Cultura/Espectáculos
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Paula Zuñiga encarna a una guerrillera y torturadora en 'La vida doble'

La actriz protagoniza la estremecedora historia de la activista que se transformó en verdugo.

por:  Catalina Cabello, La Segunda
miércoles, 30 de julio de 2014

Una novela celebrada, pero éticamente incómoda. Así se podría describir 'La vida doble', de Arturo Fontaine, narración que cuenta la historia de ¿Lorena?, ¿Irene? -nunca se sabe realmente-, una mujer que recita de memoria a Marx y que milita en un grupo subversivo activo durante la dictadura de Pinochet. Primero es torturada y luego puesta en libertad. La dirección del relato cambia cuando es nuevamente capturada, decide colaborar con los servicios de seguridad, bajo amenaza de perder a su hija, y se transforma en una feroz torturadora.

A cuatro años de su publicación, la obra llega mañana al Teatro Finis Terrae, en una adaptación de Marco Antonio de la Parra, dirigida por Claudia Fernández y protagonizada por Paula Zúñiga.

"Arturo (Fontaine) quedó en shock. El nunca pensó que la historia se llevaría al teatro, y ver en el escenario lo que escribió fue duro, empezó a sentir dolor cuando vio a sus personajes de frente", cuenta.

El proceso ha sido fuerte para todos. Además de las 40 páginas que la actriz aprendió, vio videos, prensa de la época, fotografías y habló con personas que fueron torturadas. No es raro, entonces, que se despierte a las 3 de la mañana con los diálogos en su cabeza o que vaya recitando sus líneas en la calle.

"Entiendo la delación luego de una tortura, pero convertirte en torturador, no lo comprenderé nunca. El tema, creo, es que el poder era un espacio que a ella le gustaba. Esta mujer habla mucho de esa rabia feroz que te da fuerzas para aplastar al otro. Ella no estaba comprometida con sus ideales... Se dice en el texto: «Tuve miedo, perdí la fe en lo que fue el pueblo y la buena vida gusta, pero la buena vida también envenena»".

Paula se quiebra dos veces durante la entrevista: llora por las víctimas y por el momento histórico. "El sentido de la tragedia lo aprendí en dictadura. Respiré el dolor humano en mis padres, en mi casa. Me acuerdo de los camiones tapados con lonas, yo no sabía que ahí había muertos. Creía que la vida era así: llena de militares, de guardias", dice, pasa las manos por los ojos y toma una pausa.

"Si este tema no me conmoviera, no podría inyectarme toda la energía que necesito para salir al escenario", agrega.

La novela incluye alegorías a la 'Divina Comedia' de Dante. "Los más malos están al final de una especie de embudo y curiosamente lo que reina no es fuego, es el frío: la angustia máxima. ¡Qué atroz debe ser vivir con esos demonios, esos fantasmas! Ese es el precio que se paga: Tu propia persecución porque el demonio no se arrepiente, pero llora".

 
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