Lo llaman "el señor del tenis". Es que Jaime Fillol fue el primer chileno en alcanzar renombre internacional cuando llegó al puesto 14 en el ranking del mundo en 1974, y es uno de los fundadores de la ATP (Association of Tennis Professionals).

Recurrimos a él porque vivió en la década de los 80 una experiencia similar a la que hoy tiene en debacle económica a Iván Zamorano. Terminó pagando con su propia casa y su club la quiebra de su rancho de tenis que construyó con estándares internacionales.

-En el caso mío, mi intención era desarrollar mi vida profesional en mi ámbito, que era la formación, el deporte. Soy profesor de Educación Física, eso siempre me gustó. Y, por otro lado, mi intención era mostrar un modelo de club de tenis, ya que los clubes en Chile propiamente tales no iban desarrollándose, sino al contrario: estaban sobreviviendo y no había un conocimiento de la vida de un club de tenis. Con la experiencia mía en mis viajes, en mis campeonatos, yo tenía una idea, una imagen de hacer desarrollo deportivo a través del tenis. Ese era mi único propósito; darle continuidad a mi amor por el deporte.

Fillol tenía 34 años cuando empezó a construir su club.

-Es de imaginar que todos los bancos querían darle crédito en esa época a un deportista tan famoso como usted...

-No, en esa época no había crédito a largo plazo. El más largo plazo eran 6 meses. Y había promoción de otorgar préstamos en dólares con el dólar a 39 pesos. Inesperadamente, en menos de un año se fue a 160 pesos y eso causó el reventón.

-La deuda de Zamorano creció de marzo a mayo de este año de 421 millones de pesos a $1.944.176.000. ¿Cómo entiende usted ese incremento vertiginoso?

-A lo mejor es posible que los bancos tengan una manera de plantearlo, creo que es un tema bancario. No sabría decir.

-El terreno de su ciudad deportiva no es comprado, sino que lo arrienda y parece que ahí creció como bola de nieve...

- Yo sólo sé que es una concesión municipal con arriendo. Si tiene que pagar un arriendo, hay un costo alto.

-¿Usted conoce bien el estadio de Iván?

-Lo conozco y hemos tenido la carrera de Educación Física de la Universidad Andrés Bello ahí. Hemos hecho intercambio y trabajo en conjunto, así que yo aprecio el trabajo que se hace ahí.

-En su caso, ¿usted cuánto llegó a deber?

-El préstamo que yo tomé fue por 250 mil dólares de esa época. Se fue renegociando y se fue pagando en la medida que podía ir repactando. Al final entregué la casa (su propia residencia) y el club para pagar la deuda.

Lo reconoce como una vivencia muy decepcionante, pero de gran aprendizaje.

-Lo notable es que muchos han solidarizado con Zamorano...

-Se sabe que el deporte no es un negocio rentable. En mi caso, yo tuve asesoría de personas con conocimiento financiero y de experiencia, y todos me decían que no tenía sentido hacer un club de tenis especialmente en un terreno que valía más que el club. Pero cuando el propósito no es necesariamente ganar dinero, sino hacer algo bueno por el deporte, uno debiera pensar que ese costo gigante de inversión, de infraestructura, debiera más bien ser un esfuerzo del Estado. Debiera haber un trabajo en común para lograrlo y no cargarle todo el peso económico al deportista que tiene que transmitir su experiencia; es un riesgo muy alto. Por otro lado, quisiera decir que, como país, nosotros tenemos poca cultura de hacer un trabajo por el bien común. En este sentido, uno debe asumir su responsabilidad pero también los bancos debieran comprender que en el caso de Iván Zamorano es un ídolo, un ejemplo, un deportista para nosotros y para el país. Nosotros lo que quisiéramos es que le fuera muy bien con su ciudad deportiva (ubicada en Padre Hurtado con Bilbao). Quisiéramos que Iván Zamorano siga aportando y siga estando feliz de ser chileno y de vivir en Chile, independiente si tiene o no tiene más recursos fuera del país.