Enseñanzas, analogías y el legado de la serie chilena más aplaudida de los últimos años.
La familia Herrera, unida y ampliada con nuevos integrantes, mostró anoche el final de la serie "Los 80", tras siete años de una historia que conmovió al país, a través de las pantallas de Canal 13.
Tres reconocidos guionistas aplauden el episodio final de la serie que deja una marca difícil de igualar en la pantalla local. La única en su género en alcanzar los 77 capítulos y la más premiada de la televisión chilena, que entre otros logros, alcanzó 11 Altazor.
Al reconocido escritor y guionista chileno radicado en EE.UU., José Ignacio Valenzuela, "Chascas", le pareció un "excelente" final. "Resumió lo que fue la serie completa, en donde quedó claro que pese a todo lo que sucedió en todos esos años de la historia de la familia Herrera, se vuelve al origen. Así se cumple el deseo de Félix de que todo volviera a ser como antes, pero considerando los cambios que esta familia experimentó cada año vivido de esa década".
"A pesar de que el final era esperado, hubo elementos sorprendentes: la aparición del resto de los personajes en 2014. Solo habíamos visto a Félix. Y enterarnos de que el matrimonio Herrera finalmente sobrevivió y se mantuvo en el tiempo".
Como un final "entrañable" califica el episodio Simón Soto, narrador y guionista que participó como guionista en la serie y que obtuvo el Premio Altazor a Mejor Guión de TV este año por "Secretos en el Jardín".
"Fue consecuente con su esencia, con emocionar y mostrar una radiografía de la familia chilena y su evolución a través de casi treinta años de historia de nuestro país. Más allá de grandes sorpresas o recursos narrativos demasiado sofisticados, lo que importaba ahí era ver qué había ocurrido con los Herrera. Y yo, en lo personal, me emocioné y pude comprender también la metáfora que se construía sobre nuestra transición y situación como sociedad".
Pablo Toro, quien fue guionista en la quinta y sexta temporada de la serie quedó "muy complacido" con el final, al que califica de "agridulce".
"Creo que fue un final triste camuflado como un final feliz. Lo mismo que la década que los definió como familia. Creo que la última escena encapsuló bien esa ambigüedad, esa tensión entre los horrores del pasado y la nostalgia. Terminaron todos juntos, están reunidos en una casa, pero la felicidad que hay ahí no es una felicidad completa, sino incompleta. «Los 80» nunca fue una historia sobre una familia feliz, sino una familia que trataba de serlo".
Uno de los puntos clave del final fue la visita de Félix a la viuda del hombre al que atropelló su amigo, estando los dos juntos. "Muestra que el perdón puede ser una forma de lidiar dignamente con el pasado, pero hay heridas tan profundas que nunca pueden ser sanadas, aunque se pida perdón. Creo que «Los 80» logró abordar metafóricamente esta idea tan potente para el país", dice Toro.
"Fue una interesante metáfora de la necesidad imperiosa del perdón para que se pueda hacer justicia. Me pareció un recurso muy inteligente para tocar un tema político sin tocarlo de manera obvia", señala "Chascas".
Más allá del último capítulo, los tres reconocidos guionistas destacan el aporte de la serie a la TV chilena, y los desafíos que deja pendientes.
"Fue una serie absolutamente transversal... Se trataron temas complejos para nuestro país de una manera humana y delicada, contada desde la experiencia de una familia típica chilena. Desde el punto de vista de la producción y del guión, «Los 80» deja una vara muy alta. Además nos recuerda cómo se hace buena televisión, sobre todo en estos tiempos donde las apuestas no van por el lado de la calidad, ni donde la creatividad se luce en pantalla. No es un buen síntoma que terminen «Los 80», y que Canal 13 pierda 10 puntos de rating en seis minutos", opina "Chascas".
"«Los 80» es la mejor ficción televisiva que ha producido nuestra industria", dice categórico Soto.
"No sólo porque supo conectar de manera profunda con los espectadores chilenos, sino también porque el trabajo ahí realizado es del más alto nivel... Cada elemento que estuvo en juego fue artesanía pura, del más alto nivel. Estos factores la emparentan como ninguna otra serie chilena con sus pares extranjeras... Es también un desafío, tanto para los creadores como para los ejecutivos".
Para Toro, la serie "demuestra que en Chile, pese a ser un mercado televisivo pequeño, si se trabaja con seriedad, gente talentosa y ejecutivos dispuestos a tomar riesgos, se puede hacer una TV de muchísima más calidad de la que estamos haciendo hoy".