Detesto la definición por penales.

Ahora más. Siempre me ha parecido algo injusta, está cargada de azar, de cansancio, es como un pedazo de otro deporte.

Ciertamente define un empate demasiado prolongado.

El gol de oro se volvía demasiado extenso y nos quedamos con este método algo salvaje y que nada o muy poco tiene que ver con como haya sido el partido.

Chile jugó bien, a ratos muy bien. Paró a Brasil y desnudó su táctica rígida sin cintura. Lo convirtió en un equipo sin imaginación a costa de esfuerzo y espíritu guerrero. Pero nos faltó un centro delantero.

Esta generación nuestra no tuvo ese indispensable hombre de área que arrastre marcas y genere pánico en la portería ajena.

Todo el talento de Medel, Vidal, Sánchez y cía. cojeaba al entrar al área enemiga por mucho que bloqueara la propia.

Sampaoli no quiso hacer entrar al Mago Valdivia, seguramente temeroso de perder marca.

Pinilla pudo hacer el gol del triunfo pero los hados no lo quisieron. Un jugador limitado por su estatura, colocado para superar a los centrales brasileños, la pareja estrella del París Saint Germain, sin otros talentos.

¿Cuánto le queda a esta generación?
¿Viene algún asesino del área en camino para acompañarlos?

No lo veo en el horizonte próximo. Habrá que inventarlo. Mientras tanto, mejor practicar penales. Para vencer la injusticia, la de la mala suerte, esa que hasta ha definido campeonatos.