Nueva Inglaterra y Seattle definen mañana al campeón de la NFL en un partido con cifras difíciles de creer.
Cara a cara, dos equipazos que buscan cimentar sus propios legados, los Patriots (Patriotas) de Nueva Inglaterra y los Seahawks (Halcones Marinos) de Seattle.
Pero, como siempre, la edición 49 abarca mucho más que lo meramente deportivo, con una lluvia de millones que giran a su alrededor.
Primero, lo deportivo. Patriots y Seahawks han sido los mejores equipos de la campaña y, aunque son completos, representan el clásico duelo entre ataque y defensa. Nueva Inglaterra se basa en su eterno mariscal de campo, Tom Brady, y Seattle en la imponente "Legión del Boom" que destroza a los rivales en base a fuerza y tackleos.
Además, ambas franquicias son modelos de éxito sostenido. Es por eso que Brady y su entrenador, Bill Belichick, van por su cuarto anillo de campeón, mientras que el rival busca el primer bicampeonato en más de una década.
Como pocas veces, la previa del duelo ha estado marcada por un escándalo, bautizado como 'Deflategate'. En su último partido, se descubrió que los Patriots usaron balones levemente desinflados, lo que marca una ventaja clave al permitir un mejor agarre del ovoide, faceta clave en este deporte.
La liga aún investiga si se trató de algo intencional o casual, pero la sospecha está puesta sobre un equipo que hace ocho años fue castigado tras descubrirse que grababa ilegalmente a los entrenadores contrarios para "robarles" las señales.
El último Super Bowl marcó un récord de audiencia en Estados Unidos, con más de 111 millones de espectadores, y se proyecta que esa cifra se supere. Es por eso que el tiempo de publicidad en un deporte diseñado con muchas pausas es muy cotizado y un comercial de 30 segundos cuesta hasta 4 millones de dólares, monto que todas las compañías -desde cadenas de comida hasta estudios de cine- cancelan ya que se calcula que sus ganancias posteriores se duplican. Además, el consumo en general en el país del norte alcanza cifras increíbles: más de mil millones en alitas de pollo, 4 millones de pizzas y 50 millones en cajas de cerveza.
Entre las curiosidades se registra que durante el partido se gastan unos 6 mil millones de litros de agua en descargas de las tazas de baño y el lunes posterior al Super Bowl se registra el mayor número de permisos laborales en el año, unos 7 millones, más que la población de Santiago.
En el estadio caben unas 70 mil personas, aforo que se reparte en cantidades iguales para los hinchas de ambos equipos y público general. Las entradas ya están agotadas y la reventa puede llegar hasta los 10 mil dólares. La invasión de gente supone enormes ganancias para la ciudad anfitriona y es por eso que se eligen con años de anticipación: ya están designadas de aquí al 2018.
El entretiempo del juego -que se divide en cuatro cuartos de quince minutos- es un espectáculo aparte. Su relevancia comenzó cuando Michael Jackson actuó en 1993 y, desde entonces, grandes artistas como Paul McCartney, los Rolling Stones, U2, Madonna, etc., han participado. Este domingo el plato fuerte será la cantante Katy Perry junto a Lenny Kravitz.