Esta semana se cumplió un cuarto de siglo de uno de los logros más importantes de nuestro fútbol, cuando la Roja Sub-20 que dirigía Luis Ibarra terminó 4ª en un torneo de gran espectáculo, con varios jugadores que se harían de un nombre propio como adultos y que tendría consecuencias impensadas para nuestro país.
Ayer, se cumplieron exactamente 25 años de uno de los momentos más importantes de nuestro fútbol. El 25 de octubre de 1987, Chile cerraba de gran forma el segundo Torneo Mundial que tuvo la responsabilidad de organizar, luego del inolvidable 1962.
Es cierto, el evento no era adulto sino que correspondía a la categoría Sub-20. Pero su relevancia se explica por si sola: la FIFA reconoce a este torneo como el segundo en importancia a nivel planetario (incluso por sobre los Juegos Olímpicos) y su larga historia ha servido como el punto de arranque de varias figuras de talla mundial, como Diego Armando Maradona y Lionel Messi en su momento, por nombrar sólo a dos.
Sin duda, muchos de los jóvenes que llegaron a nuestro país tenían el sueño de una larga y exitosa carrera en mente, y lo demostraron en cancha. Hasta el día de hoy, "Chile 1987" se recuerda como una de las mejores citas que esta categoría haya recibido, tanto por el espectáculo futbolístico, una organización impecable y un marco de público pocas veces visto, con un promedio de más de 22 mil personas por encuentro, que se repartieron en las cuatro sedes dispuestas: Santiago, Concepción, Valparaíso y Antofagasta.
En medio de todo eso, un equipo nacional sin figuras de renombre, pero que se había preparado durante dos años bajo las órdenes de Luis Ibarra, esperaba cumplir el mejor papel posible.
"Era un grupo especial"
Y vaya que lo hicieron, escalando hasta las semifinales donde, si bien perdieron contra Alemania Democrática en penales, cosecharían un cuarto puesto que sólo fue superado dos décadas después, en el Mundial de Canadá 2007, por la generación de Sánchez, Vidal y Medel que hoy son el núcleo de la Roja adulta.
¿Cuál fue la fórmula? "Era un grupo muy unido, muy especial, todos respetuosos, no como se ve ahora", señala Ibarra, quien recuerda que su labor no se limitó sólo a lo deportivo. "Lo primero fue educarlos, primero como personas y luego como futbolistas. A algunos los hice estudiar porque no habían terminado 4° medio", indica.
Sobre la previa del torneo, el DT destaca que "estuvimos bastante tiempo juntos como grupo, como un año y medio concentrados. No seguido, obvio, sino que con entrenamientos regulares y contacto permanente". De hecho, tan bueno fue el ambiente que recuerda, a modo de anécdota, como varios de sus jugadores no querían volver después a sus clubes.
Ese equipo chileno tuvo varios jugadores que destacaron a nivel adulto (ver ficha) pero, según confiesa el mismo Ibarra, "por lejos el que mostraba mayor proyección era Lukas Tudor".
De hecho, el por entonces jugador de la UC era tal vez el único miembro del plantel con algo de figuración pública, ya que era una estrella en las divisiones inferiores cruzadas y, para el resto de sus compañeros, era el líder del camarín junto al capitán, Camilo Pino.
Ambos fueron las figuras del equipo, marcando casi todos los goles en el torneo (salvo el que convirtió Pedro González en la definición por el tercer lugar) y Tudor llamó la atención de varios clubes extranjeros. Sin embargo, una serie de lesiones terminaron cortando una carrera que jamás llegó a las alturas que prometía.
Y, cabe recalcar, él mismo lo reconoce así. "Nuestro equipo no era el más talentoso, pero sí que se preparó mucho y que con trabajo y sacrificio pudo llegar hasta donde llegó. Luego, hubo quienes siguieron más o menos lo que se pensaba, otros que sorprendieron y, como en mi caso, otros que no cumplieron con lo que prometían", señala. "Para mí, el gran tema fueron las lesiones pero, de todas formas, no guardo más que los mejores recuerdos, sin duda. Es un hito en la vida de todos los que participamos, no sólo los jugadores, a nivel deportivo y personal. Cambió mi vida y la de todos mis compañeros. Además, se estaba viviendo un momento político muy especial en el país... fue una buena 'ensalada' de hechos que lo hacen inolvidable".
El recuerdo del "Mumo"
En algo inevitable, el abrir el baúl de los recuerdos implica comenzar a recordar a los que, inevitablemente, ya han partido.
Tres jugadores de ese plantel ya fallecieron: el portero reserva Angel Gorichón (que no fue inscrito pero que compartía en la concentración), el delantero Juan Reyes y, por supuesto, el lateral izquierdo Raimundo Tupper.
Los tristes acontecimientos que llevaron a su muerte en 1995 son imposibles de obviar. De hecho, para Luis Ibarra, "es desgraciadamente de lo primero que me acuerdo. Lo que pasó con el 'Mumo' es el dolor más triste de mi carrera, no hay caso, no lo puedo dejar atrás. Me opaca cualquier triunfo".
Para el técnico, Tupper fue una pieza clave en el equipo ya que su madurez le permitió encauzar a varios de sus compañeros "menos experimentados en la vida, junto a Lukas y (Hugo) Cortez".
El mismo Tudor señala que, para él, el tema es sensible ya que "nos conocíamos desde muy chicos en la Católica. Pero la vida es así, y el fútbol no escapa a esa realidad".