La concursante, de 84 años, reventó las redes sociales con su dulzura. "Creo que me quisieron porque todos anhelan tener una abuelita", dice.
Foto CLAUDIO CORTES
Eliana Hernández tiene 84 años, cuatro hijos, ocho nietos y tres bisnietos. Y ahora es la abuelita estrella de "MasterChef", donde inició su carrera el domingo pasado. Arrasó en Twitter, con varios espectadores emocionados por su ternura (mientras transcurría esta entrevista, otro par apenas contenía las lágrimas). Y seguro, repetirá el efecto mañana, a las 23 horas.
"Creo que me quisieron porque todos anhelan tener una abuelita. Al menos, yo fui muy regalona de la mía", dice en el estudio de Canal 13.
Vive sola. "Quiero ser autovalente hasta que Dios quiera, me gusta mi libertad. Mis hijos me sobreprotegen demasiado y yo me canso de eso. Quiero seguir adelante mientras Dios me dé vida".
Nunca había estado en televisión, llegó al casting por una "broma" de su nieta de 15 años: "¡Cómo se le ocurría que me iba a inscribir, si es para gente joven! Pero ella encuentra que cocino sabroso y rico".
Y cuenta: "Sentía vergüenza cuando me veía en la tele, porque cuando me levanto siento que tengo unos 45 años".
Los jueces son tres top de la cocina: El francés Yann Yvin, el chef local Christopher Carpentier y el italiano Ennio Carota, a los que conquistó con un pollo al horno con papas fritas. "No me da susto el jurado, al contrario. Siento el puñete, lo recibo, pero lo resisto y digo que no me la van a ganar. Me gusta la gente que a uno le exige y que digan al tiro la verdad, no que anden con cosas".
Agradece el afecto que le van dando por donde camina. "Y no me importa que no me anden abrazando, pero que yo sienta que todavía soy útil, a pesar de mi edad".
-¿Qué haría si gana?
-Creo que estoy bien ubicada a mi edad, me gustaría que un joven lo ganara. Lo cedería y ya sé a quién. Es que ellos tienen un futuro y yo estoy viviendo el presente no más.
-¿Sus hijos qué le decían?
-Están orgullosos de mí. ¡Soy la abuela de Chile! El domingo me reía, pero me da vergüenza, decía que no puede ser. Nunca me imaginé en la tele.
"No sé si será porque me gusta la cocina, pero mi único secreto son las manos que Dios me dio. No tengo ninguna especialidad y todo lo hago con cariño no más", relata la "Sra. Eliana", como le dicen todos.
Es hija de un suboficial mayor de Carabineros. Eran doce hermanos, hoy once. "Él no tenía un sueldo elevado. Entonces a los dos mayores nos dijo que no podía seguir dándonos educación. A una la preparaban para ser dueña de casa antes".
Su sueño era la economía doméstica o la medicina. "Era una cosa innata de mi persona. En esos tiempos, a uno le hacían clases por 20 centavos. Tenía muy buenos profesores y ahí me llamó la atención la docencia", recuerda.
Su amor a la comida viene desde que era niña y observaba a su abuela. "Todo me llamaba la atención. En ese tiempo mi abuelita tenía una buena posición económica y no me dejaba hacer nada porque tenía personas que le hacían las cosas en la casa ¡Nunca en mi vida he comido un arroz graneado como lo hacía ella! ¡Ni yo lo he podido hacer!", confiesa.
Nunca había trabajado, hasta los 43 años. "Por circunstancias de la vida, tuve que saber sacar a mis hijos adelante. Entré a una empresa de alimentos muy famosa, que ahora no existe. No sabía más de lo que sabía como dueña de casa y la primera vez que cociné fue para 45 personas y me demoré 2 horas. Me reía sola porque me decían maestra y yo decía «¡Cómo voy a ser maestra!»".
Y cuenta que también trabajó en una industria. "Antes del 73, para 2 mil obreros. Me ponían ayudantes que pelaban las papas. Yo lo único que hacía era darle el toque a la preparación".
"Quisiera enseñar y poder trasmitir el don que Dios me dio, no ser egoísta y esconder lo que yo sé, porque así siguen las generaciones".
-¿Qué mensaje les daría a los jóvenes?
-Se frustran demasiado luego, por eso les diría que siempre tengan fe y esperanza. Comparo la vida con el tejido. A veces tengo uno listo y, si no me gustó, lo desarmo entero. A veces uno tiene una vida completa hecha y se desarma. No hay que derrumbarse tan fácil. Tienen que aprovechar cuando los padres les dan la posibilidad de estudiar, porque después no hay más y, si hay, les va a costar mucho.
-¿Cómo lo hace para tener fuerzas todos los días?
-Me dan fuerza los hijos, los nietos y ahora mi bisnieto Gabriel, que tiene tres años, y que me ha demostrado desde que tiene dos meses que se puede sobrevivir. Le han hecho trasplantes. Un niño con esa capacidad, después va a ser un hombre fuerte. Es la chochera mía. ¡Si yo lo quiero tanto! Pero la mamá le cocina, porque tiene que comer cosas especiales.