El defensa comienza a dejar atrás tres años llenos de lesiones, donde la idea del retiro se le pasó por la mente.
Foto La Segunda
Durante mucho tiempo, la respuesta desde el departamento de prensa de la Universidad de Chile era la misma: el señor Waldo Ponce no hablará con ningún medio de comunicación hasta que pueda volver a jugar.
“No me acuerdo cuándo fue la última vez que di una entrevista”, le reconoce a “La Segunda”, rompiendo su autoimpuesto ostracismo mediático. “Sólo opinaba a veces en la página oficial para salir a desmentir cosas que se decían, pero quería estar concentrado en recuperarme, sin preocuparme por otras cosas”.
Finalmente, el pasado 20 de agosto, la espera terminó, cuando el defensa disputó un partido por Copa Chile ante Magallanes; un duelo estadísticamente intrascendente, pero que para él supuso el fin de un verdadero calvario de casi tres años.
“Fue un momento muy alegre y emotivo, se me vinieron encima muchos sentimientos, todo lo que tuve que hacer para poder volver a estar dentro de una cancha de fútbol”.
La agonía comenzó la noche
Llegaron las intervenciones quirúrgicas y los tratamientos interminables. En el proceso, volvió a
“Nunca pensé que iba a durar tanto. Hubo de todo, pero sin duda más momentos bajos que altos. A veces notaba una mejoría, veía una luz, pero no pasaba una semana y volvía a retroceder. Eso sí, lo que varias personas me recalcaban es que nunca perdí la alegría, a pesar de todos los momentos malos”.
–¿Sinceramente, se le pasó por la mente la idea
–Sí, cuando no veía una mejora y el tiempo seguía pasando, sin duda que se me venía a la mente.
–Porque no quería quedarme con la sensación de que no lo había intentado todo. Quería volver a sentir esa sensación de estar dentro de una cancha, cuesta un poco explicarlo, pero que para los que sentimos el fútbol de la manera que lo siento yo, es impagable.
–¿Qué es lo que más se extraña?
–Jugar, por supuesto, pero también el estar en el día a día compartiendo con tus compañeros en la cancha, en los entrenamientos. Me pasaba mucho tiempo en el gimnasio y había días donde ni siquiera podía pisar el
–En la familia, pero principalmente en mi mujer y mis hijos. Tengo tres y los dos mayores son hombres y muy futboleros, y querían volver a ver al papá dentro de una cancha. En los peores momentos, su cariño y apoyo fueron fundamentales para seguir adelante. Fueron mis pilares, aunque verme en la cancha no sólo era fruto de mi esfuerzo o el de ellos.
–Hubo mucha gente que, sin ningún interés, me ayudó. Profesores y kinesiólogos que nunca me cobraron un peso, doctores que me vieron en consultas que nunca pagué. Y parece que por mi paso en la Selección dejé buenos recuerdos, porque las palabras de aliento no sólo eran de gente de la U, también de otros equipos que me pedían que siguiera luchando... volver era un poco el premio a todos ellos que pusieron su granito de arena.
Pese a no jugar, la presencia de
“A todos los que llegaban para recuperarse de lesiones graves les decía ‘cuidadito que aquí el que manda soy yo’. Claro que pasaban y pasaban y yo seguía ahí”.
Tampoco dejó de ir al estadio, salvo algunas veces cuando los resultados no eran los mejores. “Me daba demasiada pena no poder aportar en algo”, reconoce.
“Pero, a pesar de que no participaba, igual me sentía importante dentro
–¿Cómo ha sido su relación con el actual entrenador, Martín Lasarte?
–Cuando llegó, estaba claro de mi situación y siempre ha estado pendiente de mí y atento de que no me vuelva a pasar otra cosa. Se dio la coincidencia de que pude volver con él, pero a todos los técnicos que pasaron antes se los agradezco, porque todos se preocuparon de mi lesión, (Darío) Franco, el profe (Cristián) Romero, Marco Antonio (Figueroa). Todos ayudaron a que pudiera estar acá.
–En su partido de regreso le dieron la capitanía, ¿es algo importante para usted?
–Eso es un detalle, en este momento la jineta está en muy buenas manos. Soy muy
respetuoso con el Pepe (Rojas) y Johnny (Herrera), los conozco desde las inferiores y sienten a la U tanto
Luego de su reestreno, Ponce no ha vuelto a jugar, pero asegura que es sólo parte
“Estoy sano, entrenando con normalidad. A veces aparecen problemas musculares, pero son normales y hay que irlos mejorando, no puedo descuidarme”.
–Ahora que volvió, ¿cuáles son sus plazos?
–Antes de la lesión, mi idea siempre fue retirarme a lo más a los 34 años (hoy tiene 31) pero ahora quién sabe. Tal vez me alcance para cinco años más, tal vez para seis meses más, pero lo que quiero es retirarme jugando a buen nivel, digno, no quiero estar dando lástima.
–Si tuviera que resumir su carrera, ¿cómo la calificaría?
–En esta actividad uno es ambicioso, pero lo que siempre le digo a mis amigos y personas más cercanas es que me midan por la persona que soy y no por la persona que fui jugando al fútbol. Eso se los debo mucho a mis padres, no me importa mucho haber ganado diez copas si fui un mal tipo... aunque tampoco he ganado tantas, sólo una con Vélez Sarsfield (risas).
– Eso puede cambiar con la campaña actual de la U...
–Esa es la idea. Tengo muchos títulos jugando por las divisiones inferiores