"Retrata un mundo de locura y violencia asociado a curas que han cometido crímenes espantosos", dice.
Guillermo Calderón cuenta que para escribir la cinta "El Club", de Pablo Larraín, no usó referentes personales. Lo que hizo fue "un ejercicio de imaginación". El destacado actor, director y dramaturgo - responsable de montajes como "Neva", "Villa+discurso" y "Clase"- fue llamado por el realizador de "No" para trazar la historia de un grupo de curas en el camino de la redención tras cometer crímenes contra menores. El periodista Daniel Villalobos, autor del libro "El Sur", fue el otro convocado por Larraín para darle forma a la trama.
"El Club" salió a la luz pública la semana pasada cuando se anunció que estaba en la competencia oficial del Festival de cine de Berlín. La filmación se realizó- en absoluto secreto- hace 5 meses en la La Boca (VI Región). Jaime Vadell, Roberto Farías, Alejandro Sieveking, Alfredo Castro, José Soza y Antonia Zegers protagonizan la historia.
Guillermo Calderón asegura que la cinta es "cruda y bastante aterradora. Además retrata un mundo de locura y violencia asociado a curas que han cometido crímenes espantosos". El realizador cuenta que Larraín quería profundizar en una historia "acerca de curas aislados y protegidos por la Iglesia".
"Nos interesaba crear una historia compleja de culpa, violencia y redención. Mi punto de partida siempre fue buscar la visión de los curas caídos. Quería verlos justificarse o por lo menos verlos explicar sus decisiones", afirma.
Para Calderón el tema de los curas caídos es clave. "Hay un grupo de sacerdotes a los que se les ha perdido la pista. Han cometido pecados graves y han sido separados de la sociedad. Están escondidos, posiblemente en oración y penitencia. Pero la verdad es que es imposible saberlo porque la Iglesia tiene recursos enormes y una estructura laberíntica. Los sacerdotes que pierden el camino muchas veces se pierden de vista y de la memoria".
Es parte de los temas que seguro abrirá el debate tras el estreno de "El Club". "Permitirá discutir el trauma de largo alcance que produce el abuso a menores. Puede abrir una discusión en torno a la cultura del secreto y el ocultamiento de crímenes en una institución".
-¿Qué pasa con los que cuestionan estas instituciones?
-La Iglesia tiene un poder enorme que tradicionalmente ha estado fuera del alcance de la justicia chilena. El caso Karadima es un escándalo, también, por el proceso de encubrimiento. Eso está siendo cuestionado cada vez más y la Iglesia ha empezado a perder el poder de amedrentar a sus críticos.
- Algunos aún creen que los condenados por pedofilia son inocentes. ¿Qué opinas?
-La Iglesia cree en el arrepentimiento y la justicia divina, por eso todos los sacerdotes criminales pueden redimirse a partir de una relación directa con Dios. Es un concepto religioso peligroso porque hace que la Iglesia proteja a sus miembros y los ponga al margen de la justicia penal.
Daniel Villalobos cuenta que leyó bastante sobre el tema, en particular "Paganos y cristianos", de Robin Lane Fox, libro sobre los inicios del cristianismo.
"No soy católico de formación, pero para mí un sacerdote perdido es un sacerdote que ha dejado de creer en su propio rol como figura de enlace entre el creyente y el mundo espiritual. Es un hombre que perdió su misión", dice.
"Las religiones están basadas en la fe: Una emoción humana lejana a la razón. No es raro que sí se cree en madres vírgenes se pueda creer en la inocencia de hombres condenados por la justicia".
- ¿Chile mira de frente o se esconde cuando sus "pilares morales" caen?
-Históricamente, Chile se esconde. Es lo que mejor hacemos y quienes miran de frente esos colapsos suelen ser las generaciones posteriores.
