El anuncio del presidente de la ANFP, Sergio Jadue, sobre la posibilidad de organizar la cita planetaria el 2030, no pasa exclusivamente por la voluntad y capacidad organizativa.
Pero los "sueños, sueños son..." como decía Calderón de la Barca, y las autoridades uruguayas desistieron considerando que la pequeña nación oriental no está en condiciones económicas de enfrentar un desembolso de la que requiere un evento de esta magnitud en construcción de estadios e infraestructura pública.
Luego, se pensó en una alianza con el fútbol argentino, la que también fue descartada en atención a que el escenario actual no permite proyectar gastos de esa magnitud al tesoro argentino.
En la testera de Quilín se pensó en la oportunidad de que Chile pudiera tener un segundo mundial tras el de 1962. Fue uno de los anuncios del presidente de la ANFP, Sergio Jadue, al asumir su segundo mandato en el fútbol chileno.
Se estima que el Mundial de Sudáfrica 2010 tuvo un costo de US$ 5 mil millones en obras de ejecución directas y que Brasil 2014 subió hasta sobrepasar los US$ 15 mil millones, lo que dio origen a masivas protestas sociales en uno de los países más futbolizados del mundo.
Para el 2018 ya se anuncia que Rusia superará los US$ 20,9 mil millones, aunque algunos analistas estiman que ese costo podría igualar los US$ 51 mil millones invertidos en los Juegos Olímpicos de invierno en Sochi en febrero último.
Es decir, cada nueva edición supera a la anterior. Brasil y Rusia son países enormes y por eso deben gastar mucho más en ítemes como el transporte y la conectividad. Sudáfrica tiene una extensión geográfica similar a la nuestra, pero con un desarrollo urbanístico tercermundista.
Por eso, el punto de comparación más exacto es respecto a los estadios.
La FIFA asegura que no impone una cantidad definida de recintos, pero es un hecho que ahora los Mundiales no se organizan en menos de 12 estadios.
Todo supervisado por un departamento de construcciones de la FIFA que en apariencias "asesora" pero que en definitiva impone las decisiones de diseño en relación a los campos deportivos. Un estadio mundialista debe ser para 40 mil personas como mínimo y el escenario para la final el doble de eso.
La inversión en estadios en Chile, particularmente en regiones, en los últimos años ha sido de US$ 200 millones y hoy no tendría ningún estadio en condiciones de acoger la Copa del 2030, por no contar con los requisitos FIFA.
Para la Copa América y el Mundial Sub 17 del 2015, sólo hay dos escenarios que cumplen con el aforo base: el Estadio Nacional (49.000) y el Monumental (47.000), pero la norma impide que se use más de uno por ciudad.
Y si se asume que por simbolismo el recinto de Ñuñoa debe ser el que acoja la finalísima, tendría que casi duplicar su capacidad y probablemente sea más rentable reconstruirlo desde la base.
Los brasileños gastaron US$ 3.600 millones en el ítem estadios -con siete nuevos y otros cinco renovados-, y según la cadena NBC construir desde cero con "estándares mundialistas" tiene un costo promedio de US$ 500 millones.
Jaime Pilowsky, presidente de la Comisión de Deportes de la Cámara de Diputados, hoy lo considera inviable por cuanto el gasto sólo en construcción de estadios no sería menor a US$ 4 mil millones, que corresponde al presupuesto del Ministerio de Deportes en 20 años.
El miembro de la FIFA Alfredo Asfura señala que requiere de una asociación con el sector público. "Chile tendrá ahora dos grandes desafíos que son la Copa América y el Mundial Sub 17, que darán una importante señal sobre la viabilidad o no de intentar el 2030 organizar una Copa del Mundo, pero no es imposible".
El ex presidente de la ANFP, Ricardo Abumohor sostien "Chile puede organizar un Mundial de Fútbol y debemos soñar en grande. Hemos superado grandes desafíos como los megaterremotos. Si nos proponemos organizar un mundial y contamos con los recursos tenemos la capacidad organizativa para hacerlo. Los eventos del próximo año serán un buen filtro".
