Su historia tiene algo que ver con la emblemática banda de San Miguel. Un chico de orígenes humildes que cumple un sueño.

Michael Silva nació en Antofagasta, en 1987. De padre minero y madre dueña de casa. A los 18 años llegó a Santiago a estudiar teatro.

Una vez egresado del Arcis fue ayudante de Alejandro Castillo, su referente y maestro. Fue también su asistente de dirección y parte de 'Romeo y Julieta', de la Teatropan, en calidad de actor invitado.

Todo era perfecto, salvo un importante detalle para alguien que, a los 26 años, ya estaba casado. "No me alcanza para sustentar mi vida", reflexionó. Y comenzó a buscar trabajo. Puso aviso en Facebook. "La productora Matus Actores llamaba a actores que supieran tocar instrumentos. Mandé mi foto y una reseña, pero no tenía idea de cómo se postulaba. Llegó una escena a mi correo con el título: 'Jorge, Claudio y Miguel'. Recién ahí me di cuenta de qué se trataba".

Vinieron casi tres meses de audiciones y pruebas de cámara frente a más de 300 postulantes. "En primera instancia al canal no le gusté, pero me dieron una segunda oportunidad. En la prueba había que tocar y cantar. Ahí traté de imitar el tono de Jorge y algunos gestos".

Lo que viene después es historia conocida, Michael ganó el papel y hoy está en la serie que con su primer capítulo sumó elogios y repercusión en las redes sociales. Y también alguna polémica con los miembros originales de la banda, que se negaron a participar del proyecto. "Si no fuera ficción, no estaríamos actuando, sería un documental. Uno genera una hipótesis, es simple interpretación", dice Silva.

Nunca como Kramer

El equipo de Jordi Bachs ('Infieles') trabajó 8 meses en investigación, con un guión a cargo de Luis Emilio Guzmán.

-Claudio Narea dijo que la serie es una gran mentira.

-Tiene toda la razón: La ficción es una gran mentira. Hacer la historia oficial es imposible, trabajamos con hechos objetivos de la vida del grupo, pero nadie sabe realmente cómo se vivieron desde adentro.

-¿Cómo es ponerse en los zapatos de Jorge González?

-El desafío está en hacerlo creíble. En nuestro inconsciente hay un Jorge ligado al espectáculo. Es irreverente y lo demuestra cuando canta y lanza sus discursos; o cuando en una conferencia tira los micrófonos. Pero era un completo desconocido en la intimidad. En documentales hablaban de él como un ser contradictorio, sensible, solitario y todo eso sirvió para mi trabajo. Lo he escuchado mucho. Trato de nunca de imitarlo, como lo hace Kramer, sino de atrapar su esencia.

-¿Buscan reivindicarlo?

-Para nada. La idea no es dejar a Jorge bien ni mal; es mi visión, la del guionista y la del director.

-¿Qué valores rescatas en él?

-Desde niño tenía conciencia social. Sus letras tienen una carga muy potente, había que ser valiente para cantarlas. Su empuje y constancia también son admirables. No tenía instrumentos y se valía con lo que tenía. La serie habla de ganarle a la vida, decir que sí se puede, independiente de tus condiciones. Eran tres amigos que tenían un sueño en común y lo lograron.

-¿Es similar a tu historia?

-Lo nuestro es distinto. Las comodidades de trabajo no tienen nada que ver con lo que tuvieron Los Prisioneros. Nosotros tenemos todo un canal detrás de la serie. A ellos los censuraban, estaban en dictadura; nosotros, en democracia.