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Los vientos de cambio que circulan en la FIFA, un imperio de millones y escándalos

Hoy Joseph Blatter es uno de los personajes más influyentes del mundo y con poder sin contrapeso. Un puñado de personas espera cambiar eso.

por:  La Segunda
viernes, 30 de enero de 2015
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Por Daniel Fernández A. 


"Hoy piensas en la FIFA y piensas en corrupción". Esa fue la frase con la que el portugués Luis Figo presentó el miércoles su sorpresiva candidatura al asiento más relevante en el fútbol mundial.

Superestrella como jugador, declaró que era el tiempo de "devolverle algo" al deporte que le había entregado tanto, y de inmediato comenzó a recibir el apoyo de colegas y entrenadores.

Figo se transformó en la última pieza de la elección presidencial de la FIFA, pactada para el próximo 29 de mayo, junto con otros tres personajes que, con distintas trayectorias, apuntan al mismo objetivo: desestabilizar la anquilosada estructura de una de las corporaciones más poderosas del mundo, marcada hace décadas por las acusaciones de corrupción y una estructura vertical de control.

Tres conceptos que confluyen en un personaje, Joseph Sepp Bellend Blatter.

La pelota es mía

El inmortal Eduardo Galeano escribió hace dos décadas que "no hay duda de que el mundo gira alrededor de una pelota de fútbol".

Y esa pelota tiene un dueño: la Fédération Internationale de Football Association.

Con más de un siglo de historia, la FIFA tiene un poder e influencia comparable a la de una superpotencia y, con 209 asociaciones reconocidas, engloba a más países que las Naciones Unidas.

En la cima de todo está Blatter, un economista suizo de 78 años que tras décadas de trabajo tras bambalinas se convirtió en su presidente en 1998, acumulando un poder difícil de cuantificar.

En mayo irá por su quinto mandato, pero algo nuevo se está cocinando.

Hace cuatro años, en la última elección, Blatter fue elegido por aclamación, ya que ningún bloque opositor fue capaz de articular a un candidato de consenso. Pero este año las voces disonantes se han propagado, apoyadas por un período oscuro de denuncias y que se grafica en la "cuestionable" elección de Qatar -un país sin estadios ni tradición futbolística- como sede del Mundial 2022.

El ansia por vientos de cambios es tal que incluso el eventual candidato chileno, Harold Mayne-Nicholls, prefirió desistir para apoyar a los candidatos mejor perfilados, con los que aseguró compartía "los mismos valores y principios".

En especial el jordano Ali bin Hussein, cansado de no generar una diferencia desde su irrelevante puesto como vicepresidente, y del holandés Michael van Praag, una de las pocas autoridades que se ha atrevido a enfrentar a Blatter y decirle, cara a cara, que "la corrupción terminará con usted". Y con Figo también reconoció coincidencias.

Una máquina de millones

Cuando la FIFA nació en Zurich en 1904, sus fundadores no imaginaban en lo que terminó convirtiéndose.

En el papel, es un organismo sin fines de lucro, que se las ingenia para generar anualmente más de mil millones de dólares en ganancias, cifra que se duplica cada año de Mundial. Sus principales ingresos provienen de dos vías, los derechos televisivos y los contratos publicitarios; Adidas, Visa, Hyundai y Coca-Cola son los principales entre sus cerca de veinte sponsors .

Y si en un principio la mayoría de sus entradas correspondía a las "cuotas" de sus afiliados -como cualquier club de barrio-, fue el brasileño Joao Havelange quien la transformó en un verdadero monstruo comercial; hoy, el aporte de las asociaciones representa el 1% de su presupuesto, lo que significó la reducción en su nivel de influencia.

Lo que sembró Havelange en los 70 luego lo terminó de cosechar su apadrinado, Blatter, quien en 1998, su primer año en el mando, fue capaz de multiplicar las ganancias por diez, de 40 millones de dólares anuales a 400.

Con el aval económico, Blatter fue aumentando su poder y haciéndose invulnerable a las acusaciones, además de acumular una fortuna personal de 10 millones de dólares. Es cosa de ver el escándalo más bullado de su gestión: la dudosa entrega de la sede del Mundial del 2022, que terminó con la renuncia del jefe del departamento de ética, Michael García.

Críticas que no perjudican a Blatter, que constantemente aparece en la lista de los personajes más poderosos del mundo. En el sondeo del 2014 realizado por Forbes, fue la única personalidad deportiva mencionada (puesto 70), superado sólo por catorce presidentes en ejercicio.

El centro nervioso

En el papel, el poder de la FIFA radica en sus congresos, los encuentros anuales en los que todas sus federaciones se dan cita para tomar las grandes decisiones.

Estratégicamente, se organizan en todos los rincones del planeta; los últimos fueron en Marrakesh, Múnich, Sydney, Nassau, Johannesburgo, Budapest, Islas Mauricio y Sao Paulo y el de mayo próximo será en Zúrich.

Sin embargo, su sistema nervioso es el Comité Ejecutivo, una entidad presidida por Blatter que se junta al menos dos veces por año, con 7 vicepresidentes y 15 miembros que permanecen en sus cargos durante cuatro años.

Es en sus reuniones donde se determinan fechas, sedes y formato de torneos y son guiadas por su secretario general, el francés Jerome Valcke, considerado el segundo hombre fuerte de la FIFA.

Fue a él a quien se acusó de manipular el sorteo del último Mundial, otras de las tantas acusaciones que no llegan a nada, aunque se han hecho progresos, sobre todo gracias al periodismo que se atreve a indagar entre las penumbras.

Así, en los últimos cinco años, 4 de los integrantes del Comité "decidieron" renunciar tras diversas acusaciones de corrupción, y poco a poco los aliados históricos han ido cayendo.

En 2010 se fue el paraguayo Nicolás Leoz, eterno presidente de la Conmebol; en 2012 fue el turno del brasileño Ricardo Teixeira, líder por décadas de la influyente Federación Brasileña y yerno de Havelange, quien fue expulsado del Comité Olímpico Internacional tras demostrarse el pago de sobornos.

Siempre apuntado pero nunca acusado, el argentino Julio Grondona falleció a mediados del año pasado, el último representante de la vieja escuela que viene liderando la FIFA hace medio siglo, y de la cual Blatter es el último exponente.

Eso se nota en los candidatos al sillón presidencial, ya que ninguno le debe favores (directos, al menos) y desarrollaron sus trayectorias por vías paralelas: Bin Hussein creció en Asia; Van Praag se basa en su exitoso período como presidente del Ajax y la Federación Holandesa; Jerome Champagne es un diplomático; Figo es un ex futbolista.

Blatter es el favorito, pero sus opositores esperan que la mayor cantidad de adversarios en su período de 17 años en el poder sea el primer paso para sacudir el púlpito en el que se ubica.


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