Una prueba que lleva al límite la resistencia del caballo y jinete que se rige por exigentes reglas de comportamiento y cuidado de los caballares. La Patagonia chilena abre sus praderas y paisajes a los equitadores chilenos y extranjeros.
Cuando a los 35 años, el noble inglés James Mac Mahon Mahan, natural de Oxford e hijo y nieto de condes, descubrió la Patagonia chilena, desde entonces han pasado ocho años y anualmente vuelve a practicar lo que es la pasión de su vida: los caballos.
No podía extrañar entonces que se impusiera holgadamente en los arduos 80 kilómetros del enduro ecuestre -la reina de las batallas entre los equitadores-, y que año a año reúne a lo más granado del empresariado nacional y destacados deportistas.
Asiduos practicantes son Jean Paul Luksic, Aurelio Montes, Daniel Yarur, Jorge Errázuriz, Félix López y Fernando de la Peña, que recorren las estepas patagónicas y otros lugares de Chile, de esta disciplina que en nuestro país está aún en pañales en comparación a Brasil, Argentina y Uruguay o Francia y los Emiratos Arabes, que son los monarcas mundiales.
En esta carrera además de Mac Mahon intervinieron jinetes de Francia, Estados Unidos, Argentina y Brasil y que sumaron 59 competidores.
Corriendo por el "Paine"
El Hotel Las Torres -con 4.400 hectáreas de propiedad de la familia Kusanovic-, e integrado al Parque Nacional Torres del Paine en Puerto Natales, fue el epicentro de la última fecha del enduro ecuestre que tuvo el reconocimiento de la Federación Ecuestre Internacional (FEI).
Un lugar paradisíaco donde los jinetes corrieron al amparo de esos monumentos naturales, que a la distancia se ven de color azul ("Paine" en lengua tehuelche significa azul), en esta zona declarada reserva de la biosfera de la humanidad.
El organizador y maestro de equitación Luis Enrique Opazo cuenta que la prueba si bien es exigente para los caballos, se toman todos los resguardos. Para ello se establecen postas donde son examinados en el transcurso de la prueba, que en este caso contempló distancias de 80 km, 40 km y 20 km. En los campeonatos mundiales la distancia máxima es de 160 km.
Opazo expresa que las razones que lo llevaron a organizar este evento desde hace varios años fueron que "me di cuenta que estos paisajes debían ser vistos y descubiertos por nosotros los chilenos, porque son más conocidos por los extranjeros".
Por lo mismo, Opazo ha organizado pruebas en Isla de Pascua y en San Pedro de Atacama. "Chile por sus escenarios puede ser una gran plaza mundial para estas carreras", señala.
Caballos árabes e inglés
La médico veterinaria María Paz Vargas, juez internacional de la FEI, fue una de las encargadas de supervisar esta carrera. La profesional indica que un staff de veterinarios examina a los equinos y que lo habitual es que al término de la prueba casi la mitad sean eliminados a fin de evitar cualquier riesgo para su salud.
Al fin y al cabo las exigencias no son menores. Caballo y jinete deben correr decenas de kilómetros entre cerros, valles y cruce de ríos. En este caso, fue una gran variedad de montañas (entre las que destacan las Torres y los Cuernos del Paine) y los lagos Grey, Pehoé, Nordenskjöld y Sarmiento. A la distancia el pelotón pudo obervar los glaciares Grey, Pingo, Tyndall y Geikie, pertenecientes al Campo de Hielo Patagónico Sur.
"Correr aquí es un premio; estos paisajes hacen que uno se olvide de lo agotador de esta prueba porque son varias horas, sumando los descansos para examinar los caballos", señaló el empresario de la construcción José Ferrach, quien derivó al enduro ecuestre, después de haber competido en equitación en la UC durante muchos años.
Las exigencias que el enduro ecuestre impone a los corredores son más bien sencillas: solamente deben usar un casco con arnés y botas con tacos. Está totalmente prohibido el uso de la fusta y espuelas para azuzar los caballos.
María Paz Vargas cuenta que los jueces constatan que los caballos no superen las 60 pulsaciones en las paradas, luego de ser mojados. Dice que los mejores especímenes para el enduro ecuestre son aquellos que genéticamente combinan la resistencia del caballo árabe y la velocidad del inglés y con una madurez no menor a los 6 años.
Enduristas chilenos ya han participado en varios mundiales de la categoría. Es en Kansas, donde se logró el mejor resultado, un 5° lugar por equipos. Otras participaciones han sido en Dubai, Alemania, Jerez de la Frontera (España), Kentucky e Inglaterra.
El chileno que internacionalmente ha tenido el mejor logro fue Sebastián Taverne, quien el 2010 ganó el Panamericano junior y cuyo caballo "Eclipse" fue luego vendido en US$ 80 mil, en el precio más alto que ha alcanzado un caballo de enduro nacional.