Conocida es la afición de Paola Volpato por la moda y, haciéndole honor al mito, llega impecable. "Soy una encantada de la ropa, me gusta el look y me gusta ser mujer para ponerme lo que me agrada. La ropa es una forma de enfrentar el mundo. Uno se disfraza y se pone una coraza. Me gusta enfrentarlo desde mi creatividad", explica.

Ese es el lado luminoso de la actriz - que cumplirá 45 años en agosto- que para la obra 'La escala humana' ha debido indagar en su aspecto más violento y visceral.

El montaje -una comedia negra que se estrena el 30 de julio en el Teatro Mori Bellavista- es dirigido por Francisco Albornoz y cuenta la historia de Mini, psicópata y madre de tres hijos.

Paola se entusiasma al hablar de las pulsiones siniestras. "Me gustan los roles así. Todos tenemos pulsiones asesinas. Cuando voy en el auto «mato» a mucha gente todo el día, sobre todo en los tacos. A veces, me gustaría ser como Rambo y tener una ametralladora. Esas pulsiones están en todos y lo rico del teatro es que las puedes hacer realidad sin dañar a nadie. Haces catarsis en paz".

Ahora prepara a su homicida. "Lo mejor es moverse con la verdad", cuenta. "No soy de esos que buscan la inspiración en la enciclopedia de los psicópatas. Hay un trabajo de observación que hago siempre y no para personajes determinados. Yo trabajo con la verdad".

- ¿Y a qué rincones de tu personalidad recurres para encarnar a esta mujer?

-A ese que todos tenemos y a los que no nos gusta enfrentarnos. Todos somos intrínsecamente violentos, envidiosos y lujuriosos, pero uno se aprende a controlar en esta sociedad. Estos personajes me dan la posibilidad de sacar mi lado oscuro.

-¿Qué situaciones provocan tu ira?

-Muchas. Soy súper mal genio, me molesta la gente que llega tarde, por ejemplo o la gente que miente. El abuso de poder también me enoja, la discriminación.

-Parafraseando a Proust, ¿bajo qué circunstancias mataría a alguien?

-Hablando de ficción, cualquiera que hiciera que mis hijos estuvieran en peligro.

Paola dice que cuando se mete en sus personajes "le pone color" y "pierde el pudor". Y confía, por sobre todo, en el director. "Si Francisco me hace decir el texto haciendo abdominales, lo hago. Confío en él, aunque no esté de acuerdo".

También suele hablar con jóvenes aspirantes a actriz. "Los actores tenemos un ego enorme y es raro porque ¿Cuán pequeña es la percepción de nosotros mismos que necesitamos que nos miren y hablen de nosotros todo el tiempo?", reflexiona.

"Antes la cosa era más de vocación, era muy difícil ser actriz. Te enfrentabas a tres estereotipos: Si un hombre quería ser actor era homosexual, si una mujer quería ser actriz era prostituta. Súmese a esto la idea de que te ibas a morir de hambre".

Y la TV es difícil. "Hay que aguantar egos, hacer de todo y ser riguroso. Yo cuando veo a un actor joven sé altiro quién va a seguir y quién no. Tiene que ver en cómo aperras".

¿Y en teatro? "Es bien estúpido lo que hacemos. Estar ahí, ensayar muchos meses y estrenar una obra que gana dos chauchas y ya está. Te perdiste todos los fines de semana de semanas".

-¿Por qué lo haces entonces?

-Es una estupidez. Yo estoy cómoda con mi sueldo en la tele, pero necesito hacer teatro porque ahí se arman las familias, las cofradías y surgen conversaciones sobre la vida. Es el llamado de la selva.

Debuta en Mega: "Si nos va mal, no es un fracaso"

La nueva área dramática de Mega, a cargo de María Eugenia Rencoret, está en plena marcha blanca. En los próximos días, Volpato partirá con las grabaciones de la teleserie vespertina que ella protagoniza junto a Álvaro Rudolphy.

"Después de 20 años en TVN, el equipo técnico era como mi familia. Era muy fácil trabajar. Ahora hay que crear redes de nuevo", dice la actriz para quien el concepto de "familia" es fundamental. "Me gusta trabajar aclanada. Es más fácil si tu compañero te conoce, hay una conexión. No me gusta trabajar con una masa sin nombre".

-¿Qué pasa si fracasan?

-Confío en el trabajo. No puedo pensar en números avasalladores en la primera apuesta, porque hay que conquistar a un público. Tengo las ganas y confianza en que estamos trabajando bien. Ojala nos vaya increíble, pero si nos va mal, no es un fracaso. La ganancia es abrir un área.