Empieza el fin de semana y tras la buena mesa, alguno de los comensales se niega a que la noche termine así no más. Entonces la pregunta viene de cajón: "¿Dónde vamos a bailar?", pregunta el amigo embalado. Y empiezan los problemas.

Esa simple interrogante se transforma en un debate clave en la capital. Le sucede a una pareja de 40 y también a una de 30; pareciera que la Santiago sólo ofrece alternativas para la generación que va desde los 18 a los 25 años y de ahí para arriba... Nadie sabe.

¿Será posible que una ciudad generosa en la oferta gastronómica, artística y cultural, no tenga clubes nocturnos de nivel?

¿Son los matrimonios, cumpleaños o fiestas en casas particulares la única alternativa para los más grandes? ¿No hay lugares donde "mover el esqueleto"? ¿Habrá que contentarse con correr los muebles e improvisar una disco en el living de la casa?

Pablo Courard, uno de los socios de ALTA Brand PR -una de las agencias y productoras de varios eventos de moda -, asegura que la generación de entre 30 y 40 años no tiene mucho lugar dónde elegir, pero puede adaptarse. El, por ejemplo, está en esos años: "Voy de vez en cuanto a bailar al Bar Loreto o al Candelaria y también están el Club de baile en Casa Piedra, que apunta a un rango etáreo amplio", cuenta.

"Hace un par de años se revivió la discoteque Gente con un foco ochentero, y no sé cómo habrá funcionado, pero la tendencia por razones naturales son las fiestas en casa", subraya Courard, quien fue uno de los propietarios del Club Amanda en su primera etapa.

El productor Raimundo Encina -también conocido en el rubro de los eventos-, rescata las fiestas organizadas por productoras. "Ellas están marcando la pauta", afirma y cuenta que muchas veces los lugares donde se realizan los lanzamientos de marcas terminan convertidos en pistas de baile.

Ahora, si es para personas con gustos específicos, es más fácil encontrar alternativas. "La gente que disfruta del reggae tiene varios lugares en Bellavista y los góticos siguen yendo a la Blondie, pero para los demás, no hay mucho de dónde elegir", señala.

Si bien Pablo Courard coincide con Encina, respecto a que hay una tendencia en torno a que las marcas que inviertan en eventos, asegura que "son para círculos cerrados y constituyen una microtendencia".

¿Dónde está el carrete entonces?

Según Courard "el Bar Loreto es un lugar donde tocan música indie y al que va ahí es porque eso le gusta. Pero si quieres algo más masivo tienes que ir a la fiestas del Club Fauna, que no se repiten en los mismos lugares. También están el Subterráneo, Candelaria o Amanda, que funcionan como disco y que son excepciones".

Roberto Parra, uno de los socios de Fauna, rescata el Club Mamba y Casa Luz como lugares para ir a bailar. "Pero para un segmento menos inquieto musicalmente están las fiestas masivas que se hacen en lugares como Casa Piedra y el Hotel W", aclara.

Y agrega: "En el fondo, hay muchas cosas pasando en Santiago, pero uno tiene que buscar lo que le gusta y planificarse".

La opinión de los expertos

No se puede hablar de baile sin hacerlo de música y los encargados de armar la fiesta también tienen su opinión.

El periodista y pincha discos Nicolás Castro, piensa que a diferencia de lo que ocurría en los 80 ó 90, hoy no hay una especie de "línea editorial" respecto de dónde ir a bailar

"No es que existan 'Las Brujas' como en los 90. Hoy la gente está más dispersa, entonces, en una fiesta para un target de 25, puedes encontrar a alguien de 35 o incluso de 18", asegura Castro.

Agrega que "la masa va a las fiestas como las del Club de Baile en Casa Piedra. Pero si quieres ver a un DJ, lo vas a ver independiente de la edad que tengas". Y añade que "la Eve en Vitacura sigue manteniendo el formato para personas de 30, e incluso 40 años", tocando música de los 70 y los 80. Pero hay otras opciones, dice, como "Candelaria o el Subterráneo que tiene otros estilos de música.

Según Castro a muchas personas de 30 años les gusta ir a Las Urracas, "¿pero qué pasa con el de 35 que quiere ir a una fiesta electrónica?", se pregunta. Para ellos, dice, productoras como Fauna o Street Machine hacen fiestas diferentes.

La DJ Pía Sotomayor también tiene una opinión sobre el tema. Según ella, no se necesita etiquetar un local como para mayores de cierta edad.

"Lo entretenido de una fiesta es que haya gente de todo tipo y no sea solamente de un cierto grupo social o de edad. Lo interesante de una fiesta es la mezcla. Por lo tanto, el que quiere ir a bailar lo puede hacer de todas maneras, porque hay lugares. Simplemente, tiene que tener el ánimo y las ganas de querer vincularse con otro tipo de gente", comenta.

Si bien reconoce que "hay sitios para ir a bailar, pero son pocos", recomienda el Club Mamba y el Bar Loreto. "Son lugares donde hay música que tiene alguna búsqueda más allá de lo comercial. Es gente que propone algo distinto. Además, son bien transversales en cuanto al grupo de gente que se cruza, las edades y su origen", explica.

El ojo madrileño

Otro pincha discos que cree que faltan espacios para bailar es el español Rober Pinter.

"Siempre está lo mismo, porque vas a los mismos lugares como La Feria si quieres escuchar música electrónica, Candelaria o Amanda. En Madrid hay muchas más posibilidades y están al alcance de la mano para cualquiera. Aquí está todo muy diferenciado y hay pocas opciones", sostiene.

El hispano dice que en Chile se da una mezcla fatal entre las pocas opciones y la falta de publicidad. "Lo que haría para promocionar más esos sitios sería crear un concepto y saber lo que uno quiere proyectar. En ese sentido, el Candelaria lo hace muy bien y va el tipo de gente que quiere ir, pero hay sitios en Bellavista que se promocionan por el Facebook, pero en las calles no hay publicidad de fiestas", se lamenta, mientras nosotros encontramos que, para nuestros parámetros, se abre una esperanza.