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Cuando el amor no es compatible con el deporte de alto rendimiento

El golfista norirlandés Rory McIlroy se reencontró con el éxito tras romper su relación de tres años con la tenista Caroline Wozniacki, con quien se iba a casar en noviembre. ¿Será pura coincidencia?

por:  La Segunda
martes, 22 de julio de 2014
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  A los 25 años, el norirlandés Rory McIlroy va encaminado a ser uno de los mejores golfistas de todos los tiempos tras ganar el Abierto Británico; el tercer Major de su bitácora a un ritmo sólo comparable con Jack Nicklaus y Tiger Woods.

Panorama diametralmente distinto al de hace sólo un par de meses: en medio de una baja de rendimiento terrible, casi no superaba el corte en ningún torneo y las dudas sobre su alguna vez promisoria carrera estaban instaladas, tanto en la mirada de los hinchas como de los expertos.

Nick Faldo, el mejor golfista inglés de todos los tiempos, le pedía hace unas semanas que se "concentrara en el golf. Creo que hay mucho pasando por su cabeza en este momento".

Comentario que iba con un trasfondo evidente: su relación con la tenista danesa Caroline Wozniacki.

El desplome no fue inmediato. De hecho, después de que se conocieron -en mayo del 2011 en una velada de boxeo-, McIlroy se impuso de forma espectacular en el PGA Championship.

Sin embargo, a medida que su vínculo se fortalecía, los resultados decaían, al punto de no volver a ganar un título importante desde septiembre de 2012 y caer del primer lugar del ranking PGA al octavo que ocupaba hasta la semana pasada.

Y pese a todo ello, la relación avanzaba a paso firme, al grado que él le pidió matrimonio en el último Año Nuevo. "Wozzilroy", como los apodaron los tabloides británicos, parecía más firme que nunca.

Sin embargo, en mayo y sin previo aviso, todo terminó, tal vez de la peor forma: aunque se habló de "decisión mutua", se supo que fue McIlroy el que la cortó de plano, mediante una llamada telefónica de cinco minutos, luego de que supuestamente entrara en pánico al momento de enviar las invitaciones para la boda, que sería el 8 de noviembre en Nueva York.

Coincidencia o no, en su próxima gran cita el golfista que durante 18 meses parecía estar lleno de dudas y se había olvidado de cómo ganar volvió a mostrar la precisión y dominio que lo asemeja al Tiger Woods de sus mejores épocas.

Otros casos

Rory no es el primer deportista de alto nivel cuyo declive coincide con una relación amorosa. La misma Wozniacki, de hecho, hoy es una sombra de la jugadora que en 2012 llegó a ser la número uno de la WTA y es común verla perdiendo en las primeras rondas de los Grand Slam.

Pero el caso más famoso es probablemente el del tenista Andre Agassi, quien cayó fuera de los 100 mejores del mundo durante su matrimonio con la estrella hollywoodense Brooke Shields.

Otro ejemplo reciente fue el beisbolista de los Dodgers de Los Angeles Matt Kemp, quien tuvo su peor campaña el año 2009... cuando salía con la cantante pop Rihanna. Y, en el mismo golf, las dos mejores exponentes de las últimas décadas, la sueca Annika Sorenstam y la mexicana Lorena Ochoa decidieron retirarse tras contraer nupcias.

Y aunque no da para establecer una tendencia, los detalles puntuales del caso de McIlroy son los que invitan a descartar el factor azar. No por nada, este mismo fin de semana Wozniacki ganó en Estambul su primer título de la WTA en casi un año.

La razón psicológica:  El golf, deporte de solitarios

"Casos como el de Rory McIlroy o Andre gassi son bien puntuales, porque bien se podría decir que la norma es justamente al revés y los resultados mejoran cuando el corazón está bien", señala el reconocido psicólogo deportivo Rodrigo Cauas.

Aclara, eso sí, que esto se relativiza en relaciones tortuosas o con dificultades, "y por la forma abrupta en que terminó esta, queda en evidencia que fue algo que se venía arrastrando, lo que sin duda afectaba su rendimiento", añade.

"Por eso, su éxito del fin de semana tiene mucho que ver con haber liberado una gran cantidad de presión y encontrar la tranquilidad".

Cauas puntualiza también las condiciones específicas del golf como condicionante. "Es un deporte de los que decimos 'sin oposición ni cooperación', donde juegas sin medirte ante un rival y los resultados dependen sólo de lo que tú hagas. En otras palabras, eres tú frente al mundo, y si la cabeza no está limpia, eso va en directa relación con tu desempeño", explica.

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