El español vivió la humillación de perder un set en cero, algo que no le pasaba desde 2006, ante Roger Federer en la final de Wimbledon. "Jugué muy mal", fue su sencilla explicación.
Y aunque fue capaz de sacar fuerzas y remontar al final, el resultado ya estaba sellado. "El tercer set lo jugué bien pero permití que él jugase muy cómodo y no puedes esperar ganar ayudando a tu oponente a jugar bien", añadió.
Pese a haber avanzado hasta cuartos de final, su participación no fue óptima y los problemas físicos parecen ser los causantes. La semana pasada casi abandonó por malestares estomacales y en este partido tampoco se notaba cómodo, le molestaba su pierna derecha y también recibió atención médica.
Sin embargo, ni él ni su cuerpo técnico quieren hacer eco de sus problemas físicos. "Cuando se tienen lesiones, los regresos son complicados. Me siento bien, solo que no era mi día y el rival jugó mejor que yo".