Es posible que las otras federaciones de fútbol decidan botar el tablero con miras a las elecciones de la Conmebol el 2015. El uruguayo Figueredo renunció a la organización y se va a la FIFA.
El omnímodo poder que las federaciones de Brasil y Argentina han tenido en el fútbol sudamericano podría comenzar a temblar tras la muerte de Julio Grondona (presidente de la AFA, Asociación de Fútbol Argentino) y vicepresidente de la FIFA.
No por nada el capo di tutti fue considerado por décadas uno de los zares de esta parte del continente, personaje que deja un vacío muy grande pues siempre procuró que nadie le hiciera sombra. Y lo consiguió.
Argentina, sin el mandamás, queda en una posición muy debilitada. En su rama dirigencial no hay personajes que logren concitar los respaldos que generaba Grondona -con la muñeca de un político avezado-, y que le dieron una influencia incontrarrestable tanto en el ámbito regional con la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) y mundial (FIFA), e incluso en la política de su país.
Según cercanos a la organización continental, su sucesor en la AFA, Luis Segura, no es más que una solución "parche" para una dirigencia como la trasandina, cruzada por múltiples tendencias y que hasta ahora permanecía unida gracias al magnetismo que Grondona le imprimía a la asociación.
Las elecciones en la entidad trasandina están previstas para octubre del 2015, mes en el que culminaba oficialmente el periodo del fallecido dirigente.
Argentina no sólo resiente la partida del jerarca, sino que perdió la vicepresidencia de la FIFA. Grondona ocupó dicho asiento en su calidad de directivo más antiguo del Comité Ejecutivo de 25 miembros, máximo poder colegiado de la organización rectora del fútbol mundial.
En círculos de la entidad en Zúrich piensan que Joseph Blatter, pensando en su quinta reelección, perfectamente podría desinteresarse de los votos de esta subregión, para hacer alianzas con otras confederaciones sin necesidad de tener que llegar a acuerdos con la Conmebol. El peor de los efectos que podría significar es restarle el medio cupo del repechaje para las clasificatorias mundialistas. Uruguay logró llegar al Mundial de Brasil, gracias a que en el repechaje le tocó jugar con Jordania. Es decir, para muchos en los hechos es un quinto cupo sudamericano.
Es sabido que el suizo nunca fue gran amigo de Grondona y no estando él tiene el camino abierto para negociar alianzas en otras regiones y cuyos impactos se podrían sentir en el corto plazo.
Visionarios en Argentina, ya perciben lo que pueda pasar: "Los dirigentes del fútbol son muy inteligentes y por eso lo apoyaban (a Grondona). Los argentinos tenemos que empezar a defendernos entre nosotros. Cuando en un año más nos saquen las plazas para el Mundial de Rusia y nos cueste más clasificar, nos vamos a sentir unos pelotudos...", aseguró en Buenos Aires Juan Carlos Crespi, vicepresidente de Boca Juniors y la AFA.
Julio Ricardo Grondona, quien lleva por delante el nombre del padre, es actualmente el presidente del club Arsenal de Sarandí, creado por su progenitor hace 57 años.
Para muchos su nombre es casi una marca registrada en el fútbol trasandino. Eso sí, "no tiene el carisma de su padre", señalan quienes han tratado con él en diversas actividades deportivas. Por lo mismo le ven escasas posibilidades de alcanzar las alturas que tuvo el dirigente recientemente fallecido. Miguel Silva, vicepresidente de Arsenal y secretario en AFA, admitió que Julio Grondona hijo era el candidato que manejaba Argentina para ocupar el puesto vacante de su padre en la FIFA, hasta que se conoció ayer que el uruguayo Eugenio Figueredo iba a ocupar esa vacante.
Otros grandes perdedores son los argentinos Luis Segura, presidente de Argentinos Juniors y presidente subrogante en la AFA, y Alejandro Marón, secretario ejecutivo de la AFA y presidente de Lanús. Este último era uno de los preferidos de Grondona y su esposa, Nélida Pariani -que tenía mucha influencia en las decisiones de su marido hasta su muerte el 2012-.
Por décadas el dominio que en el fútbol sudamericano han tenido las federaciones de Brasil y Argentina no admite discusiones. ¿Su mejor aliado? Paraguay, país que con Nicolás Leoz, estuvo 27 años en la testera de la Conmebol y debió renunciar el año pasado en medio del desprestigio de su gestión cruzada por denuncias de corrupción.
Miembro del comité de la FIFA, Leoz fue acusado del pago de sobornos para elegir a Qatar como sede del Mundial de 2022. El paraguayo habría sido contactado por el ex miembro de la FIFA, y competidor de Joseph Blatter en las últimas elecciones, Mohammed bin Hammam, quien con un pago de US$ 20 millones habría comprado el voto del entonces casi inamovible hombre fuerte del fútbol regional.
Tras su renuncia y desprestigio, otro de los "barones" del fútbol sudamericano asumió en la presidencia de la Conmebol, el uruguayo Eugenio Figueredo quien ayer renunció a la presidencia de la organización para pasar a ocupar la vicepresidencia de la FIFA en el cargo que los argentinos "soñaban" que ocuparía el hijo de Grondona.
Beneficiados de lo ocurrido fueron los paraguayos porque la presidencia de la organización regional quedó en manos del presidente de la federación guaraní, Juan Angel Napout, quien de seguro encontrará dos grandes sostenedores: Brasil, que tiene como presidente de la CBF al político -ex gobernador de Sao Paulo- José María Marin y en la Conmebol y en la FIFA a Marco Polo del Nero... y muy probablemente a Argentina, en la medida que les dé garantías.
El marco futbolístico de esta parte del mundo tiene vientos de cambio, considerando que el resto de las federaciones (Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Perú, Uruguay y Venezuela) ven que llegó la hora de grandes modificaciones.
Uruguay intentará a través de su presidente en la Asociación Uruguaya de Fútbol, Wilmar Valdez, mantener sus influencias pese a la partida de Eugenio Figueredo a la FIFA.
Pero, lo que no está en la agenda pública es la reacción que puedan llegar a tener las otras federaciones. Según fuentes cercanas a la Conmebol, hace tiempo ya que el venezolano-español Rafael Esquivel, hombre que lleva 26 años al frente del fútbol llanero, quiere ascender y visualiza que es el momento de dar el salto. Es el integrante más antiguo de la Confederación y según cercanos piensa que "ahora o nunca" es el momento para que los "chicos" lleguen al poder.
En sus aspiraciones se cruza Manuel Burga, del Perú, quien también cree que podría ser el abanderado de las federaciones que han debido estar siempre a la cola de los dominadores de Argentina y Brasil. Por último el ecuatoriano Luis Chiriboga, también se siente predestinado a ser el rostro del fútbol sudamericano.
Donde no hay mayores problemas es en las federaciones de Bolivia, Colombia y Chile, las que, según entendidos, no tienen mayor ingerencia ni representan una amenaza en los círculos de poder y que se terminarán plegando a quien aparezca como el más seguro ganador.