Cultura/Espectáculos
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Roberto Farías y «Acceso», el montaje más provocador de la temporada: "Me inmolo en el escenario"

"Yo entro en trance. Es el rol más difícil de mi carrera", dice el actor que practica 45 minutos de boxeo, canto y baile antes de entrar en acción. Es el protagonista del exitoso debut en el teatro de Pablo Larraín.  

por:  Por Catalina Cabello
jueves, 08 de mayo de 2014

"Acceso" estará hasta el 31 de mayo en el Teatro La Memoria.


Foto FABIAN ORTIZ

El Teatro La Memoria está a oscuras. La audiencia espera. Se siente una respiración agitada. Se prenden las luces y aparece Roberto Farías, sudando, fuerte "como un toro", como Sandokán, vendedor ambulante, niño abusado, hombre herido y un ser humano postergado.

No vuela una mosca. Está empezando "Acceso", obra dirigida por Pablo Larraín en la que Farías, en un monólogo, da rienda suelta a su pasión por el oficio y en la que él y el público entran en un trance. "Un par de personas se han ido, les pareció muy fuerte", cuenta Roberto. Y no es primera vez.

La producción, "pretende someter al espectador a una experiencia de duda ética acerca del castigo y la reclusión". Por eso es polémica: obliga a ver de frente los problemas sociales "a través del dolor, del goce y acompañado de un lenguaje lumpen, coa, delictual, atroz y poético". Roberto sube al escenario "como un gladiador urbano". Su rutina previa incluye baile, canto y 45 minutos de boxeo.

"Antes de entrar, me enajeno porque tengo que estar 7 u 8 puntos más arriba que el público. No hablo con nadie durante ese tiempo y lleno todo de mi energía. Mi transpiración, mi olor está por todas partes. Cuando la gente entra, entra a mi territorio", narra.

Luego de una de jornada de grabación de "Prófugos", Larraín -director de la serie de HBO- partió junto a Farías (con quien ya había trabajado en "No") y el resto del equipo a tomar algo. En pleno bar, Farías hizo un monólogo sobre menores vulnerados que mezclaba elementos de humor y drama, que siempre improvisaba cuando estaba en confianza. Los dejó a todos impactados.

Larraín le propuso hacer algo con eso y nació "Acceso". "El rol más difícil de mi carrera", confiesa Farías. El director -que con esta obra debuta en las tablas- hizo una investigación con los niños del Sename, pero el material vino de la más profunda experiencia del protagonista.

"En mi corazón y cabeza tenía mucho más mundo que ese. No por soberbia, sino porque soy de barrio. Soy de Conchalí, siempre vi la miseria, la ostentación del poder, cómo tratar de distinguirse, cómo tratar de salir de la pobreza", explica.

El 5 de abril estrenaron y tienen funciones hasta el 31 de mayo. "Fue bonito, no esperábamos nada y a la gente le encantó", confiesa.

La dificultad radica en que "tiene que ver no sólo con la marginalidad obvia de los desamparados en las poblaciones y de la gente sin estudios. La marginalidad es más amplia. Tiene que ver con que no seas morenita, chica, con cómo entras a un lugar sin tener un apellido y sentir que nunca lo lograrás, aunque lo hagas bien".

-¿Cómo terminas después de la función?

-En la obra entro en un trance. Me inmolo en el escenario y hablo de cosas muy oscuras. Después, sentir el aplauso del público, es maravilloso. Me tomo el tiempo de sentir el cariño y devolverlo. Les tiro besos a la gente y a Pablo. Mi saludo es muy rockero, pero termino afectado. Después voy a comer algo y trato de bajar.

-¿Qué tal tu relación con Pablo?

-Somos una banda. Tenemos un complot e hicimos esto con mucho amor. El me dice dónde ir. Y yo necesito eso porque la obra es muy dura. Nos hicimos muy amigos, nos queremos harto, a pesar de las diferencias sociales y de nuestra biografía. Eso no me importa. Gracias a los ángeles me encontré con él.

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