De paso fugaz en Santiago, el argentino más "desgenerado" y trotamundos confiesa sus íntimos propósitos: "Quise cambiar mi realidad y la de los demás".
Foto RICARDO ABARCA
La primera entrevista que dio Kevin Johansen, apenas puso un pie en Chile -rumbo a su hotel-, fue a "La Segunda", en 2004.
"Más allá de lo obvio, que es Neruda, leíamos bastante a Donoso en los 80. Hay una estética cultural que me gusta. Una singularidad que destaca a este país", dijo entonces.
Y su romance con estas tierras no paró jamás. No olvida que le habían advertido de lo "secos y parcos" que podíamos resultar, "pero el Teatro Oriente ardía", dice.
Con seis discos a cuestas -desde "The Nada" (2000) hasta el DVD "Bi(vo) en México" (2014)- y una fanaticada que agota siempre las entradas a sus conciertos.
Fue su madre, argentina y feminista combativa, quien lo crió en Alaska escuchando a Víctor Jara y Violeta Parra. Ahora cuenta: "La música chilena la tengo metida hasta el caracú (algo así como hasta el tuétano). Intravenosamente. Mi vieja era muy latinomericanista. Una mina con sus contradicciones, de clase trabajadora, escuela de monjas, socialista, que partió a EE.UU. en los 60. Siempre reclamando que siendo antiimperialista se casó con un gringo. Un gringo piola que abandonó Denver porque no quería ir a Vietnam".
Su música es inclasificable y su público también. Hace 6 años gira con el dibujante Liniers, en discos y shows en donde Kevin canta y Liniers pinta. Y al revés. Hicieron una sesión "a lo John y Yoko" para promocionar su concierto del 13 de diciembre, en el Luna Park. "El me ayudó muchísimo, no sólo a conocer la risa como aplauso, sino también a que se entienda esta cosa desgenerada que tenemos con los The Nada. Variamos géneros y estilos. Tal como lo hace él".
-¿Cómo ves a Chile, desde afuera? A estas alturas, casi desde adentro...
-Desde adentro, más bien. Como la película de Wim Wenders, "Faraway, So close!". Tenemos cosas muy parecidas, como las mañas. Creo que lo que pasó con la tan vapuleada tecnología es que nos acercó mucho. Nos conocemos más y festejemos más nuestras diferencias.
-Sabemos por lo que hemos pasado, políticamente. Vemos la famosa estabilidad chilena desde el caos porteño. Y también sabemos apreciar el carrete. Muy buenos anfitriones, siempre. Y siempre puede haber algo de pica entre chilenos y argentinos, pero los músicos gozamos de cierta inmunidad diplomática. Tenemos buena fama gracias a los argentinos que han sabido hacer bien las cosas antes. Primero te prueban igual, si sos un engreído.
-Es que argentinos cancheros llegan por montones...
-Es cierto, el porteño canchero (risas). Mira, eso viene de una gran inseguridad. Yo lo vi mucho en mi abuelo. El era un tipo que vendía medias, con la gran contradicción que parecía actor de cine. Muy buenmozo. Y mi tío también, heredó el negocio y era aun más buenmozo. Muy ganador con las minas, entrador, con esa cosa fanfarrona que nacía de una gran y profunda inseguridad.
-¿De ahí heredaste el look, y lo entrador también?
- El look, pero salí desmejorado. Pasa que tuve algo de talento para compartir a través de música. Las ganas de conectar con la música siempre las tuve. Sin ningún tipo de segunda intención. La gente se da cuenta de cuando se está en esto por la guita, la conveniencia o las minas.
-¿De verdad no agarraste la guitarra para conquistar mujeres? ¿Se dio?
-Para nada. Se da (sonríe). Uno dice: Mirá qué lindo, conecto. Bienvenido sea. Les gusta mi voz. Súper inocente.
-¿Y nuestras mañas?
-Así como gran anfitrión, el chileno es un estudioso de las actitudes humanas. Muy sociables, muy observadores y criticones. Y cuando se abren, lo hacen totalmente, pero hay varias defensas que derribar.
Kevin se ríe también en las redes sociales. En Twitter (@K_Johansen) tiene una colección de carteles callejeros con los que divierte a sus seguidores.
-¿Nos parecemos en el humor?
-Por supuesto. Uno ha escuchado "Las casitas del barrio alto", de Jara, y la ironía de Violeta. Los juegos de palabras. El "flaite" que tienen ustedes, que es maravilloso. La forma de hablar callejera del chileno es increíble. Los tres mejores son los chilenos, mexicanos y argentinos.
-¿Cambiaste mucho tú en estos 10 años?
-Muchísimo. Cumplí años en junio, y no hace falta decir cuántos, pero me sorprende lo inocente que era a mis 40. ¡Qué tipo ingenuo! Hoy voy entendiendo otras formas, mi propio crecimiento. Hay una linda ingenuidad en alguien que elucubra ideas y canciones. Hipersoñador. Qué batallador de ilusiones se anima a transformar un pedacito de tiempo, 3 minutos, en la vida de un puñado de gente. Quise cambiar mi propia realidad y la de los demás. Tengo eso de control freak de todo creador. Hoy me río de esa ingenuidad y la celebro.
Kevin es el número de cierre del Festival Despierta, que el 6 de diciembre tiene su segunda versión en el Parque Padre Hurtado (ex Intercomunal de La Reina).
El evento (Ticketek) -que mezcla música y ecosustentabilidad- comienza a las 15 horas con Perota Chingó y siguen Ana Tijoux, Nano Stern, Chambao y Cat Power.