Cultura/Espectáculos
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El rol más exigente de la joven promesa del ballet chileno

Con 18 años, Romina Contreras sorprendió al repositor Luigi Bonino, quien la eligió para el debut en Chile de "El joven y la muerte", del coreógrafo francés Roland Petit.  

por:  La Segunda
jueves, 13 de noviembre de 2014

Foto CLAUDIO CORTES

Por Alejandra Valdivieso P.

La vocación fue fuerte y prematura para Romina Contreras.

Empezó practicando gimnasia rítmica en su colegio y, a los 7 años, se interesó en la danza. La maestra de ballet clásico le dijo que tenía condiciones, que intentara en el Teatro Municipal de Santiago. Postuló y quedó.

Hoy, a los 18 años, Romina es la integrante más joven del Ballet de Santiago.

"He cumplido muchas cosas que no me esperaba, he estado en el extranjero gracias a la compañía", dice Romina en uno de los recesos de los ensayos en el Municipal. Ya viajó a Francia y, en junio, a EE.UU, para participar en la competencia internacional de ballet que se realiza en Jackson, Mississippi, donde obtuvo el Encouragement Award.

Marcia Haydée, directora de la compañía, sólo tiene halagos para ella. "Confía en mí más de lo que yo misma lo hago", cuenta Romina, quien ha participado en "Alicia en el País de las Maravillas", "Cenicienta", "La Bella y la Bestia". Ahora está por asumir uno de sus mayores desafíos.

El repositor italiano Luigi Bonino quedó impactado con ella apenas la vio. No quiso probar a nadie más y la eligió para protagonizar el exigente e icónico ballet "El joven y la muerte", de Roland Petit (1924-2011), célebre coreógrafo francés del siglo XX.

A esta pieza -que debuta el lunes 17 en Municipal de Santiago- se suma "La dama y el bufón", del creador sudafricano John Cranko.

La acompaña en escena Luis Ortigoza, Primer Bailarín Estrella de la compañía.

Bonino, quien trabajó durante más de 30 años con Petit, busca realismo en escena. "Quiere una pareja contando una historia de verdad, sintiendo. No tiene que ver con los pasos ni con la técnica, es más de corazón", dice Romina.

Los ensayos son absolutamente inusuales, sin música. Esto porque Petit creó el ballet con jazz y dos días antes del estreno lo cambió.

"Ahora lo enseñan así mismo, utilizando nuestro ritmo interno y después poniendo ritmo ambiental", añade.

"Quiero ser una artista"

Sus dos hermanos y sus padres -jefe de computación y dueña de casa- la apoyan en todo. "Es sacrificado, sobre todo, si vives en Maipú, que es a una hora de acá. Siempre iba y venía con mis papás en micro", cuenta ahora que ve los frutos.

En EE.UU. vivió tres duras semanas. "Te presentan para que te califiquen y juzguen en cada detalle, paso y mirada. Es como ser un deportista de alto rendimiento". Algo muy diferente a lo que había hecho en Chile, donde "el público viene por amor al arte".

Frente al alto nivel de exigencia, Romina quedó con una grata sensación sobre su formación. "Pensé que me iba a encontrar peor parada, porque Chile es un país lejano, sin tanto ballet como en otras partes", dice.

"La gente iba regia estupenda y en familia. Acá no somos de «vamos a ver un ballet», sino más bien de vamos un partido de fútbol o a ver una película", dice.

Cuenta que su aspiración no es ser primera bailarina. "Quiero ser una artista. Ser capaz de manejar mi cuerpo al punto de emocionar a un público".

Y apunta más lejos que nuestras fronteras. "Se puede llegar al nivel de Europa. Hay que ser muy disciplinado, trabajar duro, pero sí se puede".

 
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