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Nicolás Castillo: El barrista de Renca que soñaba con jugar en Europa

El goleador de la selección Sub 20 cumplió el anhelo de jugar con el club de sus amores. Sin embargo, su gran momento actual, por el que ya recibe millonarias ofertas desde el extranjero, no sería posible sin una historia previa de esfuerzos, altibajos y la pérdida de un ser querido al que aún recuerda.  

por:  Ricardo Farías y Gonzalo Santis
sábado, 26 de enero de 2013
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Nicolás Ignacio Castillo Mora desde muy pequeño demostró amor por el fútbol. Y tenía dos sueños muy claros: vestir la camiseta de Universidad Católica y jugar en el fútbol europeo.

El primero, ya lo cumplió. Y el segundo, tras ser uno de los jugadores revelación del fútbol chileno el año pasado y convertirse en una de las grandes figuras de la Sub 20, parece que es sólo cuestión de tiempo para que se haga realidad.

Con cuatro goles, el "Nico" -como le dicen en su casa- es uno de los referentes del plantel que lidera el técnico Mario Salas y una de las grandes figuras del Sudamericano Juvenil de Argentina, lo que provocó el interés de un club del fútbol alemán, que ofreció más de 4 millones de dólares por él. Por ahora, tanto él como la UC descartaron la opción, conscientes de que, de mantenerse la curva ascendente de su prometedora carrera, no será la última oferta.

Brazos al cielo por don Omar

Nacido el 14 de febrero de 1993 en lo profundo de la población Huamachuco 1 de Renca, su familia es eminentemente futbolera. De hecho, de su padre Humberto heredó el don para hacer goles, ya que fue por años la figura del club Lourdes de esa comuna. El mismo en el cual su hijo luego daría sus primeros pasos como futbolista, vistiendo esa camiseta entre los 4 y los 7 años, en las canchas de Las Palmeras de Renca.

"El primer balón se lo regalamos apenas aprendió a caminar y de ahí no paró más. Desde chico jugaba con los niños de la población, y uno se daba cuenta de que tenía aptitudes para el fútbol, le pegaba muy bien al balón y ya destacaba entre sus pares. Además, en el fútbol amateur siempre jugaba con niños 2 o 3 años mayores que él, dando ventaja deportiva", señala su padre.

"Jugaba en la casa, en el pasaje, en la calle, en todos lados", recuerda su madre.

Tampoco se perdía ningún partido por televisión. Particularmente del fútbol argentino, aunque había un jugador al que idolatraba más que al resto: el sueco Zlatan Ibrahimovic. De hecho, entre su fanatismo por el delantero y su parecido físico, en el barrio quedó para siempre el apodo de "El Zlatan".

Pero esos no son los únicos genes futboleros que tiene Castillo. De su abuelo, don Omar Mora, adquirió el cariño irrestricto por Católica, cuando éste lo llevó por primera vez al estadio a ver al club de sus amores.

De hecho, el abuelo jugó una parte importante en su futuro profesional, ya que fue él quien lo llevó a probarse en las divisiones inferiores del cuadro cruzado, luego de un amargo intento en las cadetes de Colo Colo.

Lamentablemente, don Omar no alcanzó a ver a su nieto jugar con la franja cruzada en el pecho, ya que murió poco después de que lo aceptaran. En su recuerdo, Nicolás celebra los goles con los dos índices al cielo, en honor a su querido abuelo.

"Si estuviese con nosotros, a lo mejor hubiese estado en Mendoza acompañando a su nieto", relata Humberto.

La "Huama 1", puro sentimiento

Pero si don Omar le enseñó el cariño por Católica, su hermano mayor, Diego, le ayudó a llevar ese fanatismo al extremo, acercándolo al mundo de las barras.

De hecho, hasta hace poco tiempo Nicolás era miembro activo de una de las principales facciones de la hinchada cruzada, los Rencatólica .

Pero sus inicios en la galería serían en otro grupo, los Huama 1 , organizada por su hermano y que se hizo famosa en San Carlos de Apoquindo al llegar a cada partido apiñada en la camioneta de su abuelo... el "Renca Móvil".

Una faceta que el goleador de la Sub 20 no sólo nunca ha escondido, sino que de la cual se siente profundamente orgulloso. De hecho, él es un símbolo en el que sus ex compañeros de tablón se reflejan. "Es un orgullo, es lo que todo hincha quisiera ser... pasar de estar sentado en las gradas a estar defendiendo al equipo de tus amores en la cancha. El 'Nico' es el orgullo que tenemos en Renca", señala Diego, quien reconoce que, ante la posibilidad de verlo con otra camiseta en Chile, "nunca con la de la U y la de Colo Colo, eso no lo concibo en mi mente".

Eso sí, aclara que apoyará a su hermano pase lo que pase. Y que si el destino lo lleva al extranjero, irá donde sea para acompañarlo, aunque siempre vistiendo los colores cruzados.

De joven rebelde a figura

La llegada del joven Nicolás a Católica fue a los 11 años, uno de los momentos más felices de su vida, aunque empañado por el fallecimiento de su abuelo.

El encargado del fútbol formativo de la UC, Rodrigo Astudillo, fue quien lo fichó al ver sus innegables cualidades futbolísticas.

"En ese momento, no lo pudimos inscribir en el equipo, porque estábamos a mitad del campeonato. Pero igual lo dejé entrenando y al otro torneo jugó por nosotros. De inmediato, me di cuenta de que era un gran jugador y de una enorme proyección, sólo bastó un partido para dejarlo en el club", comenta Astudillo.

Fue en ese momento cuando la familia Castillo Mora tomó una decisión crucial: dejarlo ir a la Casa Cruzada, donde se hospedan los juveniles del club cruzado.

"Cuando nos dijeron que tenía que irse a vivir a San Carlos, nos entró el pánico. Sentíamos que se alejaba de casa", recuerda su madre.

El tránsito tampoco fue sencillo para el jugador, sobre todo por su personalidad rebelde. "Tuvimos que estar siempre trabajando con su carácter, con profesores y sicólogos, más el apoyo de su familia", señala Astudillo.

De hecho, a pesar de todas las comodidades que encontraba en su nuevo entorno, no se logró adaptar a las nuevas reglas y, al cabo de dos años, abandonó las instalaciones.

"Le dije: parece que no valoras lo que tienes aquí. Así que anda a estudiar afuera y demórate dos horas en ir y venir a entrenar y jugar", señala Astudillo. "Pero luego fue madurando hasta que en algún momento nos pidió volver y, como surgió de él, nos pareció bien y lo trajimos de vuelta. Aunque le aclaramos que las condiciones seguían igual que antes", apunta el DT.

Esta segunda fase fue mucho más positiva, y se caracterizó por un Castillo más esforzado. "Entrenaba muy bien, 'sacándose la mugre', queriendo ser mejor que el de al lado. Era uno de los pocos que se quedaban después de los entrenamientos a perfeccionar sus movimientos y pegada. Siempre fue escalando peldaño a peldaño".

Nicolás dejaría su huella en las competencias juveniles, siendo la figura en los títulos que consiguió en las categorías Sub 11 y Sub 15, donde se consagró como el goleador.

Actuaciones que llamaron la atención del por entonces técnico del equipo adulto, Marco Antonio Figueroa, quien lo citó por primera vez al cuadro mayor para un duelo de Copa Chile ante San Pedro de Atacama en 2010.

La madre de Nicolás agrega: "Fue emocionante verlo con la camiseta de su club, porque uno conoce toda su carrera futbolística, sus aporreos, sacrificios. Fue muy gratificante verlo allí, con todos sus logros", señala su madre.

Mezclado con los mayores, su gran apoyo para integrarse fue el delantero José Luis Villanueva, quien se preocupó de "orientarlo y de darle consejos sobre cómo enfrentar esto de ser un jugador profesional", comenta doña Lorena.

Luego de sus primeros partidos en el plantel adulto de la UC, Nicolás firmó su primer contrato a los 17 años.

De ahí, rápidamente fue quemando etapas. Primero, como parte importante del equipo cruzado que el año pasado llegó hasta semifinales de la Copa Sudamericana (anotó un gol en esa instancia ante el poderoso Sao Paulo de Brasil) y luego como uno de los pilares en los que la Sub 20 de Mario Salas apoya sus esperanzas de llegar al Mundial de Turquía.

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