El goleador y figura de la "U" es el orgullo de sus tíos, primos y hasta de sus profesoras del colegio que lo recibieron a los cinco años.
El pequeño Luis tiene once años, está en sexto año de la Escuela Básica José Bernardo Suárez de Renca y tiene el rostro rojo y transpirado de tanto jugar a la pelota bajo el sol. Tiene plena conciencia de que en ese mismo patio dio sus primeros pasos como futbolista profesional Eduardo Vargas (22 años), el nuevo ídolo del fútbol chileno y, por lo mismo, trata de emular sus fintas, sacando aplausos entre algunos de sus compañeros con menos "dedos para el piano".
"Me gustaría llegar a ser como Vargas, él salió de acá. Además es mi amigo, va a mi casa siempre porque conoce a mi hermano y a veces encumbramos volantines juntos", dice con la cara llena de orgullo durante el "entretiempo" de la improvisada pichanga.
Resulta evidente que la influencia de lo que está logrando Eduardo Vargas en el fútbol comienza ya a sentirse en Renca, pero particularmente en la población Viña del Mar de esa comuna, donde está su ex colegio y la casa donde creció junto a sus padres, tíos y abuelos y que está enclavada en la falda del Cerro Renca.
Hoy gracias a su mejor situación en el fútbol pudo mudarse con sus padres (Pamela y Eduardo) y sus dos hermanos (Baithiare de 5 y Camilo de 18 años) a un sector más acomodado de la misma comuna; sin embargo, sus tíos y primos aún habitan la casa de calle Agua Santa, donde Vargas creció.
"Somos una familia grande y unida. Eduardo tuvo mucho cariño y apoyo. Siempre le encanto la pelota. Nació con la pelota pegada al pie. Era su gran pasión y única diversión. Pero también tenía disciplina para hacer las tareas y no despreocuparse del colegio", cuenta Claudia Vargas, una de sus tías.
Agrega que para las navidades y cumpleaños recibía sólo pelotas de fútbol "porque no le gustaba nada más, ni los autitos, ni soldaditos, sólo balones y jugaba acá en la calle".
Lo que más rescata es que "no ha cambiado en nada. No llega con aires de famoso. Se estaciona, entra a la casa y come lo que haya. Además, no es de farras ni tonteras".
¿Colocolino?
Su tía Roxana reconoce que "Eduardo fue mi regalo de cumpleaños, porque nació justo ese día, así que se transformó en mi sobrino regalón y consentido. Siempre le di todo lo que quería. Le encantaba el pollo asado con papas fritas y era loco por encumbrar volantines; de hecho, es su otra gran pasión. Ama mucho a su mamá y sufrió como nadie con la muerte de don Arnoldo, su abuelo futbolero".
Cuentan en su casa que la gran meta de Vargas era poder algún día comprarle una casa a la mamá y lo consiguió: "Justo cuando ella estaba haciendo los trámites para postular a un subsidio, Eduardo le dice que no haga nada más porque él le compraría una y lo hizo. Es un hijo espectacular".
Esta fuerte ligazón con sus padres -enraizado en su madre, porque su papá era camionero y viajaba por el país- radica en el apoyo irrestricto que siempre tuvo para poder buscar donde jugar fútbol.
"Todos siempre lo apoyamos. Yo le pagaba 10 mil pesos semanales para ayudarle a llegar a los entrenamientos, confiesa Víctor Hugo Mutinelli Vargas, el primo mayor de los 26 que tiene hoy el delantero azul.
Víctor Hugo cuenta que "todos los primos cuando éramos más chicos jugábamos a la pelota en club amateur de acá -el Internacional de Renca- y Eduardo era el más flaco y pollito. Yo lo obligaba a marcar fuerte para que se fuera acostumbrando a sacar fuerza".
Con los años, Eduardo comenzó a compartir algunos hobbies con su primo mayor: "Como vivíamos al lado del cerro, subíamos y elevábamos volantines en competencias, hacíamos casas club y jugábamos mucho".
Luego otros intereses no pudieron compartirse: "Después crecí -dice Víctor Hugo- y comencé a tener amigas y Eduardo que era más chico me decía: ¡ Presenta una amiga po' primo ..!".
El mito de si era de Colo Colo es todo un tema en la familia. Asumen que hay mezcla de albos y azules, pero uno de los parientes de Vargas asegura que Eduardo "siempre ha sido colocolino".
De hecho, explica que estando en Cobreloa le dio "mucha lata" cuando, en lugar de llamarlo a él, Colo Colo contrató a su amigo Paulo Magalhaes.
"Por eso cuando le llegó la oferta de la 'U' juró defender esos colores hasta la muerte, como una especie de revancha personal y decía que en Colo Colo iban a ver lo que se perdieron", sostienen.
Es un orgullo verlo donde está
Su primera profesora fue Alejandra Reveco, recibió a Vargas a los 5 años en kínder y revela que "era introvertido, muy calladito y tímido, pero cumplía en todo y obviamente se notaba desde esa edad que le gustaba mucho la pelota".
Cuenta que "era divertido verlo cómo se ponía muy colorado cuando se agitaba y con la transpiración el pelo le quedaba aplastado en los costados".
La tía Alejandra es muy cercana a la familia del jugador. "Siempre han sido personas de esfuerzo y comprometidos con la educación de su hijo -resalta-. Ella lo acompañaba a todos los clubes donde estuvo a prueba hasta que le salió lo de Cobreloa".
"Fue difícil ese viaje, extrañaba mucho a sus papás y a su familia. Lamentablemente ellos no tenían los recursos para traérselo de vuelta, pero salió adelante y hoy es un orgullo verlo donde está", admite Alejandra.
Hijo de la tierra
Como la mayoría de quienes hoy son figuras del fútbol chileno, Eduardo Vargas comenzó jugando en canchas de tierra y en el fútbol amateur. En este caso lo hizo en el club Internacional de Renca, perteneciente a la Asociación de Fútbol Radar que compite en el torneo de la ANFA. Fue inscrito cuando tenía nueve años y jugó hasta los 12. Este club podría recibir cerca de $80 millones cuando sea vendido, considerando que está tasado en US$ 10 millones.
Las polvorientas canchas donde gambeteó Vargas quedan a un costado del cerro Renca.
"Siempre se destacó en el equipo. Se sentía muy cómodo, jugaba con sus primos y se notaba que tenía muchas condiciones", cuenta Víctor Morales, presidente de la asociación que cobija al club. Don Víctor guarda en una carpeta, como un tesoro, el registro de la inscripción de Eduardo en el fútbol amateur, porque sabe que es "un recuerdo imborrable".
Profesora jefe: "Era desordenado y pelotero"Cecilia Rojas fue su profesora jefe desde quinto hasta octavo, cuando se graduó de la Escuela José Bernardo Suárez. Recuerda que "era un niño muy juguetón, desordenado por la edad y pelotero a decir basta. Tenía un clan de amigos con los que jugaba a la pelota todos los días y era como la voz cantante en ese sentido; es decir, el más entusiasta".
"Era un alumno capaz -añade- de notas 5,7 pero nosotros lo manteníamos concentrado en los estudios utilizando el fútbol; o sea, si no hacía las tareas, no lo autorizábamos a salir temprano para ir a entrenar, todo con acuerdo con la mamá. Lo mismo pasaba en el colegio: no lo dejábamos jugar si no hacía los trabajos. Así se motivaba en cumplir en el colegio".
Dice que era tal el fanatismo que "llegaban antes de las ocho de la mañana para poder jugar a la pelota".
El dato más curioso cuenta la docente es que su profesor de educación física era Claudio Puga, actualmente árbitro de fútbol profesional. "Pero él no habla de eso para no generar suspicias", aporta la tía Julia, inspectora del colegio.
También cuenta que "Pamela, su mamá, fue presidenta del curso entre los apoderados tres años. Estaba muy involucrada y comprometida. Los dos eran muy preocupados. En realidad, Eduardo hoy es un ejemplo para los demás niños".
Su representante cuenta cómo lo llevó al fútbol profesionalAndrés Alvarado siempre estuvo ligado a las inferiores de Universidad Católica; sin embargo, ya estando fuera de la UC cuenta que formó un club para participar en el torneo Sub 13 y 14 de la ANFP. "Me conseguí la franquicia de Deportes Puerto Montt y buscamos jugadores. Entre todos lo que llegaron estaba Eduardo que de inmediato llamó la atención. Venía del Internacional de Renca".
Añadió que "jugó un año y pese a que nos goleaban, fue uno de los máximos anotadores. Una de sus cualidades más destacadas era el tremendo remate que tenía".
De equipo en equipo
Luego de aquella experiencia, Alvarado lo integró al llamado " Adidas Selection Team ", un campeonato de talentos donde llegó a semifinales, la cual no jugó. "Dicen que lo llamaron para avisarle del partido y no lo encontraron. El quedó picado por eso, hasta hoy se acuerda", confiesa.
Nuevamente retornó a su club en Renca y al poco tiempo Alvarado lo sumó a un seleccionado juvenil de la Tercera División para competir en un torneo en Puerto Montt.
"Llegamos a semifinal. Eduardo fue goleador junto con Arturo Vidal, pero éste le cedió el trofeo a Eduardo porque era dos años menor. Un gran gesto", dice Andrés, quen comenta que "Lo querían los grandes, pero Eduardo podía no adaptarse a las series juveniles y él ya estaba en edad para algo más. Decidimos esperar".
Vargas participó en la pretemporada que el club Islanders de Puerto Rico hizo en el país. Luego Alvarado se contactó con su amigo Jorge Aravena, en ese entonces técnico del primer equipo de Cobreloa y le contó las cualidades de Vargas."Nos fuimos solos. Entrenó algunas semanas y decidieron contratarlo", relata.
Era 2007 y Andrés Alvarado asumió en las series menores de la ANFP cuando llegó Bielsa, por lo que dejó a Vargas instalado en Calama.
Cuenta que "no lo pasó nada de bien al principio. Estaba recién llegado y vivía solo en una ciudad lejana a los 17 años. Pero se adaptó rápido y fue llamado a las selecciones Sub 20, consagrándose en el torneo Esperanzas de Toulón, donde fue campeón en 2009".
Tras salir de la ANFP, Alvarado, se integró al staff del empresario Cristián Ogalde y Eduardo Vargas se transformó en su representado, algo que no fue sencillo, ya que el delantero estuvo cerca irse con Fernando Felicevich, el representante de las mayores figuras de la Roja. "Ahí tuvimos una conversación con Eduardo y decidió quedarse conmigo, pero estuvo cerca de partir.
-¿Qué proyección le ve?
-Cada vez está más claro su potencial. Es evidente que quiere irse, pero no arrancando ni poniéndose pesado. Quiere que todos ganen.
-La "U" quiere retenerlo al menos hasta la Libertadores 2012.
-Sí, pero a veces se hace insostenible. No se puede dejar pasar mucho tiempo, porque estos momentos en los que está Eduardo no duran tanto.