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Eduardo Espina, autor uruguayo: "Veo la poesía como una tabla de surf"

"El poeta vivo más imaginativo de la lengua castellana", según revista Letras Libres, lanzó su antología en Chile. Delirante y adictiva.

por:  La Segunda
lunes, 24 de noviembre de 2014

Por Juan Carlos Ramírez F. 

Leer a Eduardo Espina puede ser toda una experiencia si el lector se deja llevar. A diferencia de otros poetas -o narradores de moda-, este uruguayo radicado en EE.UU. escribe de forma torrencial, excesiva y a mil por hora.

Visualmente, todos sus textos están justificados a la izquierda, dejando un amplio espacio a la derecha. Una sensación "deslumbrante, fascinante, sorprendente", según Randolph D. Pope, de la U. de Virginia, que presenta su antología "Quiero escribir pero me sale Espina" (Cuarto Propio, 311 páginas).

Jose Kozer, de Letras Libres, es más radical: "El poeta vivo más imaginativo del lenguaje en lengua castellana".

Pasó por la Filsa y según confesaban los organizadores, "nunca vimos a un escritor tan simpático como él". Incluso en una de las fotos oficiales, se le ve al medio, como alma de la fiesta, entre reputados escritores como Pablo Katchadjian o Alain-Paul Mallard. Pero lo más importante son sus textos, desde "Valores personales" (1982) hasta "El cutis patrio" (2009).

Piezas sin un yo lírico ni contextos que facilitan la interpretación de especialistas. Acá un verso puede extenderse trece párrafos o que, como en "Miss literatura", leerse así: "Cae, tuerce se empeña en pronosticar en cuál anacahuita hará su nido el tero".

En Uruguay ganó dos veces el Premio Nacional de Ensayo y en 1988 el Municipal de Poesía. Se estudia en EE.UU. y Europa y ha aparecido en más de 40 antologías de poesía y en 1980 fue el primer uruguayo en ser invitado al famoso programa de escritura de la U. de Iowa.

"En la niñez nadie necesita la poesía", dice sentado en un privado de su hotel en Santiago. "Es en la adolescencia donde empiezas a ver el mundo como un problema constante y hay una crisis del habla. Después de un fracaso amoroso, de una serie, de tantos, me dije: tengo que escribir sobre esto. Nunca lo escribí pero el lenguaje te empieza a llamar", dice quien reconoce hacer "un trabajo de locos".

Fútbol vs. Rimbaud

A los 14, Espina antes de hacer clases en Norteamérica y publicar poemarios quería ser futbolista de Peñarol. Hasta que un bibliotecario le dijo que una de las novedades le iba a gustar: "Una temporada en el infierno", de Rimbaud. "¡Esto es fabuloso! Es una exhuberancia de adolescente que te transforma la percepción de la realidad. La empiezas a ver como un lugar de crisis provocada por la aparición del lenguaje en palabras y frases. Ya a los 18 sentí que tenía que entrar a jugar al club de Rimbaud y no al de Maradona o Pelé".

Acaba de cumplir 60 y saca cuentas. "45 años en la poesía. Y desde 1990 escribiendo de manera sistemática 3 horas por día, sacando 2 o 3 poemas. La inspiración la encuentras trabajando. Y leyendo".

"Me encanta Chile. Se escribe muy bien acá, no sé por qué", dice. Y cuenta que en nuestro país le salen frases y palabras que en otros lugares no aparecen.

-Desde tus inicios se nota una voz extremadamente personal.

-Cuando empiezo a leer a García Márquez y Cortázar no me veía escribiendo prosa. No quería contar historias. Lo puedo hacer pero de forma oral, conversando. Pero en la poesía, que defino como "un pensamiento que sucede hasta que se queda", ¡no tenía que contar nada! Y el pensamiento no me llevaba donde hay personajes y anécdotas.

-¿La poesía te dio la libertad para escribir lo que querías?

-Quizá porque nunca esperé nada. Nunca hice carrera de poeta. Tengo más libros inéditos de los que he publicado. Ahora escribo un ensayo sobre la relación de la poesía con la monogamia. Siempre he sido monógamo y la poesía me está pagando diciendo: "Ahora que estás un poquito más viejo, yo te voy a cuidar con ternura".

-Eso suena bonito.

-No anduve buscando el éxito en la narrativa. Tengo amigos narradores que han publicado en Alfaguara y Planeta. Pero yo siempre veo la poesía y los poemas como una tabla de surf, donde sabía que podía salir de la ola y llegar a la orilla, sabiendo que quizá no había ninguna mujer en bikini mirándome. Un surf solicista.

-Como dice un verso tuyo, ¿sigues siendo tu poeta favorito?

-Sigo siendo mi poeta. Hoy me levanté y a pesar del ruido, se me ocurren frases, tomo mi lápiz verde, como Neruda, y me hace seguir siendo mi poeta favorito. A pesar de mí mismo, incluso.

 Sobre su texto más breve: "Cuando mueren tus padres se caen las barreras"

Entre tanto poema extenso hay uno muy breve. Un parrafito titulado "La muerte ya no quiere que la vida la deje sola". "El silencio se asoma/ imaginar los mensajes/dejados por el camino/Hasta que ya no puede, y le dice a las palabras: 'Llévenme con ustedes'"

-Fui a visitar la tumba de mis padres. Como no teníamos plata los enterraron en un nicho popular. Tuvimos que hacer un trámite, los incineraron y dejaron juntos en una caja. Me quedé hasta tarde y vino la señora de las flores. "Son las 7, deje las flores y váyase que los muertos quieren estar tranquilos". Fui el último en salir y las palabras aparecieron, me fueron llevando. De ahí que mi relación con la muerte es diferente. Lo veo como algo bueno. Cuando mueren tus padres se caen las barreras y lo tomas con naturalidad: el próximo sos vos.

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