La actriz parafrasea así el nombre de la teleserie que estrena este lunes en TVN, la número 24, a sus 86 años. "Salgo a la calle y se me tiran encima los niños, los perros, los gatos, los curas, los jóvenes. Me adoran", dice
Lo primero que uno ve al entrar al departamento de Delfina Guzmán es una foto retrato que le hizo su nieta Javiera Eyzaguirre en 2007. La actriz aparece a lo Virgen María y con extensiones rubias.
Una vez en el living, se aprecian más detalles: Hay fotos de sus hijos, sus nietos, bisnietos, una lámina de San Gabriel del siglo XVIII, una copia del autorretrato que Frida Kahlo hizo para el doctor Eloesser -su médico- en 1940 y dos pinturas de Fernán Meza dedicadas.
Y plantas, muchas plantas y flores. Así luce el "territorio Delfina".
La actriz llega unos minutos atrasada, se saca sus lentes Prada, pide disculpas, se sienta y dice que la perdonen por "la pinta"
-¿Usted es vanidosa, Delfina?
-No, para nada, pero me interesa andar limpia y planchadita, en lo posible, porque una vieja con manchas en la ropa es atroz.
Romy, su nana y asistente, le pregunta si quiere algo. "No, nada, gracias", dice ella. "Señora tiene que hidratarse, tome agüita", le recomienda. La actriz declina amablemente el ofrecimiento y lanza: "Mira, mijita, en primer lugar, te voy a hablar de este país: Ese que inventó que Chile era desarrollado, yo lo pescaría y le cortaría el pescuezo por imbécil".
Abre bien los ojos, se toca un anillo y continúa: "Acá sales a la calle y te encuentres a gente sin dientes, en las poblaciones vive hacinada, sin agua caliente. Chile es un país pobre que está tratando de salir de la pobreza y hay una cantidad de gente, delincuentes a mi gusto, que se meten al bolsillo todo lo que es de ellos, lo que no es de ellos y lo que, eventualmente, podría ser de ellos. Además, somos el país de «Lo estamos tramitando». Usamos puros gerundios: El tiempo verbal de los países subdesarrollados".
Es sabido que Delfina no tiene ningún problema en decir, exactamente, lo que siente. No es de esas que mide sus palabras o que busca quedar bien.
"Me las he dado de libre y audaz, más de lo que realmente soy. Mis hijos me retan. Lo que pasa es que soy impulsiva y digo las cosas no más. Dejo la embarrada", dice riendo sin mostrar ni un dejo de preocupación.
Hay dos cosas que le molestan por estos días. La primera: "¡Esa huevada del fútbol! Sufrí durante el Mundial, quería comprar una carpa e irme al África. No lo soporto".
¿La segunda? "Las chiquititas que andan llorando por el pololo cuando hay una matanza terrible en Gaza".
El lunes estrena 'No abras la puerta', en TVN, su teleserie número 24 (ver recuadro). Y jugando dice: "Yo no le abriría la puerta a alguien que me quiera vender una tumba".
Ella dice que la enfrenta "igual" a 'Rompecorazón', la primera que hizo hace 20 años. "Tengo la misma ansiedad, exigencia, rigor y ganas. También tengo el mismo mal humor cuando las cosas no salen como me gustan. Quizás tengo más paciencia ahora". Se retracta de inmediato: "No, la verdad es que no tengo más paciencia. Ahora como estoy más vieja me aguantan más. Reclamo y me miran con amor", cuenta.
La actriz habla con devoción de su equipo. Sin embargo, fiel a su estilo, agrega: "Hago una diferenciación entre los trabajadores y esta gente que se cree gerente. Yo amo a los trabajadores".
Luego de más de dos décadas en la industria tiene un juicio formado: "La importancia que le dan a la tecnología se está comiendo a la tele, porque todos andan preocupados de los detallitos, de cómo se ven, y no se preocupan de los contenidos. Nuestra televisión es la típica de un país subdesarrollado".
Da la impresión de que en televisión Delfina ya no necesita interpretar ningún personaje. Haciendo de sí misma, la gente la quiere. "Mijita, cuando salgo a la calle soy como la Virgen del Carmen: Se me tiran encima los niños, los perros, los gatos, los curas, los jóvenes. Me adoran y yo digo: «¡Dios mío, ¿Cómo? ¿Por qué?!». Trato de devolverlo de la mejor forma que es trabajar para la cultura de este país. No creo en el desarrollo económico, ni en la productividad y esas vainas".
"Nunca estoy cansada para la gente que me quiere. La relación con el prójimo me interesa", señala.
Tiene 4 hijos, 12 nueras, 12 nietos y 8 bisnietos. "Los adoro", dice para hablar de su debilidad, su familia.
Ayer 'El mostrador' publicó 'Yo me muero como viví', un perfil de su hijo Nicolás Eyzaguirre, el ministro de Educación. La única parte que no quiere comentar es cuando dicen que el secretario de Estado, por estos días, está fumando dos cajetillas diarias. "Me angustia lo del cigarro, ni hablar de eso", dice.
"¿Tú sabes que a mí me quitaron a mis hijos por ser actriz? Me decían que era puta y no era así. Siendo puta, habría tenido plata y yo en ese tiempo no tenía ni uno".
Se refiere a su compleja separación de Joaquín Eyzaguirre Edwards, su primer marido. A los 27 años, y luego de un fallo de la Corte Suprema, le quitaron la custodia de los niños. Ella se fue junto al director y dramaturgo Gustavo Meza a Concepción. Según la publicación, durante ocho años vio a Joaquín y Nicolás sólo en ocho oportunidades.
Luego de divorciarse, pudo volver a encontrarse con ellos. En este punto, ella cuenta que se encargó de que crecieran rodeados de escritores, poetas, artistas y músicos. "Por eso Nicolás tiene un alma sensible. Trabaja no desde el resentimiento, sino desde la convicción profunda".
-¿Y por qué, entonces, aceptó hacerse cargo del ministerio más desafiante?
-Nicolás me produce una emoción. Lo miro y lo encuentro precioso. Me encanta esa convicción que tiene. La heredo de mí, no de su padre. Siempre ha sido así. Recuerdo cuando se fue a Harvard, vivió en Estados Unidos solo, sin ayuda, sin un peso. Creo que eligió ese ministerio porque no cede en sus convicciones. Eso me encanta.
Desde su rol de madre, confiesa que no suele hablar con el ministro sobre política, porque terminan enojados. El la mira feo y le dice: "Eres una estalinista".
"Mira, esto no se lo he dicho a él, para variar estoy hablando más de la cuenta, pero siento que Nicolás piensa en la gente que él ha querido en su vida y en lo que les hace falta. Mi hijo cree que para mejorar el país hay que ponerle empeño. Lo cree desde el fondo de su alma y él sabe que tiene una llave para mover las cosas. Entró a Educación no por una decisión racional, sino por el instinto de apoyar al débil, algo que tuvo desde chiquitito", cuenta ella.
-¿Qué le pasa cuando lee las fuertes críticas que le hacen a su hijo?
-El otro día hablaba con Felipe Berríos y le dije: «Mira, yo soy marxista-cristiana y le rezo a la Virgen para que los que tratan mal a mi hijo se enfermen».
En 2012, Delfina le dijo a "La Segunda" que cuando fue ministro de Hacienda "estaba realmente destruido".
-¿El sigue tan mal como en esa oportunidad?
-Cuando Nicolás salió de Hacienda, le dije a Ricardo Lagos, al que quiero mucho: «Me devolviste a mi hijo hecho un estropajo». Pero ahora, a pesar de todo, lo veo feliz, no se angustia. Está convencido de su misión.
Delfina interpretará en la nueva teleserie nocturna de TVN a Victoria Edwards, una ludópata empedernida. Celebra a la nueva directora ejecutiva, Carmen Gloria López, quien le parece "abierta e inteligente". "Soy rigurosamente subjetiva, si una persona me cae mal, no la soporto más en la vida"
-¿Qué te parece que TVN, Mega, Canal 13 y CHV tengan áreas dramáticas?
-Ah, son todas iguales, todas producto de este país subdesarrollado. No veo ninguna diferencia.
-¿Y qué me dice del fenómeno de las teleseries turcas?
-Dicen que los paisajes son muy bonitos. Me llama la atención, porque nunca han hablado de la maravilla de los paisajes chilenos. Bueno, las mujeres turcas son guapas, pero no sé. No creo en la competencia
-¿No le importa el rating, Delfina?
-Te voy a decir una frase que, por favor, ponla: El rating no quiere decir nada. No conozco a nadie que tenga la famosa cajita del rating. Todo es mercado y no me produce ningún respeto.