El martes en la noche arrancó una nueva temporada de la NBA, una de las competencias más atractivas del mundo. Por eso, el dinero que mueve a su alrededor es enorme, pero la figura que más réditos saca es alguien que no juega hace más de una década, Michael Jeffrey Jordan.

"Su Majestad" se retiró el 2003, tras una carerra en la que se transformó en un ícono deportivo y cultural. Una fama tal que le ha permitido aumentar aún más su fortuna personal en los últimos años.

Según Forbes, en el último año ganó la friolera de 90 millones de dólares. Una cifra que impacta, y aún más porque es superior a lo que perciben anualmente Cristiano Ronaldo y Lionel Messi y cualquier figura actual de la NBA, incluyendo a LeBron James.

Simplemente, "Air Jordan"

Para conocer el secreto, hay que retroceder tres décadas, a 1984, cuando debutó profesionalmente y, además, firmó su primer contrato publicitario con Nike.

Por entonces, la compañía norteamericana buscaba romper la hegemonía impuesta por Adidas y, por eso, se fijó en el promisorio basquetbolista. El convenio se materializaría en una marca que pasó a la historia: "Air Jordan" (Jordan Aéreo). Así, a medida que mejoraba en la cancha, también lo hacía en el bolsillo, ganando un porcentaje por cada producto que llevaba su nombre.

Con el tiempo, se incluyó todo tipo de indumentaria, pero lo que sigue cimentando el imperio son las zapatillas, que cada año lanza una nueva versión. En septiembre se dio a conocer la N° 29 (la AJ XX9), además de ediciones especiales y conmemorativas. Y el interés se mantiene al punto que, sólo el año pasado, las ventas fueron por más de US$ 2 mil millones.

Jordan tiene otros contratos -Gatorade- pero si pasa sin problemas sus años de jubilado es gracias a su acuerdo vitalicio con Nike, que se basa en un concepto tan sencillo como el del (aún) deportista más famoso del planeta.

Con una fortuna personal de unos 750 millones de dólares, Michael se puede dar ciertos "gustos". Tiene siete restaurantes, acaba de inaugurar una tienda deportiva en el centro de Nueva York y hace dos años se mudó a una mansión en Florida que construyó por 11 millones de dólares.

Pero su mayor inversión está justamente en la NBA. Por increíble que parezca, sus experiencias como empresario en el básquetbol han sido muy malas, en gran medida por sus pésimas decisiones deportivas. Pero eso comenzó a cambiar con los Hornets de Charlotte, la franquicia de la que es dueño desde el 2010 y que por años solventó económicamente con su propio bolsillo mientras los resultados no acompañaban. Pero el equipo por fin es competitivo y, así, ha comenzado a arrojar cifras azules... como si lo necesitara.