Compraba unas camionetas usadas, con 150 mil km. Me acuerdo que la primera reunión con el Presidente Lagos fuimos en el auto de él, que obviamente tuvimos que empujar para que partiera, llegamos a La Moneda y la policía salió inmediatamente a rodearnos porque pensaban que era una especie de carrobomba. Ese es el tipo de cosas que le pasaba a Andrés. Nos costaba también que comprara ropa, se compró un traje rayado al que le sacó lustre. Tenía un tío que le regalaba unos príncipes de Gales, era de una austeridad increíble.
-¿Bueno, y qué pasó en esa reunión con Lagos?
-Con Lagos tiramos esta idea (de la agenda pro crecimiento). Hubo bastante comunicación, pero pasaba poco. Entonces, con Andrés fuimos un día sábado a la casa de Ricardo Lagos. A esa reunión le llamamos Teatinos 120, porque el único mensaje que le dijimos fue: 'mire, Presidente, si esto no pasa por Teatinos 120, que tiene el presupuesto, no va a pasar nada'. Y Lagos llamó a la casa de (Nicolás) Eyzaguirre, que pensó que estábamos reclamando contra él. Ahí se acordó que trabajáramos directamente con Hacienda y que ellos fueran nuestra contraparte.
Era una oportunidad porque el Presidente Lagos estaba inaugurando una visión más moderna del socialismo, una socialdemocracia, y por eso para él era importante tener este nexo con el empresariado, entre otras cosas para poder mostrar la gobernabilidad que tenía un gobierno de izquierda. En ese escenario, Andrés fue absolutamente clave en un nuevo estilo de dirigencia gremial, sin posiciones político-partidistas. Tenía desavenencias con el Gobierno, pero siempre con transparencia y sin agendas escondidas. Y esa confianza generó ciertos frutos.
-¿Usted y Andrés tenían distintos estilos?
-Sobre todo al principio. El era bastante más paciente que yo y cuando me impacientaba, él me tranquilizaba. Tuvimos varios momentos difíciles en que se nos trancaba la agenda, o cuando el Gobierno se politizaba y atacaba a los empresarios. Pero en general él tenía una capacidad de poner los objetivos por encima de las dificultades coyunturales.
-En el caso Inverlink, usted también jugo un rol cuando, a raíz de la situación en Corfo y a propósito del famoso jarrón de Lagos, se paralizó el sistema financiero. ¿Qué rol jugó Andrés ahí?
-Andrés me llamó un sábado en la mañana y me dijo que estaba el tema Inverlink. Que si se decidía ir a recuperar el jarrón se generaba un tremendo problema porque eran billetes a la vista y podía generarse una corrida, con un tremendo efecto financiero. Me acuerdo que partimos a hablar con Eyzaguirre a su casa, y hubo que convencer al Presidente Lagos. Terminamos en el ministerio de Hacienda y finalmente se pudo evitar. Fueron momentos bien tensos.
Felipe Lamarca: "Lograba encauzar bien todas aquellas locuras que a uno se le ocurrían"
"Hombre íntegro y sencillo". Así recuerda el ex presidente de la Sofofa entre los años 1997 y 2001, Felipe Lamarca, al secretario ejecutivo del gremio industrial, Andrés Concha.
Dueños de estilos muy diferentes, Lamarca recuerda que junto a Concha se complementaban el uno al otro. "Era profundamente republicano, en el sentido de que le importaba el progreso del país y de la gente, y en eso era implacable. Sabía cuál era el sistema económico y el sistema político que quería y avanzaba hacia allá. La línea la tenía muy bien trazada", recuerda Lamarca sobre los primeros años de Concha como secretario ejecutivo de la Sofofa, cargo que asumió en 1996. Por eso, señala: "Andrés todavía debe seguir interesado en el país, se las debe estar arreglando para mandar mensajes desde arriba".
El período en que compartieron, dice, estuvo marcado por el estallido de la crisis asiática, razón por la cual debieron intensificar los canales de comunicación con el gobierno de Eduardo Frei. "Fueron años de mucho trabajo, en que teníamos un canal constantemente abierto con el gobierno".
"Trabajé con él varios años y la relación era fácil porque era una persona agradable, simpática, que sabía reírse. Muchas veces conversábamos y discutíamos, porque él era más apegado a ciertos lineamientos y yo de repente me salía del camino riguroso. Pero para mí siempre fue una ayuda inagotable. Me ayudó mucho, me centró, gracias a él pude evitar errores y malos pasos. Yo soy más impulsivo, y Andrés lograba encauzar bien, todas aquellas locuras que a uno se le ocurrían".
-¿Era más ordenado...?
-Más ordenado, riguroso, seguía claramente una línea trazada.
Nos complementábamos muy bien. El era un hombre riguroso, y yo le ponía sal y pimienta al guiso. Compartiendo la misma línea, teníamos distintas personalidades, pero esa complementación hizo que las cosas salieran bien. Además, Andrés tenía sentido del humor.
-Cuando en el gobierno de Frei se anunciaron las reformas laborales, usted dijo la famosa frase, "las prisas pasan, las cagadas quedan". ¿Me imagino que no lo consultó con él?
-No podía preguntarle algo así, porque me habría puesto el corsé. Pero él tenía sentido del humor, después de eso me debe haber reclamado, pero al final quedó el mensaje.
Pero es imposible tener un conflicto con una persona tan buena, tan paciente, tan tranquila.
-Quienes lo conocieron destacan su sobriedad.
-Sencillo, sobrio, quitado de bulla, nunca poniendo la pechuga en primera plana. Siempre estaba en su lugar, y lo hacía con dignidad, elegancia, buenas maneras, y su cuota de humor.
-¿Y con facilidad para lograr acuerdos?
-Se lo proponía y llegaba a acuerdos, porque era paciente y tozudo, hasta que sacaba adelante lo que creía que tenía que hacer. Para mí su aporte era invaluable. Me ordenaba, me centraba, conversábamos, discutíamos, y finalmente llegábamos a acuerdos.