El golfista chileno Felipe Aguilar llegó este lunes a nuestro país tras ganar en Singapur su segundo título en el Tour Europeo.

Y lo hizo en grande: Su ronda final de 62 golpes (10 bajo el par) fue la mejor del 2014 y sus últimos nueve hoyos igualaron el mejor registro de la temporada.

Y todo lo coronó con un tremendo tiro en el hoyo 18, que ya postula a ser la jugada del año, y que literalmente dio la vuelta al mundo, siendo el punto de atención en varios noticieros internacionales.

"Creo que dentro de los próximos días me voy a dar cuenta de lo que hice", reconoció a su arribo. "Con la adrenalina, la emoción, las entrevistas, los viajes... uno de repente no tiene tiempo para sentarse y ponerle un 'techo' a lo que hiciste. Pero queda la conformidad de que dejaste el nombre de tu país en lo más alto".

-¿Cómo recuerdas ese último tiro?

-Fue una sorpresa y la verdad que, cuando lo metí, no lo creí. Ni siquiera la vi entrar (la pelota).

-Es ese tipo de tiros que entran en la historia, como el de Tiger Woods en Augusta el 2005...

-Y, aun así, Tiger lo hizo en el hoyo 15, no fue para ganar. La verdad que uno ve ese tipo de tiros en televisión, pero nunca crees que te va a salir a ti.

-¿El sueño del pibe?

-Así es. Fue como un gol de arco a arco.

-Ante un triunfo así, ¿de quién te acuerdas?

-Es un todo, es muy difícil enfocarse en algo específico: mi mujer, que mantiene mi casa y mis niños en regla, todo mi equipo de trabajo. Pero si me voy a la parte emocional, recuerdo a mi abuelo, el que me metió el bichito de este deporte. Si yo estoy jugando al golf es por él, el 'tata' fue el precursor.

-Contigo, más lo que hacen Mark Tullo y Benjamín Alvarado, ¿estamos ante una generación dorada?

-Sin duda es un muy buen grupo, pero nosotros somos sólo el comienzo. Nosotros estamos de pasada; Benjamín está recién empezando, pero lo que viene desde atrás es muy, muy bueno. Creo que, en Chile, tenemos golf para rato.

-A fin de cuentas, ¿eso te alegra más que un título puntual?

-Sí, porque uno pasa a ser un precursor, el que abrió las puertas. Ya no todo es tan intocable como antes, ahora los más jóvenes piensan: "Si el lo hace, ¿por qué yo no?".