La estrella de la serie "Trueblood" llega a Santiago a Mil con la obra "An Iliad". ¡En La Segunda conversamos con él!
Entonces, Homero apareció frente a ellos. Fue
así como durante los siguientes siete años trabajarían en “An Iliad” (“Una
Ilíada”), adaptación del clásico que el próximo 6 de enero llegará al escenario
del CA660, en el marco teatral de Santiago a Mil. Allí, O’Hare sostiene palabra
por palabra el montaje —dirigido por Peterson y escrito por él— durante 1 hora
40 minutos de duración, acompañado nada más que por un músico.
“Es una especie de meditación sobre la guerra,
la violencia y el resentimiento humano. Ya que el texto es sumamente extenso,
reducimos nuestro enfoque en la confrontación de Aquiles con Héctor y la
capacidad humana de rabia y violencia”, explica el actor, conocido también por
su participación en series como “True blood” y “American horror story”.
“Siempre hay paralelos con
la contingencia. Creo que no importa dónde hacemos esta obra, va a resonar con
la gente, dadas sus circunstancias particulares. Hemos elegido como Presidente
a un fascista. Donald Trump va a demostrar ser una persona muy, muy, muy
peligrosa. El desafiará las libertades constitucionales americanas”.
“La obra habla de la forma
en que los seres humanos pueden tomar el resentimiento personal y elevarlo a
tragedia nacional”, continúa O’Hare. “Y Donald Trump es todo acerca de
resentimiento personal: lleva su vida por venganza a través de Twitter. Es muy
incendiario. ¿Hacia dónde nos lleva eso como nación? ¿A la guerra? ¿Vamos a
estar en guerra con Irán pronto?”.
—¿Qué
efectos crees que tendrá la presidencia de Trump en las artes y la cultura de
tu país?
—En tiempos de gran
represión, las artes tienden a florecer porque tenemos algo en contra de qué
luchar. Y es triste que necesitemos un enemigo para producir arte, pero a veces
necesitas un conflicto para obligar a la gente a pensar en la condición humana.
Por lo tanto, creo que en términos de examinarnos a nosotros mismos, tenemos la
oportunidad de producir un arte significativo. Será difícil, porque estas
personas no creen en ningún tipo de conversación real y veraz. Los republicanos
en general no creen en el financiamiento de las artes. Ellos creen que —ya sea
la caridad o el cuidado de la salud o el arte— todo debe hacerse en privado. Así
que reducirían la financiación del gobierno —que ya se ha reducido— y será
difícil producir cosas que no sean comerciales. El arte no comercial es el más
vital e importante de todos, pero es el más difícil de producir.
—Me parece que los
asistentes al teatro tienden a ser apasionados, así es que no estoy seguro de
conseguir muchos conversos. Pero creo que es genial poder encender una
audiencia que puede que ni siquiera sepa algo sobre la obra. Me gusta que
exista esa posibilidad.
—¿Hay
similitudes entre el monólogo de “An iliad” y el vampiro Russel Edgington de
“True blood”?
—Ellos tienen algo en
común: ambos son casi inmortales. La forma en que hemos creado al poeta es que
él está atrapado en un mundo “beckettiano”, donde no puede morir hasta que
cumpla su función. Y su función es seguir contando la historia de “An Iliad”
hasta que las personas dejen de tener guerras. Es una tarea muy triste y no le
gusta hacerlo; a diferencia de Russel Edington, que es un personaje con gran
alegría, alguien muy vivo, de una manera divertida, porque es una persona
muerta. El poeta no es un personaje alegre, porque está cargado con esta
terrible tarea. Los dioses, las musas lo obligan a llevar a cabo su destino,
que es contar la historia. Eso es aplastante.
—¿Te
sientes cómodo dentro de los géneros del terror y el suspenso?
—El género me eligió a mí
(ríe). Estaba haciendo una película en Budapest llamada “El águila”, y recibí
una llamada de mi agente. Me preguntó si estaría interesado en interpretar a un
vampiro que vive en Misisipi. Me gustó la idea. Y en “American horror story”,
curiosamente, Ryan Murphy me ofreció el papel porque me había visto en una obra
en Nueva York años atrás. Mucha gente de Hollywood, especialmente los
guionistas, están enamorados del teatro.
—¿Por
qué cree que el género del horror se ha vuelto tan popular?
—No lo sé. No tengo una
gran respuesta. Pienso que es escapismo, una manera de escapar de la vida
cotidiana. A América le gusta pensarse a sí misma como "el buen
chico", por lo que le gusta crear chicos malos. Y los monstruos son malos.
Al igual que “The walking dead”, que es la perfecta fantasía paranoica de
América. No creo que la gente piense en eso, pero creo que juega en su psique. Los
estadounidenses quieren ser los ganadores, los buenos, los héroes, así que
crean monstruos para la batalla.