Cultura/Espectáculos
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Paulina Urrutia: "Es aterrador cómo el clasismo está dentro de nosotros"

Habla del impacto que aún provoca con 'La amante fascista', de su rol como la madre de Jorge González en 'Sudamerican rockers' y repasa su "epopéyico" paso por el gobierno.  

por:  La Segunda
martes, 29 de julio de 2014
Paulina Urrutia

Foto Fabián Ortiz

"¡Para que nunca más!", exclama Paulina Urrutia mientras baja del escenario del Teatro Nacional, ubicado al lado de La Moneda. Es sábado en la noche y es parte del ciclo más concurrido de 'La amante fascista'. Dice que está contenta de que ni siquiera el frío invernal haya sido obstáculo para el público. Claudia di Girolamo y el flamante rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi, se acercan a los camarines a felicitarla, afectados por la obra que termina este fin de semana.

La actriz -que lleva cuatro años con la pieza de Alejandro 'Chato' Moreno- está cansada, inquieta y potenciada tras encarnar a una mujer convencida de que Chile estuvo en una guerra civil en 1973. "Es imposible irse a dormir después de haber visto una obra así", asegura.

Apenas termine, se centrará de lleno en 'Prometeo', de Ramón Griffero, que se estrenará en noviembre en el GAM.

Fue Néstor Cantillana quien le entregó el guión de 'La amante...'. Era el director de la Muestra de Dramaturgia Nacional y quería tenerla en la obra que dirigiría Víctor Carrasco. "Tienes que leer esto, porque este papel es para ti". Ella recién había dejado su cargo como ministra de Cultura.

Moreno había escrito una alegoría sobre la dictadura y sus discursos, que pone en escena a Iris Rojas, una mujer, orgullosa de pertenecer a "la familia militar", que espera en el desierto nortino la llegada del general Espina.

"Claramente no pienso lo mismo que Iris. Y eso es lo más interesante de esta obra: el hecho que yo la haga. La gente me ve como Sor Teresita, Sarita Mellafe o ministra de Cultura. Esas son las imágenes mías como persona pública. Este personaje entrega mayores capas de lectura. Entonces, pasaba muchas veces que cuando comenzábamos a pasar esta obra la gente decía: '¿Está hablando en serio?'. Porque el discurso de esta mujer es agresivo, discriminador y violento".

Poder y obstáculos

La actriz dice que lo otro importante de la obra es que no hay distancia con el espectador, porque Iris está en permanente diálogo. Como cuando hace referencias al 'Jappening con Ja' o defiende al caballo de 'El corralero', por sobre la historia de amor de 'Te recuerdo, Amanda'. Y se ríe de Víctor Jara, al teorizar que el protagonista de la canción prefirió abandonarla por pobre y fea.

El público reacciona a carcajadas, lo cual es una de las claves de la obra. "Es aterrador cómo el clasismo y la violencia están dentro de nosotros y ni nos damos cuenta. Las risas en la obra son prueba de eso. Esa época se quedó con nosotros, precisamente por ese tipo de pensamientos", dice.

Confirma la tesis una guardia que no quiere que se tome fotos al lado del restaurante del flamante mall ñuñoíno donde la actriz conversa. "Esto es espacio público", dice Urrutia. Ella insiste en que no se puede retratar ahí, porque es parte del restaurante. La actriz, prefiere terminar la discusión. "Acá cuando tienes un mínimo de poder la gente lo usa, pero no para facilitarte las cosas sino para ponerte obstáculos", reflexiona.

"El poder no es bueno ni malo, pero los chilenos lo usamos justamente para obstaculizar a los demás. Cuando es una oportunidad para construir y hacer cosas a favor de los otros. Es para molestarte, no para ejercerlo limpiamente. Y eso es abusivo. No es un poder que te permita servir, sino que prohibir y limitar".

Sus años en el gabinete

-A la distancia, ¿cómo recuerdas tu época como ministra?

-Estoy admirada por lo que hicimos. En su momento, uno padece las cosas y hay mucho sufrimiento. Hay mucha pega también. En esa época el Consejo de la Cultura era muy pequeñito y, de repente, tuvo un crecimiento tremendo en términos presupuestarios y de visión. Tenía dos años no más. Fue epopéyico lo que hicimos. Tengo también una mirada crítica, pero digo: "Ya, no se podía hacer todo al mismo tiempo tampoco". Es una posta. Ahora siento que, gracias al trabajo del ministro José Weinstein, que estuvo dos años, y luego con nosotros, se establecieron las bases de lo que vendría después.

-Ha habido quejas sobre la poca figuración pública del trabajo de la ministra Claudia Barattini.

-Es que es súper complejo, porque se les exige aparecer casi como si fuera una estrategia de márketing. Y se trata más bien de ser parte de la política de un gobierno. Aunque recuerdo que fue un drama para el mundo artístico cultural que creían que el CNCA tenía que funcionar sólo para ellos. Y el tema es cómo desde este Estado trabajamos para todos los chilenos. Ese era el tema. Y ahí tienes proyectos emblemáticos como el GAM que permitió visibilizar nuestro trabajo. Eso no lo inventamos, vino desde el levantamiento de políticas de Weinstein.

-¿Y por qué no se continúa ahora?

-Es que la Presidenta la tiene más difícil porque está con las reformas Educacional y Tributaria. Son temas tan gigantes y políticamente tan contundentes que es difícil tener una agenda en cultura. Nosotros trabajamos junto a Mideplan, Vivienda, Educación y Mujer. Eso te hacía funcionar conectada con la política pública. Por eso hubo tantos centros culturales. ¡Que se acabara el Diego Portales! ¡Eso fue simbólico! Lamentablemente, se inauguró en el gobierno de Piñera. No es casual que durante el anterior gobierno no se haya hecho. Como ex ministra, exijo que se termine la etapa que falta del GAM (sonríe).

 
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