"Un país sin utopía y pasión no crece", dice el cineasta, quien estrena "Allende, en su laberinto".
Miguel Littín habla de Salvador Allende con certidumbre. "Soy un hombre de convicción democrática muy profunda; la aprendí del Presidente Allende", dice sobre quien, también, fue su amigo.
El cineasta -que tras el "Chacal de Nahueltoro" fue designado, por el ex Mandatario, como cabeza de ChileFilms, durante la UP- está pronto a estrenar "Allende, en su laberinto", cinta que tiene a Daniel Muñoz en el rol del gobernante y a Aline Küppenheim, como Miria Contreras, "La Payita", su secretaria personal. Este miércoles habrá una avant-première en el Teatro Caupolicán (Ticketek). El estreno a nivel nacional será en marzo.
"Respeto a los que no están de acuerdo, pero la película cuenta hechos indesmentibles. Podemos discutirlos, pero Allende, el 11 de septiembre de 1973, entró vivo, a las 7 de la mañana, a La Moneda. Resistió 7 horas defendiendo la democracia y su cadáver, para vergüenza de Chile, salió envuelto en un choapino boliviano", dice.
Littín tiene 72 años, pero lleva más de 40 pensando en hacer esta película. Desde el mismo 11, pasando por su exilio en México -donde dirigió "Actas de Marusia"- y su regreso a Chile.
"Allende, en su laberinto", la cinta número 14 del realizador, es una coproducción venezolana. De hecho, filmó el bombardeo a La Moneda, en septiembre, en la Casa Amarilla de Caracas. Y la semana pasada la exhibió en ese país. Su principal fuente fueron los relatos de "La Payita" y conversaciones con el círculo más cercano del Mandatario.
-¿Cómo es su Salvador Allende?
-No puedo contar en palabras lo que me he demorado años en hacer en imágenes. He recorrido grandes distancias para lograr esto. Su vida, pasiones, dudas, afirmaciones y el ser humano que había en Salvador Allende no se pueden definir en vocablos. Él tuvo todas las características de quienes logran traspasar la historia.
- ¿Qué le pasó cuando filmó las escenas del bombardeo a La Moneda y su discurso final?
-Esperaba que se produjera el milagro de cuando la ficción pasa a ser una verdad. Entró Daniel, filmamos de una vez y quedamos muy conmovidos. Fue un instante de emoción muy profunda y de alegría: Sabíamos que estábamos cruzando la historia, reconstruimos un momento muy importante. Había una verdad que iba mas allá de una representación.
Al preguntarle qué diría Salvador Allende, si viviera, de la izquierda chilena hoy, Littín se ríe. "Lo único que diré es que Chile sería un país derrotado sin Salvador Allende y la izquierda sería derrotada, y la izquierda y el país no está derrotados".
-¿Entonces estaría orgulloso?
-Los principios de Allende no están derrotados. Él entregó su vida por eso.
-Ud. dijo en España que la cinta es una interpretación. No todos estarán de acuerdo con su visión.
-Es posible, pero quien no cruza el río no corre riesgos. Los países adultos enfrentan con serenidad la ficción de historia y me imagino que en siempre se generan controversias. Pero, más allá de eso, esta película es algo que necesitaba hacer: Yo requería contar mi visión de lo vivido. Sobre todo la emoción que me produce a distancia recordar esos hechos.
-Ud. ha dicho en varias ocasiones que duda de la versión del suicidio. ¿Reivindica esa duda en su cinta?
-Reivindico la vida de un hombre que se comprometió con su pueblo. El 11, él no tuvo otra alternativa y dijo, en su último discurso, que le debía su vida a la lealtad de un pueblo que lo amó mucho.
-También había mucha gente que no lo quería.
-Por supuesto, evidentemente. Habrá sorpresas. Todo el mundo ve la cinta como si fuera una apología ciega, no como una versión lúcida, con gran admiración, pero lúcida sobre un hombre que tuvo como mayor virtud la coherencia. El filme reivindica la decisión de un hombre de cruzar el umbral entre la cotidianidad y la muerte. Ahora está en un nivel metafísico que permanece en la memoria de toda la humanidad.
-Ud. ha dicho que Allende es símbolo de utopía.
-Chile se quedó dormido en 1973. Un país sin utopía, entusiasmo y pasión no crece. Aumentará sus tasas de inversión, pero su alma no crece. El alma de Chile tiene una deuda con Allende, y ése es el punto que se plantea en esta acción de arte que es mi filme.
-Aquí no hay objetivos electorales ni nada de este tipo de racionamiento, que es muy simple y superficial. Puede haber gente en desacuerdo, pero nadie puede negar ese acto de amor hacia el país.
